LA REALIDAD QUE NOS SOBREPASA

(por José Donoso)

El de Miguel Arteche es uno de los nombres que suenan a más verdadero en la poesía chilena contemporánea. Su poesía de corte tradicional, que reconoce su raigambre hispánica, se desarrolla siempre en presencia de las grandes cosas inmutables: Dios, el amor, la muerte. A los treinta y siete años, Arteche se encuentra en plena producción, consciente de todos los hilos de su vida y de su obra: tanto, que el año pasado fue elegido académico chileno de la Lengua, el más joven que jamás haya existido. Para su recepción en junio prepara su discurso: "La poesía, una sociedad secreta". Este año, en abril, aparecerá su primera aventura en el campo de la novela: La Otra Orilla. Mientras tanto, ha dado Destierros y Tinieblas, importante obra poética que recoge su producción desde 1952 a 1962: los temas de siempre de Arteche parecen haber cobrado perfiles más definidos en esta obra, y no han cambiado en forma notable.

Arteche (casado con Ximena Garcés, varios hijos) se gana la vida como bibliotrecario de "El Mercurio". Los volúmenes de versos que ha publicado son innumerables, algunos de ellos editados en España. El último fue Otro Continente: cuatrocientos versos sobre el problema del hombre americano y de Dios, que fue la única interrupción verdadera de estos setenta poemas de Destierros y Tinieblas, que recogen poemas desde muy atrás, pero que presentan una unidad. Algunos de sus libros aún no mencionados: La Invitación al Olvido, Oda Fúnebre, Cantata al desterrado. Sus Quince poemas fueron arrancados del cuerpo de este volumen de versos hace sólo algunos años y presentados al Concurso Alerce, cuyo premio obtuvieron. Ahora vuelven a integrar el conjunto para el que originalmente estuvieron destinados.

Rima sudamericana

Destierros y tinieblas contiene setenta poemas de variadas formas y dimensiones, incluso veintiún sonetos de composiciones, en algunos casos, bastante libres. Según el propio autor, los primeros cuatro poemas empalman con aquellos de Solitario, mira hacia la ausencia, sobre todo por la utilización de ciertas formas libres -en ocasiones llegando hasta la prosa misma, como en el caso de "El anciano recuerda su juventud"- como las de Solitario.... Al avanzar por el libro de Arteche se percibe que las formas se van tornando más estrictas, y que utiliza el endecasílabo blanco, alejandrinos blancos, heptasílabos. En cuanto a algunos sonetos son señalados por Arteche como ejemplo de lo que él llama "rima sudamericana", como "El lagrimal roto en la mano", en que riman "suelo" y "anzuelo", que no rimarían en España, por ejemplo, por la distinta pronunciación de la zeta. En "París sonde volaba aquel cortejo", uno de los versos del primer cuarteto tiene sólo dos sílabas. Pedro esto no es una novedad: las cosas que se hacen con los sonetos son hoy verdaderamente increíbles, deformándolos hasta no permitir en algunos casos que se los reconozca (José Miguel Vicuña está escribiendo un "Arte del Soneto", que como "El Arte de la Fuga", de bach, explora todas las posibilidades de esa forma, explora todas las posibilidades del soneto).

En todo caso, el aire formal de la poesía de Arteche, es sabido, no son poemas de grandes innovaciones formales: esto, por lo demás, se hace cada vez más difícil, ya que parece que todo estuviera permitido. De ahí el regreso en algunos sectores a una poesía más adosada a las formas tradicionales, abandonando el verso libre hasta cierto punto, que era lo que más se escribía hasta hace pocos años.

Contenido

No es un libro planeado de antemano, en que cada poema y cada parte son ilustración de una clara idea anterior del poeta. La estructura del libro, que la tiene, es posterior, y a medida que iba escribiendo, Arteche percibía que sus poemas pertenecían a una estructura y que cobraban una unidad. El poeta dice que en este libro ha tratado de hacer lo siguiente:

"Dar una visión de lo que es el terrible mundo contemporáneo; del hombre "desterrado" en nel sentido cristiano, y paulino sobre todo. Las tinieblas son la tragedia del mundo que abandona el cristianismo. Hay en el libro poemas dedicados a la Virgen, basados en algunos versículos del Apocalipsis, que habla de ella como de la salvadora del mundo. Me preocupa lo que se ha llamado las postrimerías del hombre, y creo que en este sentido mi libro si tiene unidad".

Interrogado acerca de las influencias que ha recibido, confiesa:

"Creo que en este libro he logrado algo realmente personal. Mis primeros poemas, es cierto, tuvieron influencias de Cernuda, y la gente ha seguido repitiéndolo. Creo, sí, que en este libro existen influencias de otro tipo, es decir, de las formas métricas y de las estrofas tradicionales hispánicas, que uso constantemente. Puedo decir, también, que el concepto de la muerte que existe en mi libro es de origen hispano, pero todavía más de origen cristiano. Se podría decir que mis poemas reflejan la sequedad castellana. Y siento que de alguna manera, si hay influencias o ecos de mis poemas , son de W.H. Auden, de Dylan Thomas, de Gerard Manley Hopkins. Inglaterra me parece, con mucho, el país con la vena poética más fértil y rica, siempre inagotada. Sus poetas jóvenes son infinitamente más interesantes que los de Italia, Francia y España".

A pesar de las palabras del poeta, es difícil encontrar ecos del apasionado, divertido, terreno y vital Dylan Thomas en Miguel Arteche. Y los ecos de Hopkins son, si están, más una posición atormentada cristiana común a ambos que en lo poético, ya que ni ritmos ni dicción tienen nada en común. Al leer los poemas de Arteche, siendo, como lo son, de una extraordinaria calidad, hace falta la conciencia de un idioma propio, de una invención a través de una forma que encierre el todo en una intuición. El trabajo, serio y fructífero, a veces increíblemente diáfano y logrado, como en "El café", a veces da un tono de opacidad, de idioma reconocido, a poemas que les hace falta respirar más frescura, más entusiasmo. Pero hay que decir por Miguel Arteche que muy pocos poetas de su generación, si es que alguno, tienen el oficio poético y la seriedad de Miguel Arteche.

Vuelta a lo tradicional

Dice Miguel Arteche:

A pesar de lo que dice Humberto Díaz Casanueva, el mundo contemporáneo no lee poesía. Más bien: la poesía está en todas partes, pero la gente no lee poemas. Tal vez sea porque la poesía siempre da testimonio de una realidad que a uno lo sobrepasa, y a la gente no le gusta que la sobrepasen. En último término, y en el sentido más amplio, la poesía se dirige a Dios. Creo que habría una posibilidad de que la gente se interesara más por la poesía si se volviera a su función más antigua, si se hicieran lecturas, si se ouera poesía. Las grabaciones pueden ser muy útiles en este sentido. Creo que en Chile y en mi generación hay espléndidos poetas: Alberto Rubio, Enrique Lihn (su poesía no me gusta, pero es un excelente poeta), David Rosenmann Taub, Armando Uribe, Jorge Teillier. En todos ellos, salvo en Lihn, se ve una tendencia a los metros y formas tradicionales, que se ven también en los poetas ingleses y norteamericanos. Y también la vuelta a los temas tradicionales: lo lírico, el amor, la infancia y el alejamiento en general de lo que se llamó el "tema social"".

(en diario El Mercurio, 10 de octubre de 1963.)

 

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