Nació en Valdivia en 1975. Estudia la carrera de Periodismo en la Universidad Austral. Participó durante su escolaridad del taller de poesía que dirigía Óscar Galindo en el Liceo Alemán de Valdivia, y publicó en varios números de la revista "Escritos", surgida de dicho taller. Entre otras distinciones, obtuvo el primer lugar en el VIII Concurso Nacional Juvenil de Poesía, organizado por la SECH filial Concepción con El espejo verde (Concepción, Ediciones Etcétera, 1992).

 

EL ESPEJO VERDE
HE RECORRIDO LA PLAYA
....
COMO EL ENEMIGO QUE ACECHA...
NADA TENEMOS QUE VER CON LA VIDA...
ADVERTENCIA

TODO LIBRO ES UN CAZADOR OCULTO
CIUDAD QUE VIAJA PARA ADENTRO
TERCO EL SOL OTOÑAL
LA DESPEDIDA

Subir EL ESPEJO VERDE

I

De
tenme,
Que me hundo en tu ombligo
Cada vez que me amas.

(1)

Entre mi casa y la tuya
Hay tan sólo un ojo de perro muerto
y un espejo verde
Que florece dos veces al año.


II

De
tenme,
Que bajo tu máscara se está pudriendo el sol.


(2)

Crepúsculo de perros,
Luna azul, cantan sobre mi espalda.
Celebro el pájaro amarillo
Y el cielo se anaranja.
Mis suelas húmedas se saben exquisitas
Y saltan la cerca.
El cielo es verde,
Y entre tu casa y la mía
Crece el desencanto.


*
A veces suelo ver tus manos en el tejado
Al borde de un sol que se quiebra.
De mis ojos a ellas hay sólo su respiración.

Suelo sorprenderlas
Y se vuelven violetas sobre una nube:
Cuando se acercan, las alcanzo como a un cigarro
Y las fumo secretamente bajo mi estrella.

Otras veces,
Las bebo como a un amanecer
O como a un sol que desnuda
Y entonces despiertan sus religiones
Y se trenzan en torno a mi costilla.
Y mi piel verdosa se vuelve azul como ellas.

Hoy,
Se acercaron hasta mi lámpara,
Rondaron mi cama,
Y yo no supe ni qué hacer con ellas.

*
Tu paso sobre el mío,
En este mercado de pulgas
En el que desnudo eres un paraguas cerrado.
Es tu pupila que se trenza sobre la mía
Donde nace el vuelo de vino que me desnuda.

El alba es pegajosa desde tu cornisa,
Y aún así me preguntas:
¿Dónde estabas ayer?

*
Como una sala de espera
Desnuda de sombreros y abrigos,
Espero mi tren de segunda
Entre confusión de rieles
Y trenza de andenes.
Un maquinista ebrio de patria
Mastica entre dientes su uniforme
Y en mi vagón llueve,
Florece.

*
"...Como el silencio,
Cómplice de la luna"
(de la ENEIDA)

I

Me hundo en el tango apretadito
Noche de humo y vino
No hay nada que hacerle:
Gardel fue el gran Dios de este siglo
En este mundo que fue y será una porquería
Yo también lo sé.


II

La luna se destiñe en el tango
Del cigarrito desnudo.
Mesas, música y parejas sobre la arena
Tu abrigo resbala junto
A mi aliento en tu copa.
Mi estrella borracha
Se hunde en tu mar eterno.
Tres gaviotas soñolientas
Beben licores oscuros.
Y secuestran tus zapatos negros.
Vamos, dijiste rasgando mis medias,
A buscar un frenesí y ritual de llantos
mientras a los zapatos
Los besan las olas.


III

Un frenesí rojizo me he topado la otra noche
Con su paso meticuloso
Penetró en mí envejecidamente.
Hoy, ya no sé de sutilezas.

de El espejo verde


* * *

He recorrido la playa de la memoria
y aún estoy segura de conocerla sólo yo.
Las parejas buscan ocultarse en casas abandonadas
en donde soñarán el paisaje.

Solitario es el pensamiento,
único y ermitaño pisando las arenas.
Entretanto,
inventamos la realidad
hasta lograr cierta complicidad en el amor.

Y es que el recuerdo es el sueño
de lluvia eterna y profunda
-como sobre el mar-
la pesadez de la imaginación cuando cava hondo.

(1995)

Subir * * *

Como el enemigo que acecha
contesta el poema al otro en su mismo idioma,
bestias sumergidas en las aguas del tiempo
submarinos sus cuellos aéreos,
y en conversación vedada
el lomo del viento juega sobre las olas
de cuestiones sinceras.

Los Cantares son una conversación
entre personas inteligentes.

(1995)


* * *

Nada tenemos que ver con la vida
cuando caminamos de la mano y nos besamos en las esquinas
y empañamos con un suspiro los espejos torcidos
de todas las vitrinas.

Nada tenemos que ver con la vida
y así y todo recorremos la ciudad que ignoramos
con la fe a punto de cuajar en la cocina.

Nada tenemos que ver con la vida
pero la derramamos en todas las acequias
y juntos besamos a todos los ambulantes.
Nada tenemos que ver
pero a partir de esta ciudad despeinada
será trazada la ubicación de nuestros días.

De la ventana penden los espejos de la bella miseria,
las ropas que olvidamos llevar, el espanto como una tripa.
En cada muro
las casas que no habitamos pero que poseemos.
Corremos a ocultarnos en ellas
a mirar el mismo atardecer de mañana
y la vida mordiéndonos el corazón con su mirada.

(1996)

Subir  

"El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe."

Alejandra Pizarnik

Más allá,
en el despeñadero del romanticismo
la memoria no guarda
ni siquiera un soneto que con cada uno
de sus perfectos huesos, como sílabas,
despierte el silencio del poema que crece.

No sé qué de lirismo contienen aún los amantes
a la hora de los parques en sus respiraciones
ni qué sesuda oscuridad
los versos borrachos de alguna alcantarilla
versos que no preguntan ni responden,
pero eres mi testigo como gotera espantosa.

Está hermosa la edad de tu palabra,
me dices,
yo la creo gastada.

 

Subir ADVERTENCIA

No se debe traspasar el sueño con el rayo de la espada
así como tampoco someter a juicio la poesía de los camaradas
Remover los dormideros con asuntos inoportunos,
como es la crítica,
es encender la luz del velador y volver inefable el sueño.

Déjese en paz
musitar los febriles delirios
No sea que el amanecer sorprenda
al demonio partiendo nueces.

Subir * * *

TODO LIBRO ES UN CAZADOR OCULTO,
empolvado,
que espera en su nicho,
su tumba momentánea,
la secreta ilusión de cantar al unísono
Porque todo libro es un cantante ansioso,
envilecido por el tiempo,
única voz que, en silencio,
retumba entre las cuatro paredes.

Estoy rodeada de un coro mudo de voces
las escucho, a veces, mas
de un bosque cercano suele llegar el soplo
de un sueño pegajoso que no abandona
Y como siesta empozada en invierno
en el charco del hastío
duermo
sin escuchar

El cazador anida en mi oído
y murmura,
así,
despacito,
el SECRETO.

 

Subir CIUDAD QUE VIAJA PARA ADENTRO

Aquí
la vaguedad y sus signos son fijados
con certero golpe de tinta sobre la tierra.
El viento no duda cuando dibuja
el verso que es un surco en la tierra de una quebrada
sólo sus reminscencias marinas
oxidan, a veces, con el tiempo
el esqueleto del poema.

Aquí
la vida se mira pasar con gafas de turista antiguo
y se puede oler la pestilencia del verbo.
Las coronas del monje y sus continuas renuncias
son pan de cada día,
las manzanas ya no huelen, no tienen raíces.

La geografía y sus intersticios son el tejido del día
que se deja leer,
tirando del ovillo,
a cada punto,
te confundes con el paisaje.

Más fácil es renunciar al pan que a las palabras,
se nos advirtió.
Siempre lo supe
cuando me vine a vivir a esta ciudad
y me detuve a escuchar el paso del tiempo entre las hojas.

 

Subir TERCO EL SOL OTOÑAL


"Cuanto más cerca se mira una palabra,
más aparta ella misma la mirada"
                  Karl Kraus

Terco el sol otoñal de mis días
que me sueña y me duerme
Terco el quemador de testas,
que entre plazas y parques
me obliga a recoger las hojas
húmedas olvidadas de su libro:
Las metáforas que van a dar al resumidero del día,
esas quebradas en donde musgo y paciencia
tejen la atmósfera de lo que es igual en el mundo.

Terco el que en su majadería
pregona el "mi mano es muchas manos"
y la llamamos mi mano que escribe,
boca y ojos cosidos,
la mano escribe
en este vasto cuerpo que somos, territorios sin límites,
el cuerpo en donde se congrega
la tarde con todo su sueño secular.

 

Subir LA DESPEDIDA

"También el cuerpo se descompagina
porque lo hojeen distraídamente"
                     E. Lihn "El yo libro"

La despedida pudo ser
la metáfora de un beso;
labios y aliento a modo de olas y orilla
-insistente el mar pendular
recreando el diálogo de la escritura-.
Tú eras el lente, el fisgón,
aquel del que toda diva precisa
-yo, para el caso-
el que, oculto, tentó a la serpiente.

Terminó junto con la estación,
como quien cierra un libro
o bebe la última copa del tibio licor de otoño
Y el cuerpo se deshojó
sin abrir ni cerrar los labios
La precaución del adiós
apareció a la orilla del camino como señal de tránsito:
en bocas
cerradas
no entran
moscas.