Filosofía de vida y ejercicio profesional: una historia forestal

Filosofía de vida y ejercicio profesional: una historia forestal

Filosofía de vida y ejercicio profesional: una historia forestal

 

                                       

 

 Dr. Ronnie de Camino Velozo
Ingeniero Forestal. Universidad de Chile
Director Cátedra Latinoamericana de Gestión Forestal Territorial
Presidente Directorio
Red Iberoamericana de Gestión Forestal Territorial

 

Porqué estoy aquí

Estoy aquí por invitación del Decano Patricio Núñez. Se trata de un ejercicio que estoy repitiendo, pues hace no sé cuánto tiempo, probablemente unos 10 o 15 años atrás, estuve en esta casa de estudios, para tener un conversatorio libre con los estudiantes. Para mí fue una bella experiencia, de compartir interrogantes frente a la vida y la profesión forestal con los ingenieros forestales a punto de ser. Patricio se recordó de ese diálogo y pensó que sería útil repetirlo nuevamente y con más años de historia que compartir, tanto desde acá, como desde mi camino como forestal. Me ha pasado varias veces esto antes, por ejemplo en Perú durante un primer congreso forestal latinoamericano y luego en un congreso más reciente hace unos 3 o 4 años: un grupo de forestales viejos, nos sentamos sobre el césped de los jardines del Campus de La Molina y conversamos nuestras mutuas inquietudes intergeneracionales.

Esta vez, el diálogo me asusta un poco más, pues  se trata de un Congreso Forestal Nacional, y se trata, de un diálogo entre colegas y profesionales afines.

Pienso que cada persona es muchas cosas al mismo tiempo. Se es forestal,  se practica o no una religión, se tiene un equipo de fútbol preferido, y una  filosofía de vida. De lo contrario seriamos esquizofrénicos; tendríamos varias personalidades según que estuviéramos haciendo en un momento determinado.

En  algunos momentos  uno se entrega al pesimismo: pareciera que  los valores defendemos estuvieran obsoletos. Sin embargo, así, obsoletos y todo, seguiré defendiendo mis valores y  ojalá pudiéramos discutir sobre algunos de ellos.

Creo que los profesionales Universitarios, incluso si hemos pagado nuestros estudios, somos privilegiados y le debemos algo a la sociedad. Para mi es más claro, pues estudié en una Universidad pública y no se pagaba. Hoy es posible que  algunos profesionales estudiaron en  universidades privadas caras  y no sientan esa responsabilidad.

Les diré algo ya muy trillado, pero como lo sabido se calla y lo callado se olvida, entonces me atreveré a poner en el primer plano de la memoria algo que está a medio camino y debe ser completado si querremos tener un destino como humanidad.

Estamos desde 1987 en la edad del desarrollo sostenible” y  más concretamente en la edad del “desarrollo humano sostenible”( incluso desde antes, con el protocolo de Montreal). Creo que debemos trabajar para ser felices, satisfacer prudentemente nuestros medios de vida, pero especialmente contribuir al “desarrollo humano sostenible” de la sociedad toda (lo que también nos ayudará a ser más felices).  Muchos piensan, al escuchar ese concepto, que estamos hablando de ecología, y otros quieren entender que se trata solo de Ecología.

Están equivocados, pues el desarrollo humano sostenible tiene tres dimensiones que satisfacer: la económica, la social y la ambiental y en forma equilibrada. En lo económico, debemos generar riqueza; en lo social, debemos distribuir equitativamente esa riqueza; en lo ambiental debemos incrementar y conservar los recursos naturales para que sigan dando riqueza. Y cada quién debe tratar de satisfacer las tres dimensiones. Cualquier visión a la que le falte una de estas tres dimensiones, será desequilibrante y poco humana.

Por otro lado, nuestra profesión está predestinada  a ser una palanca, incluso un motor del desarrollo humano sostenible y así lo quisiéramos.

Me preocupa cuando escucho a un colega que declara que su obligación es  aplicar su tecnología lo mejor posible para su empleador, y no le interesan los objetivos de su empleador. Cuidado, pues podemos estar haciendo algo sensacional, o por el contrario estar siendo cómplices.  El empleador podría ser  Santa Teresa de Calcuta o Al Capone, y para algunos no hace diferencia. Creo que  un buen chofer que maneja para Sor Teresa, puede ser un buen ser humano.  Un buen chofer que maneja para Al Capone es un cómplice.

Con esto quiero decir, que desde una ONG, El Estado,  una empresa privada, una comunidad, hay que servir bien al empleador, pero también hay que trabajar por el desarrollo humano sostenible de la sociedad. Y el orgullo de un forestal debe  ser hacer las cosas bien, pero con  objetivos que van más allá de sólo satisfacer a un empleador.

 

Comparto los puntos de vista sobre la solidaridad del John Steinbeck de las Uvas de la Ira. Comparto los puntos de  vista del Walden de David Henry Thoreau sobre las necesidades humanas; Comparto los puntos de  vista del Saramago  de La Caverna  sobre la globalización  y su malestar. No comparto los puntos de vista de la Ayn Rand de la Rebelión de Atlas  y su canto al individualismo extremo, ni los postulados de Samuelson de que el deber de un gerente es sólo  hacer ganar lo más posible a los accionistas. Sin embargo los leo a todos, los que me gustan y no me gustan, a los que concuerdo y a los que adverso.

En este mundo en que el tiempo es oro, estimados colegas forestales, leer buena literatura no es perder oro, sino ganar una perspectiva humanista sobre nuestra carrera profesional, llena de ejemplos  sobre economía ( Las Uvas de la Ira), física y  rigurosidad  ( La Medición del Mundo), las limitaciones éticas de la ciencia ( El  Mundo Feliz), etc. Les encarezco a leer cada vez más artículos científicos y técnicos, pero también poesía, novela, filosofía, ensayos. Estas cosas aclaran la visión, mejoran la comprensión y nos ayudan a ver que detrás de cada decisión hay naturaleza y hay seres humanos.

Dónde enseño actualmente he predicado la insolencia como actitud, pero la insolencia etimológicamente bien entendida. Viene de “solere”, hacer lo que se acostumbra y se espera. Insolencia por lo tanto es desafiar  lo que normalmente se hace y se acostumbra: hay que salirse de la caja, pensar amplia y libremente, innovar. Un profesional forestal debe ser por lo tanto crítico (positivo) en  el Estado, la Empresa Privada, las Organizaciones Comunitarias, para ser un creador y un agente de cambio.

También debemos movernos dentro  del concepto de sociedad decente. Hay un filósofo israelita, Avishai Margalit, que define la sociedad civilizada, aquella en que un individuo no humilla a otro individuo. Y agrega otra definición muy importante: La sociedad decente, como aquella en que las  instituciones/ organizaciones, no humillan a las personas. Los forestales debemos ser servidores para una sociedad  que avanza hacia el desarrollo humano sostenible y debemos tratar al otro, quién quiera que sea, como alguien a quién servimos, y lo hacemos bien y con humildad de servidores.

Finalmente, no he creído nunca que los humanos  vinimos a “un valle de lágrimas, para gemir y llorar, a un destierro”, sino que todo ser humano tiene el derecho a ser feliz en vida, ahorrándose la incertidumbre sobre el más allá. Pero para ser feliz, uno puede estar en cualquier lugar o condición.

Todos los conceptos anteriores podrían envolverse dentro de un comportamiento ético que no se transa. La vida ofrece demasiadas oportunidades para transar con la ética, lo que hace las cosas difíciles. Debemos aceptarlo, y entender que nuestra vida es compleja y las tentaciones enormes. Esta sociedad confunde  el tener con el ser. Es  la educación,  los mensajes masivos de los medios, los que  nos presionan a  confundir el tener con el ser. Si además de ser, podemos tener suficiente, entonces óptimo. Pero el fin último no puede ser el tener a costa de traicionar y traicionarnos.

Durante mi vida profesional he hecho muchas cosas y quiero contarles un poco lo mucho que he podido aprender de diferentes situaciones, además que cada día  he estado más convencido de que nuestra profesión es la más bella  del mundo. En realidad toda profesión es bella si se trata de practicar con pasión  y con vocación de servicio.

Soy una persona común y corriente. Yo tengo aversión por los libros de  Gerencia Modernos y de Autoayuda, que hablan de “Liderazgo”, pero de toda la montaña de basura  de experiencia inexperta, que llena  más estantes de las librerías que los de  buena literatura, quiero rescatar  una frase de Steven Covey ( a quién no aprecio)  “ Las  instituciones excelentes, están formadas por gente común” y yo agregaría también, “estimuladas por el  ambiente interno y externo”. He tenido la fortuna de trabajar en muchas  organizaciones excelentes.

Mi tesis de grado, fue una de las pocas tesis “dobles” que se han hecho. Recuerdo a mi colega y hermano Benjamín Olivares, con quién hicimos esa tesis.  Tiene un nombre esotérico: “Estudio de las Relaciones Existentes entre Tenencia, Producción, Manejo y Situación de la Mano de Obra. Plantaciones de Pino Insigne. Provincia de Bio-Bio”. Probablemente fue la primera tesis  con un tema social en muchos años en las carreras de Ingeniería Forestal. Nuestro profesor Guía, fue Eladio Susaeta, y quiero destacar un hecho importante: Don Eladio nos aprobó todos los capítulos que le íbamos entregando. Cuando llegó el capítulo final,  lo rechazó rotundamente, pues proponíamos la extensión de la Reforma Agraria a las tierras de aptitud forestal. Sin embargo, con todo y capítulo rechazado, nuestro muy digno profesor, nos calificó, en la tesis y el examen con la nota máxima. Esto fue una lección del papel del Profesor: nos  enseñó, no nos adoctrinó y respetó  nuestra propia filosofía. Pero también una lección de humanidad: tolerancia y respeto a las opiniones diferentes.  A pesar de las marcadas diferencias, sólo calificó lo calificable y no las posiciones ideológicas.

Cuando terminé Ingeniería Forestal, inmediatamente  hice un curso para graduados en Economía Agraria en una Institución que se llamaba  Escolatina. Allí estaba la Pléyade de los economistas de Chile. Y muy interesante, en ese tiempo la Universidad era formadora de opinión,   pluralista, como siempre  tiene que ser toda Universidad (…y prácticamente no había Universidades privadas reales) , juntando a  personajes de todos los bandos y corrientes, como Carlos Massad, Ricardo Lagos, Jacques Chonchol, Alvaro Bardón, Ricardo French Davis, Aníbal Pinto, Jorge Ahumada, Arnold Harberger, Martin Schubik, Rafael Barahona ( un geógrafo sobrio y consecuente, como el presidente Mujica de Uruguay). Allí aprendí que un Ingeniero Forestal no puede ser el salvador del mundo y que todo lo demás gira en torno a él, sino que somos  una profesión más que puede cumplir un papel en el mejoramiento de los medios de vida de los ciudadanos. También allí aprendí que el ejercicio de una profesión, al menos para mí,  tenía sentido no en función de mí mismo, sino en función de la sociedad de la que somos parte.

Cuando salimos de la escuela, creemos ser el centro del mundo. Luego nos damos cuenta que hay una cosa que se llama economía, de la cual dependemos; a continuación  hay algo que el tango llamó  la “cuestión social”, que no puede ser ignorada; luego existen territorios que tienen su propia vida y personalidad y sus características deben ser  consideradas; y así en círculos sucesivos, llegar a los temas ontológicos ( es decir las relaciones entre las entidades que existen, ¿Existe Dios? ¿Existen entidades mentales, como ideas y pensamientos? ¿Existen entidades abstractas, como los números? ¿Existen los universales?). Con o sin conciencia  enfrentamos éstos temas y es mejor hacerlo con conciencia.

Empecé como forestal en el Consejo Superior de Fomento Agropecuario, del Ministerio de Agricultura, que hoy no existe. Allí, sin ninguna experiencia, preparamos con otros colegas el “ Plan Nacional de Reforestación”. Un documento demasiado simple, con metas ambiciosas y sin contenido ni institucional ni presupuestario (por lo tanto fue un sueño). Pero en fin, fue un intento de poner las cosas a un nivel nacional y querer empujar una posibilidad  con gran potencial. Imaginamos muchas plantaciones forestales, pero no imaginamos en manos de quién, ni que tan masivas. No imaginamos un cuadro como el actual con grandes corporaciones con cientos de miles de ha. No tengo el derecho  de calificar este cuadro actual, pero  tengo la esperanza que habrá la voluntad de humanizarlo debidamente mejorando muchos de sus inconvenientes.

La consecuencia obvia de la Tesis, es que terminara trabajando en la Corporación de la Reforma Agraria en la entonces X Región de CORA, que cubría  la Provincia de Arauco ( en ese entonces la más pobre de Chile) y parte de la provincia de Malleco. Allí aprendí a apreciar al pueblo Mapuche, su historia y fue claro que tenían derechos que no podían ejercer, pero no aprendía a hacer la reforma agraria, pues en esos tiempos no había la voluntad política real  de hacer reforma agraria  profunda y mucho menos incorporar  las tierras de vocación forestal al proceso. Pero si aprendía a trabajar profesionalmente: plantar pinos y especies nativas,  hacer control de dunas, podas y raleos de plantaciones, hacer caminos,  operar una aserradero ( con locomóvil)  y trabajar con la gente. Mi maestro, Manuel Gormáz,  fue un técnico forestal que sabía de verdad hacer las cosas que yo sabía por los libros y la teoría. Nuestra facultad estaba a 500 kilómetros al Norte, dónde habían pocos bosques. Durante mis estudios planté muy pocos +arboles. En mi primera semana de profesional, planté  mis primeras dos hectáreas con el sudor de mi frente y las ampollas en mis manos y el apoyo y la enseñanza de un maestro.

Por  aquellos tiempos sólo había dos  carreras de Ingeniería Forestal, en Santiago y Valdivia, y empecé, al mismo tiempo que trabajaba en la CORA, a dar clases los días Sábado  en la Universidad Austral. Enseñé Manejo Forestal y Economía, cosa que aún sigo haciendo  casi 48 años después. Los viajes  de  Cañete a Valdivia fueron toda una aventura y usé avioneta, bus, jeep, carreta de caballos, caballo y a pie para transportarme. La Universidad Austral en esos días estaba en una crisis en la carrera forestal. El Decano era abogado y sólo había un profesor adicional a jornada completa. Todos los demás  éramos por horas. Pero surgió un convenio con  la Cooperación Alemana y la Universidad de Goettingen. Llegaron inicialmente 6 profesores alemanes y la Universidad me ofreció  asumir la Dirección de la Escuela de Ingeniería Forestal y además me dio la posibilidad de formar un equipo. Es así como logré convencer a varios colegas  como Benjamín Olivares, Alec Wotherspoon, Fernando Cox, Roland Peters, Eduardo Morales, Federico Schlegel, y otros colegas  egresados de la misma UACH.  Además  logramos  el visto bueno tanto de la Universidad, como de la federación de  estudiantes, para traer a varios colegas del Cuerpo de Paz de los Estados Unidos, todos ellos con Maestría y Doctorado y luego salimos varios a hacer nuestros Doctorados  a Alemania y posteriormente salieron algunos de nuestros estudiantes  a seguir  con el proceso. La Universidad  Austral   llegó así a tener una Facultad Forestal de excelencia con un equipo de forestales y de otras disciplinas con chilenos, alemanes, colombianos,  norteamericanos. Incluso fue interesante la presencia de un proyecto forestal de FAO en Temuco, que nos permitió hacer acuerdos y tener a varios de los expertos de la FAO como docentes en la Facultad en temas para ese entonces nuevos, como Áreas Protegidas y Planificación y Manejo de Cuencas Hidrográficas. Aprendí allí, que la voluntad política a largo plazo es fundamental para alcanzar  metas ambiciosas (en forestal no sirve la voluntad política por 4 años), y la Universidad Austral nos apoyó  con recursos importantes adicionales a los del Gobierno alemán. Incluso se compraron dos fincas forestales con plantaciones y luego una con Bosque Natural, e incluso la facultad recibió como donación un aserradero alternativo moderno que operó en forma comercial por muchos años e incluso llegó a  exportar madera. Era un paraíso para poder enseñar  desde la semilla hasta el producto final de madera.

En esos años quisimos excelencia en la formación del forestal, con prácticas como obreros forestales en tiempos de vacaciones e incluso, además de  la Tesis  los estudiantes por algún tiempo tenían que hacer una  práctica profesional de un año, con un informe final riguroso. No sé después que pasó y por cuanto tiempo duró ese  cuasi sexto año y cuantos estudiantes y hoy colegas llegaron a odiarme por haber introducido esa exigencia. Para mí la ecuación era simple: en general los médicos  son excelentes y estudian  7 años. Para Ingenieros Forestales excelentes, porque no  6 años y practicas intensas  previo a la titulación, para que no tuvieran que hacer como yo, en mi primera semana de profesional, salir los sábados y domingos  a plantar árboles para por lo menos haber completado un par de hectáreas con mis propias manos antes de poder dirigir faenas de reforestación. Hoy en día en la sociedad de lo inmediato y la rapidez, probablemente es iluso pensar en una carrera más larga como en su momento lo quisimos.

En el intertanto, tuve la oportunidad de ir a Alemania a hacer mi Doctorado a la Universidad de Freiburg. Mi compromiso como profesional continúo con mi tesis: “El Sector Forestal  en el desarrollo de  Chile y la Provincia Valdivia”, ensayando algunos  métodos econométricos. Creo que eso era predecible  y evidente, que Chile tenía grandes posibilidades en el sector forestal. Pero yo me imaginaba otro desarrollo forestal para Chile, que el que actualmente tiene: es decir esperaba un desarrollo más equilibrado, más justo, más humano, más sostenible. Un desarrollo en que las empresas  tendrían una Responsabilidad Social Corporativa seria, completa y no cosmética, desde luego con afán de lucro, pero un lucro razonable y con  contenido humano. Me imaginé un desarrollo humano sostenible en que los derechos de los pequeños y medianos propietarios y de los pueblos originales pudieran ser considerados  y respetados. También me imaginé un mundo con una transición forestal completa, en que  se puede ir en forma equilibrada desde la preservación absoluta de bosques  que no deben ser tocados, hasta una plantación de exóticas, pasando por el manejo de  bosques nativos y renovales. Nada es genéricamente malo o bueno. Todo depende de cómo se hagan las cosas.

Durante la carrera de un forestal se hace necesario que la legalidad y la ética entren a dialogar y que so se defiendan posiciones  sólo desde el punto de vista legal, sino que se hagan concesiones importantes a favor de la ética. Lo mismo debe suceder con la ética ambientalista.

Es así como participé en la reforestación de 500 mil ha. de plantaciones forestales  con pinos tropicales en Venezuela, en una operación gigantesca y totalmente  automatizada, pues en las áreas de plantación no había suficiente personal. Reiteré  algo que ya había aprendido  antes: que debemos estar orgulloso de aplicar lo que aprendimos y de hacer las cosas bien. Por ello debemos sentir orgullo. Fue una operación en que plantamos 50 mil ha. por año durante 10 años  en la que todo debía  funcionar como un reloj Suizo . Aquí hubo una serie de  elementos de una ecuación compleja que manejar: planificación rigurosa; control analítico de ejecución; recursos suficientes ( un total de  170 millones de US$ de los cuales unos 80 los puso el Gobierno); estabilidad  del equipo profesional y directivo que pudo trabajar tranquilo traslapado en tres Gobiernos diferentes, de diferentes partidos, pero con un solo ministro  meritorio a cargo; y finalmente compromiso, entrega y alegría con la tarea. Partimos sólo con las tierras, y todo fue consiguiéndose  por el camino. Si, fue un mono cultivo de Pinus caribaea, pero  ocupamos  un  15% del ecosistema, permaneciendo el resto no plantado (aunque sujeto a otros tipos de intervenciones). Estoy orgulloso de haber participado en esa aventura.

Luego, tuve la oportunidad y la sigo teniendo, de estar involucrado en proyectos de reforestación de Teca, que han sido ejemplo de  comportamiento ético empresarial ( por la calidad moral de sus promotores) y desde esa trinchera, he estado fastidiando a los promotores  de inversiones fraudulentas en plantaciones forestales, que aparecen por todas partes; de aquellos que amañan los rendimientos y los precios de sus ofertas  para ofrecer rentabilidades imposibles a inversionistas incautos. Me recordé permanentemente de algunas aventuras similares que ocurrieron en Chile en los años 60. La responsabilidad del profesional no debe por lo tanto limitarse a  hacer un buen trabajo profesional para quién le paga, sino a oponerse en forma tenaz e inteligente a las faltas a la ética.

También tuve la oportunidad de participar en un proyecto de inversiones forestales sostenibles en la Amazonía brasileña. El predicamento es simple: América latina  se deforesta y se cambia de uso, porque el bosque no tiene valor para la gente (pero especialmente para la gente que vive en los territorios). Hay muchos que quieren que los bosques naturales no se toquen. Concuerdo en que algunos bosques no deben tocarse, pero otros deben manejarse bien y hacerse útiles para sus pequeños y medianos propietarios y porque no, también para los grandes. Por ello es que pienso que los recursos de bosques naturales tienen también muchas posibilidades de uso: preservación sí, pero también producción de madera, de productos no maderables, de  servicios ambientales, etc. Además alguien debe pagar esos bienes y servicios. Nadie puede  preservar gratis para el disfrute de otros, no es justo. Aquí surge entonces nuevamente nuestro deber de profesionales responsables: debemos tener políticas, leyes y reglamentos, que a cualquier propietario o comunidad les permitan  vivir dignamente del bosque, sin destruirlo. De esa manera alejaremos la pobreza de los territorios de bosques y plantaciones. Es así, como nos atrevimos, desafiando  a los empresarios  y al Estado a emprender el manejo de 80 mil ha. de  Bosque Primario Tropical en la Amazonía brasileña. Hicimos un trabajo basado en la ciencia, y un plan de manejo de libro de texto, que además fue certificado FSC y  con genuina responsabilidad corporativa. Allí aprendí sobre la necesidad de blindar  las iniciativas contra posibles cambios de tipo ético (mayoría calificada de accionistas para cambiar los estatutos de la empresa). Esa fue una aventura memorable, que ha tenido altibajos, pero que aún existe. Los empresarios no nos querían pues estábamos dando el ( según ellos) mal  ejemplo que el manejo forestal puede hacerse bien; el Estado, las ONGs  y los científicos desconfiaban de que alguien hiciera algo bien sin segundas intenciones. Que diferente sería todo si en lugar de vivir en un esquema de desconfianza, empezáramos a confiar unos en otros, y eso sí, sancionáramos fuertemente a los que y traicionan esa confianza. Lo gratificante, fue que después de un tiempo Green Peace Brasil, trató de repetir esa experiencia, pero su  intento no fue autorizado por Green Peace Internacional. Lástima, pues habrían sido actores  más escuchados en el camino hacia el buen manejo de los recursos naturales.

 

Toda esta red de actividades ( sin saberlo siempre trabajé en redes)  me ha permitido participar  muy activamente de una serie de iniciativas internacionales de la comunidad de  donantes y de las organizaciones del sistema de Naciones Unidas.: el Osborn Grant for Policy Research de la Fundación Rockefeller; la Bellagio Forestry Task Force  para imaginar una organización internacional para la investigación forestal;  el Panel Internacional de Investigación Forestal Internacional y luego como consecuencia la creación del CIFOR del que fui uno de los miembros fundadores de la primera junta directiva del CIFOR. Al principio éramos sólo una Junta Directiva y  hoy CIFOR es un centro internacional con actividades en todo el mundo tropical con más de 200 investigadores.  Pero este proceso duro  alrededor de 8 años , lo que me enseño a tener paciencia. Luego la red continuó  evolucionando  y participé y sigo participando de iniciativas internacionales.

El sistema internacional es complejo, y a veces  cuesta no rebelarse. Pero por otra parte uno tiene la obligación y la oportunidad de representar los intereses de América Latina en estas instancias  y ello representa finalmente recursos, proyectos, capacitaciones; es decir, algo queda en limpio. Hay que aprovechar seriamente estas instancias, con la responsabilidad de usar las oportunidades, para nuestros países y con la perspectiva de vuestros países. Chile, en lo forestal, debe tratar de perfilarse internacionalmente y estar presente en estos procesos.

Pero esta misma red que se va construyendo, lo lleva a uno al mundo de las consultorías y de la cooperación internacional, y así, la red se sigue ampliando, con más organizaciones  y colegas trabajando en cosas más o menos interesantes, lo que me ha llevado a trabajar en varios continentes y países, con gente de todas las nacionalidades y con muchas  agencias  bilaterales e internacionales de cooperación. Se trata de un trabajo sumamente demandante y agotador. Pero  el espíritu inicial se ha perdido: tratar de colaborar y comprometerse con los países y sus gentes. Ahora es sólo otra industria sin alma, una forma de ganarse la vida, con seres que poseen cajas negras que sólo ellos saben manejar  y que aumentan los costos de intermediación de cualquier proceso. Uno de esos casos es REDD+, en que todos se hacen grandes expectativas, pero que nunca reemplazará  a los múltiples otros valores que tiene el bosque y sólo aumenta los costos de transacción. Demasiados fondos internacionales se quedan en las ramas de las consultoras internacionales y muy poco aterriza en las tierras y los estómagos de la gente que se pretende ayudar.

Pero nuestros Gobiernos, con leyes complejas y regulaciones kafkianas, hacen que la actividad forestal sea demasiado cara, especialmente para los pequeños y medianos propietarios y desperdiciamos así la posibilidad que las comunidades rurales vivan del bosque. Ojala que en Chile no sea así y que permitamos a la gente vivir del bosque.

He tenido la gran oportunidad de enseñar  durante toda mi vida, y ese es un privilegio, pues quién enseña aprende y además quién enseña debe estudiar permanentemente. Empecé enseñando a los 13 años de edad  a  los escolares de mi barrio de cursos  inferiores, y durante mi tiempo de Universitario hacia  un montón de horas de clase que me permitían financiar mis estudios. Fuí también asistente en la universidad  y luego ya muy pronto de iniciada mi carrera profesional, me transformé  en Profesor en la Universidad. Lo siento por mis estudiantes de aquella época, pues yo no tenía experiencia, pero  éramos pocos y debíamos asumir tareas para las que no estábamos preparados. Afortunadamente siempre he podido hacer clases mientras también practico mi profesión. Mi primer alumno de Maestría en Venezuela en la Universidad de los Andes, fue un compatriota chileno que es ahora profesor de la Facultad Forestal de la Universidad de Chile, luego a partir del año 85  he sido profesor en el CATIE de Manejo Forestal y luego de Políticas y Gobernanza; y en la Universidad para la Paz de Naciones Unidas  fui profesor  del Departamento de Recursos Naturales y Paz, teniendo estudiantes de todo el mundo. Mis áreas han sido siempre economía, manejo  de bosques naturales y plantaciones  además de  políticas y gobernanza. Lo he hecho principalmente a nivel de postgrado; Maestrías y Doctorados, lo que implica también que me he mantenido  permanentemente como investigador. Pude coordinar un proyecto de investigación en  Árboles de Uso Múltiple para Centroamérica.

Actualmente, desde mi cátedra de Gestión Forestal Territorial, gestionamos la Red Iberoamericana de Bosques Modelo, que trata de la creación de Gobernanza territorial en territorios ricos en bosque, dónde todos los actores que operan en un paisaje se sientan a la misma mesa para debatir sus acuerdos y diferencias y tratan de llegar a consensos. Es un esfuerzo de descentralización, para que  los locales se apropien de las iniciativas, tomen su destino en sus propias manos, en incluso sirvan de  áreas piloto al Estado para ensayar  soluciones audaces. La Red cubre a 15 países, 29 bosques modelo y más de 30 millones de ha ( Chile es miembro de la Red). Sin acciones espectaculares, poco a poco, se va creando un ambiente favorable para el desarrollo humano sostenible con procesos sociales consensuados, Los forestales hemos perdido la paciencia y se nos olvida que los procesos sociales y la construcción de una cultura forestal, se puede tomar 20 a 30 años. Esta es mi principal tarea actual.

Finalmente una breve y humilde reflexión sobre Chile, desde la distancia. No soy un actor del sector forestal chileno y seguro no tengo suficiente información

Chile ha tenido éxitos  en el sector forestal. Pero también esos éxitos han sido parciales y no  han sido equitativos. Es la hora de humanizar los éxitos. El mundo, y Chile, se mueven desde una democracia electoral, hacia una democracia participativa. Todos quieren un lugar como actores y no como ovejas de un rebaño.

Para mantener Chile su éxito forestal, debe iniciar un cambio de paradigma. Y probablemente el cambio de paradigma no sea  el de los mares de plantaciones forestales industriales, ni el mar de los bosques naturales intocados.

Es probable que el nuevo paradigma vaya  a una visión ecosistémica, más cerca del Mosaico Adaptativo de la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, donde la descentralización, la equidad y el enfoque territorial sea preponderante, pues cada región es un mundo diferente. Probablemente el Estado deba aprender  de  los territorios con buena gobernanza y   adaptar sus políticas a una forma más flexible de gobierno.

La función de planificación debe ser retomada al nivel de las regiones, provincias, municipalidades y territorios culturales y el estilo deba ser la participación de todos, ¿ qué tal si son los propios forestales son propositivos y ayudan a señalar ese camino? Esto implica que los forestales debemos salir de nuestro cajón, y trabajar multidisciplinariamente con otros, recibiendo y aportando para mejorar los medios de vida en los espacios rurales en territorios concretos. Ello implica ordenamiento y gestión de territorios decidido desde las bases y con la participación(o involucramiento) de todos los actores.

Maquiavelo diría, cambia tú filosofía de vida hacia donde están las oportunidades. Yo digo mantén tú filosofía de vida, que si es sana, te brindará muchas oportunidades.

El mosaico forestal de un país debe ser diverso:  áreas protegidas, públicas y privadas, bien manejadas y que generen riqueza y la distribuyan  en forma equitativa; bosques naturales y renovales grandes y pequeños, de propietarios y comunidades que generen madera y productos no maderables, que generen riqueza  y la distribuyan en forma equitativa; plantaciones forestales, grandes y pequeñas de especies nativas y exóticas, que respeten derechos y  generen riqueza y la distribuyan en forma equitativa.  Así podrá terminar la polémica de la relación entre la existencia de bosques y plantaciones  en un territorio y la pobreza. Los bosques y plantaciones han generado riqueza, ahora hay  que distribuirla bien, para que la correlación entre  bosque y equidad sea positiva. Este no el momento de ser defensivos, sino de dar pasos concretos por mejorar la situación.  Este es un asunto bastante universal en América Latina, no sólo de Chile.

Hay un concepto que debe practicarse seriamente: la Responsabilidad Social, que debe ser de las Corporaciones, del Estado, de las ONG y de cualquier institución. Debe practicarse con seriedad, no sólo para mejorar imagen ( lo que incluso puede llegar a ser rentable). Debemos tratar de lograr el mundo ideal en el que las  externalidades, positivas y negativas, se internalicen, es decir quién crea un bien o servicio público debe recibir el precio del mismo y quién  causa un daño debe pagar por ello, compensar a los afectados  y trabajar por evitarlo en el futuro. Esto vale  para todos los sectores y por lo tanto también para el sector forestal. Esto lleva a la  generalización del concepto de los servicios ambientales  como una nueva oportunidad de desarrollo y crecimiento  con impactos económicos, sociales y ambientales positivos.

En este sentido, creo en la certificación, he sido certificado tres veces y he participado en una docena de procesos de certificación como auditor.  Me recuerdo a este respecto, que hace ya  quizás un par de décadas, vine a Chile a promover la certificación forestal. La CORMA y los empresarios nacionales no me recibieron. En cambio inversionistas extranjeros si lo hicieron y de hecho fueron dos empresas extranjeras de plantaciones las que se certificaron como primeras  en Chile. Participé en el  primer Scoping ( o pre certificación) de una empresa forestal en Chile. Sin embargo estoy informado de como las cosas van o no progresando y es aquí dónde, los forestales debemos tratar de salvar el prestigio de la certificación como una buena herramienta y exigir calidad, seriedad, consultas serias y amplias y todos saldrán ganando. La certificación forestal no es una herramienta para  lavarse la cara y ganar prestigio. Debe ser un compromiso serio de empresas y  certificadores, y estos últimos no deben  transar y convertir una herramienta útil en un ejercicio cosmético, liviano, “light”.

Soy un forestal que cree que para conservar el bosque es necesario cortar árboles, pero en buena forma; tanto de plantaciones como de bosques naturales; creo también que debe ser el propietario, o quién tenga derechos sobre el bosque,  quién debe poner los objetivos del manejo forestal y los profesionales tendremos que orientar las acciones para que esos objetivos se consigan. No creo en la existencia de autoridades, sino de servidores públicos que deben rendir cuentas. Esto vale para los propietarios grandes, pequeños y medianos, de plantaciones y de bosques naturales, para comunidades ladinas e indígenas. Pienso que la madera es un vehículo para  la mitigación y adaptación al cambio climático y para la salud humana. Es un vehículo para la Carbono Neutralidad. Debemos maximizar  el uso de madera  en productos de larga duración ( se empiezan a hacer rascacielos de madera) y debemos trabajar con los arquitectos y con las políticas públicas de construcción, para que privilegien la madera. Entonces todos los bienes y servicios del bosque son necesarios y en general no son sustitutos ( de esto  o lo otro), sino complementos ( esto y lo otro). Pienso también que la preservación es necesaria, pero bien definida y justificada y no en todo bosque. Hay espacio para todos en  el logro del Desarrollo Humano Sostenible.

Lo que les he contado, por favor véanlo como algo normal y corriente. Como dice Kavafis en su poema Ithaca( versión no precisa tomada de mi memoria):

“Cuando emprendas tú viaje hacia Ithaca,

Debes desear que el camino sea largo

Lleno de vivencias y experiencias.

Debes descender en cada puerto

Y disfrutar de  las sedas y los perfumes.

No temas a los Cíclopes y Lestrigones,

Que  podrían amenazar el viaje,

Pues sólo existen  si están en tú espíritu.

Y si cuando has llegado  finalmente a Ithaca

e Ithaca te desilusiona, no es lo que esperabas,

verás que el viaje siempre valió la pena.

Piensa solo en todas las experiencias y lecciones

Que aprendiste en él.”

La vida me ha dado la oportunidad de practicar  una profesión que tiene sentido ( desarrollo humano sostenible) y además de hacerlo con sentido y por ello sólo me queda agradecer profundamente a  que he podido mantener mi filosofía inicial durante toda una vida como forestal, 

….y cómo lo he disfrutado….                                        Muchas gracias     

Temuco 9 de Abril del 2014