Entrevista a investigador del Depto. de Sociología a propósito de su publicación "Conflicto Social en el 'neoliberalismo avanzado'":

Prof. Carlos Ruiz Encina: "Pasamos de una política sorda a una política muda"

Prof. Carlos Ruiz: "Pasamos de una política sorda a una política muda"
Carlos Ruiz Encina, académico del Depto. de Sociología, FACSO, U. de Chile.
Carlos Ruiz Encina, académico del Depto. de Sociología, FACSO, U. de Chile.
Portada del libro: "Conflicto social en el 'neoliberalismo avanzado'. Análisis de clase de la revuelta estudiantil en Chile".
Portada del libro: "Conflicto social en el 'neoliberalismo avanzado'. Análisis de clase de la revuelta estudiantil en Chile".

Carlos Ruiz E., fue el único investigador chileno seleccionado por el Programa Regional de Becas de CLACSO con el apoyo de la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (Asdi) para realizar un estudio durante un año (2012), que se plasmó hacia fines de 2013 en una publicación de la editorial latinoamericana Colección Becas de Investigación. Se trata de una iniciativa dirigida a la difusión de los trabajos que los investigadores de América Latina y el Caribe realizan con el apoyo del Programa Regional de Becas de CLACSO sobre Régimen de acumulación y clases sociales.

El estudio de Ruiz (sociólogo, Magíster y Doctor en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile), transitó una rigurosa evaluación ciega en manos de especialistas externos a la institución en un proceso de revisión por pares. Esta publicación internacional se encuentra en línea y las instituciones acreditadas pueden solicitar el envío de las impresiones en papel.

En esta entrevista, el académico cuestiona no sólo la forma de hacer política en el marco de los movimientos sociales que han despertado desde 2011 sino también la manera en que las Ciencias Sociales abordan este nuevo fenómeno en Chile, distinguiéndolo del resto de América Latina en lo que llama un “neoliberalismo avanzado”.

_ ¿Se plantearon o utilizaron nuevas herramientas de estudio para esta investigación?

_ Partí por algo que considero un poco abandonado en la sociología, que es hacer dialogar la impresión de los actores, el estudio de los actores mismos, su forma de constitución, la forma en que ellos mismos lo explican, con el análisis de la transformación de la sociedad chilena. En el viejo lenguaje sería hacer dialogar estructura y acción y la sociología ha estado escindida entre sólo estructura o sólo acción. Creo que esto es lo que también fue evaluado y lo plantearon en el informe como algo interesante. Aunque lo único que estoy haciendo es recuperar tradiciones que fueron olvidadas. Creo que hicieron un guiño al enfoque de la investigación no sólo al resultado.

_ ¿Por qué en Chile se habla de “neoliberalismo avanzado”?

_ Este tipo de textos tiene un impacto bastante distinto afuera que en Chile, porque aquí se han naturalizado muchas de las cosas que ocurren. En todas partes las universidades públicas son públicas y gratuitas y eso es natural. Eso de que acá paguen más de 400 dólares mensuales por una carrera en una de las universidades públicas más importantes del país les parece muy extraño. Por eso la experiencia chilena es atractiva para entender el tema de las transformaciones y qué vínculo tienen con los conflictos que se producen aquí. Esto, para no asociar mecánicamente a los movimientos sociales locales con los del resto de América Latina y compararlos. En este sentido, pareciera que la vieja América Latina todavía está presente en otros países, con sus huellas más fuertes de mediados del siglo XX, con sus modelos de desarrollo, con su Estado más antiguo, menos desarticulado.

_ ¿Es otro tipo de neoliberalismo el chileno?

_ En América Latina los neoliberalismos (obviando las distintas maneras de definirlo) se instalaron en una ruta mucho menos lineal que la chilena y mucho más tardía; acá en 1975 empezaron las transformaciones fuertes y en el resto de los países más hacia los ’90, en plenas condiciones de apertura política. En Chile es muy abrupta, muy rápida y prácticamente sin oposición social y política sustantiva, dado que se dio en una situación autoritaria extrema. Entonces la transformación neoliberal está llena de avances y retrocesos; los movimientos sociales derogan leyes, se re-estatizan cosas que se habían privatizado, hay niveles de pacto con el empresariado local para que tenga cierto peso en los procesos de apertura comercial y en Chile eso no ocurrió. Son situaciones distintas. Por otro lado, la experiencia chilena tiene más de 40 años ininterrumpidos, donde ya se sedimenta un panorama social distinto al de los otros países que llevan una década o a lo sumo dos y que aún conservan los viejos obreros, el viejo empresariado, la vieja universidad pública, todavía es una mezcla de pasado y presente. Las nuevas generaciones ven a estos procesos como algo extinto y, al revés, nos miran a nosotros como un experimento. Es por esto que hablo de neoliberalismo avanzado. Es un término que tomé de un documento de la CEPAL.

_ Chile sería como una isla en región. ¿Se busca replicar su experiencia en otros países?

_ Tal cual no, pero hay países con Colombia o Perú que lo siguen. Pero los índices de penetración de las AFP en Perú todavía son muy bajos comparados con los chilenos. Todo esto hace que la experiencia chilena se mire desde afuera con esa carga de insularidad. Esto también plantea hasta dónde es asociable el conflicto chileno con el del resto de América Latina, qué tiene o no de excepcionalidad. Por eso en la investigación estuvo presente el hecho de recuperar una sociología que analice el carácter social de los fenómenos, qué ocurre en la estructura social. Esto a su vez explica que la globalización no es la misma para todos, sino que a la misma globalización la bailamos distinto.

_ ¿Qué análisis hace de la “clase media” en el estudio?

_ Ese es un término que le sirve a la economía pero no a la sociología. En la sociología no se habla de clases porque no es un espacio que tenga un ethos constituido, una capacidad de incidencia. Hay capas enormes: unas que vienen entrando con la nueva generación (que tampoco pertenecen al viejo mundo popular) y otras que son más viejas. No comparten una visión de la sociedad que les permita considerarse un actor. Ahora, está empezando a constituirse y no sabemos bien cómo se va a constituir y para dónde va a empujar. El rugir de los años anteriores, del conflicto social del 2011 en adelante, es muy mesocrático. Sabemos que la suma de injusticias no produce mecánicamente movimiento social. En este caso, no explotó el mundo del trabajo sino el de la educación, la educación superior. De todas maneras, hay una incorporación desde sectores populares al movimiento de la educación superior. Esto hace más complejo aún trasladar los viejos nombres de clase media a la situación actual. Se ha creado un sector muy nuevo. Ahí es donde las Ciencias Sociales están al debe, porque buscan viejos nombres para un fenómeno nuevo. El descalce que hay tan fuerte entre los viejos clivajes políticos, dan cuenta de la novedad gigantesca que tiene este nuevo panorama social. Tienen que allanarse más a lo que está ocurriendo afuera que tratar de seguir usando viejos nombres. Ahora, los métodos siguen siendo los mismos, pero las conclusiones comprensivas de la sociología chilena y latinoamericana de hace 50 años es bastante difícil trasladarla para explicar los actores actuales y las posibilidades de refundación de la política que puedan tener esos actores.

_ ¿Cómo se conecta este nuevo fenómeno con el déficit de la representación política?

_ El desborde total de la política. Pasamos de una suerte de política sorda durante dos décadas (desde la transición a la democracia) a este nuevo Chile social que despierta y que tiene una política muda, que quedó atontada, aturdida. El distanciamiento entre los ciudadanos y los políticos de los ’90 y principios del 2000 es inducido. Es la sordera producida como modalidad de gobernabilidad. Ahora es al revés; tratar de ver a tientas y agachas cómo incorporan las banderas del movimiento social, pero en una refundación de la vieja política que no permite un cambio sustancial que incorpore a esta nueva socialidad en curso. Creo que esto puede terminar inaugurando con efectividad y, más allá de las propagandas, un nuevo ciclo histórico, este nuevo magma social chileno reconstruyendo la política.