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Estudiantes extranjeros: un mercado que algunas universidades se disputan

Premio a un crítico estudio sobre movilidad estudiantil internacional
Carolina Pinto Baleisan
Carolina Pinto Baleisan

Por tradición, en Francia, las tesis doctorales no son calificadas con notas, sólo algunos/as reciben felicitaciones y el de Carolina Pinto Baleisan fue uno de estos casos. Tanto así que sus profesores le sugirieron se presentara al premio que otorga el 23e concours de l’Observatoire National de la Vie Étudiante con su tesis titulada Movilidad social y movilidad internacional de estudiantes extranjeros: trayectorias de jóvenes profesionales chilenos y colombianos en Paris, New York y Boston. Este centro de investigación se interesa en los estudios sobre el mundo universitario y secundario en Francia y Europa.

Tras seleccionarla como una de las ganadoras, el observatorio financiará su viaje para asistir al seminario en el que se presentarán las tres tesis seleccionadas para su premiación y al que asistirán autoridades del Ministerio de Educación y de la Investigación de Francia. Esto será el 5 de junio de este año.

Los puestos serán comunicados en la misma premiación como parte de la tradición e intentando generar expectativa respecto de quién ocupará el primer lugar. “A mí el sólo hecho de estar seleccionada ya me parece súper positivo porque es un concurso muy competitivo. El premio es en dinero y creo hay también un apoyo para publicar un libro con los resultados. El observatorio se nutre de este concurso y tiene una biblioteca fantástica que utilicé varias veces cuando estaba haciendo mi investigación”, comentó Pinto.

Su estudio se desarrolló desde una mirada crítica al sistema educativo internacional tomando en cuenta la necesidad que tienen algunos países de atraer estudiantes extranjeros para poder seguir sosteniendo las dimensiones de las universidades, ante la ausencia de estudiantes nacionales.

_ ¿Cuál fue tu principal interés en la investigación?

_ Hice una comparación entre las trayectorias de estudiantes chilenos y colombianos que hacen estudios de postgrado en Francia o en Estados Unidos. Las conclusiones tienen que ver con una suerte de tipología donde encontramos, por un lado, ciertos estudiantes que hacen un recorrido más bien encapsulado en el campus universitario, que no trabajan y que sólo se dedican a estudiar, durante un período más corto. Por otro lado, hay un grupo de estudiantes que tiene una experiencia bastante distinta, al viajar con menos recursos o recibir una beca con menor cobertura. Algunos de ellos van a las universidades públicas francesas donde no tienen campus, lo cual les obliga a alojarse en la ciudad y tal vez hasta trabajar. Este tipo de estudiantes está mucho más en contacto con la vida diaria cotidiana del país de acogida, lo cual puede acercarlos más a la inmigración. Dentro de este mismo tipo, están las personas que van a hacer un doctorado y comienzan a alargar su estadía en estos países y se empieza a producir una transformación interna que se aleja de la experiencia de este estudiante súper encapsulado que va y vuelve a su país rápidamente.

_ ¿Cuántos estudiantes extranjeros hay en los países que elegiste para la investigación?

_ En Estados Unidos hay 500 mil estudiantes extranjeros, en Francia son 250 mil. Este es un número importante para las universidades, por eso están en permanente competencia, tratando de atraerlos para sus aulas. Esta vida estudiantil “encapsulada” está bastante reforzada desde los sistemas universitarios europeos y estadounidenses porque les interesa tener estudiantes extranjeros, ya que cada año hay menos jóvenes en estos países debido al envejecimiento demográfico de la población. Entonces necesitan estudiantes nuevos para sostener sus instituciones con las mismas características. Por otro lado, los Estados cada vez financian menos los sistemas universitarios, entonces las universidades ven a los estudiantes extranjeros como “clientes potenciales” interesantes, sobre todo aquellos que vienen de países emergentes como China o India en Asia, o como Brasil, México o Chile en Latinoamérica. Todo esto contribuye a formar esta experiencia que hace ver a los estudiantes como encapsulados.

_ ¿Cómo repercute en sus investigaciones uno u otro tipo de formación?

_ Los que tienen este recorrido más encapsulado pueden ser bastante “útiles” al contribuir rápidamente con ciertos conocimientos al país del que provienen. Van a volver y tratar de tener posiciones de poder. Aquí se abre un tema complicado: hay programas, como el Fullbright por ejemplo, que eligen a personas de ciertas élites para luego tenerlos como aliados en los países extranjeros, lo que devela una transferencia política e ideológica. Luego, con respecto a las personas que van a estudiar a universidades públicas, que pasen más tiempo allá no significa que no vayan a volver nunca más. Pero cuando lo hagan, será con otro tipo de experiencias. Ya sea que se queden en el país de acogida o vuelvan, estas personas también contribuyen a los países a cambiar la imagen que existe de Chile o de Colombia en el extranjero. Históricamente, las corrientes migratorias de los años ‘50 a los ‘80, estaban mucho más ligados a los problemas dictatoriales en América Latina. Entonces, las colonias de exiliados que viven en Europa han sido de alguna forma estigmatizadas por los mismos países receptores. Por lo que ver a un chileno o un colombiano que no necesariamente está en la lógica de los exiliados o de los desplazados (en el caso de Colombia), sino que son mano de obra altamente calificada que se inserta de otra manera, contribuye a desmitificar la figura del inmigrante latinoamericano.

_ Tu estudio es bien crítico respecto del sistema educativo internacional

_ Sí. La conclusión habla sobre cómo los factores estructurales están produciendo cambios en la movilidad estudiantil y la están transformando en una vivencia cada vez más transitoria, cada vez más cara y reforzándose a través de los fondos de cooperación en los que están presentes intereses económicos. Esta figura del estudiante extranjero más meritocrático, que ve a la universidad como ascensor social está cada vez más tensionado por las políticas migratorias y por los intereses de las instituciones educativas de los países en desarrollo.