Columna de Opinión

Senador Pizarro: "La democracia chilena, hija prodiga de la Constitución de Pinochet"

"La democracia chilena, hija prodiga de la Constitución de Pinochet"
Senador Universitario Abraham Pizarro
Senador Universitario Abraham Pizarro

En la Constitución de 1980 de Pinochet no se considera la participación ciudadana, no existe en nuestro país ni la revocación popular de autoridades ni plebiscitos y/o referéndum vinculantes. El sistema político electoral, el funcionamiento del parlamento, del ejecutivo, del poder judicial, el Estado en su totalidad, opera con total prescindencia y desconexión de las iniciativas de participación o del control ciudadano.

Si miramos con atención los reglamentos jurídicos que emanan de esta draconiana Constitución y que actualmente rigen las organizaciones públicas nos encontramos con los estatutos de las universidades estatales que, a diferencia de la Universidad de Chile que realizó un refundido (2006) de los estatutos de 1981, las otras no han propiciado ni un ápice de iniciativas para cambiarlos.

¿Por qué? Simplemente porque los estatutos heredados de la Constitución de 1980 les permiten gobernar eternamente la universidad y su gobernanza está suscrita a una junta directiva con total prescindencia de su comunidad.

Es obvio que esto sucede en un país en donde aquellos políticos electos a engaños de los ciudadanos comunes se “apernan” en cargos parlamentarios eternamente, esquivando realizar cambios a la constitución política por una cuestión personal ya que la labor de representar al pueblo les confiere inmunidad y muchos ingresos sacados del erario fiscal.

Los 120 diputados pueden estar cuatro años y ser reelegidos indefinidamente. Los 38 senadores pueden estar 8 años y ser reelegidos indefinidamente y cambiados parcialmente.
Algunos simplemente han hecho toda su vida laboral en el parlamento nacional.

Hoy en día la democracia es el único sistema de gobierno reconocido mundialmente pero en Chile se sucede a la inversa ya que la Constitución prohíbe la participación ciudadana y le da eternidad en los cargos a aquellos que ostentan el poder.

Concluyo con este artículo mirando las instituciones del Estado como órganos representativos del pueblo de Chile sosteniendo que la Constitución de 1980 necesita ser reformada para acabar con los eternos enclaves de poder para dar paso a una auténtica democracia, renovada y cambiante.