El pasado viernes 8 de agosto se llevó a cabo la conferencia Objeto Social, reflexiones desde el arte y las tradiciones populares que el investigador Kevin Murray dictó en el Auditorio de la sede Las Encinas de la Facultad de Artes. Además, durante cuatro días encabezó el workshop El objeto social, en el que participaron estudiantes de diversas áreas del Departamento de Artes Visuales.
En ambas actividades, el curador australiano se refirió a la importancia del amuleto y su capacidad de generar vínculos entre las personas. Parte fundamental de sus investigaciones, centradas en el objeto social como dispositivo cuestionador de significado desde las tradiciones populares.
¿Cuál es la importancia de hablar de la recuperación del amuleto para el mundo contemporáneo?
El amuleto tiene un papel importante para conectar a la gente, porque es una forma de apoyo cuando alguien necesita suerte. Por ejemplo, con el terremoto no sabemos qué pasará, dónde estaremos cuando el próximo terremoto pase y en ese caso, es posible que por esa tragedia no tengamos más contacto con nuestras familias y amigos, por eso es importante tener un objeto como un recuerdo de su presencia, de su amor. Un amuleto sirve para expresar buenos deseos, sobre todo en la actualidad en donde tenemos demasiada confianza en la ciencia y la tecnología, y según las investigaciones en antropología, la llave de la felicidad es tener una conexión muy fuerte con el resto de la sociedad y el desafío para los creadores es diseñar objetos que fortalezcan estas conexiones.
Usualmente los amuletos son asociados con el mundo pasado, la cultura folclórica, pero creo que necesitamos y tenemos que pensar más seriamente sobre estos objetos. Un ejemplo de ello es Joya Viva, que es un espacio para entender cuáles son las posibilidades de un amuleto moderno que aborda los desafíos contemporáneos como terremotos, viajes o las relaciones entre extranjeros en una ciudad. Es parte de un movimiento para diseñar no sólo productos útiles, sino que también objetos sociales. En la actualidad contamos con aparatos tecnológicos para comunicarnos, ver videos, mandar mensajes, etc. Entonces los objetos han cambiado su sentido, su valor.
Según usted ¿Por qué la sociedad contemporánea tiene más confianza en la ciencia y la tecnología y ha dejado de lado al objeto?
Hay una tendencia en la modernidad para sustituir relaciones sociales por máquinas. Por ejemplo, los circuitos de seguridad son una manera de control social porque no hay confianza en nosotros mismos. Eso para mí es una mala práctica, una mala fuerza. Estamos en una tecnocracia, con más confianza en las máquinas que en las personas, pero según la antropología lo que conecta a la gente con la sociedad son cosas como los regalos. Eso es un asunto que discutimos en el taller, pero pensamos más en qué hacer sobre este problema.
¿Cuál o cuáles serían las consecuencias para la sociedad si se abandonaran los objetos?
Un objeto como un anillo de bodas representa una relación, tiene permanencia, es un símbolo de la permanencia. La desaparición de los objetos sociales surge con las redes sociales, por ejemplo, las amistades de Facebook son más temporales, no se da la misma confianza entre las relaciones en esa red social. Eso cambia a la hora de intercambiar regalos materiales. Ahora es muy fácil mandar saludos de cumpleaños en Facebook, es sólo un clic, pero difícilmente compramos una tarjeta o hacemos algo para fortalecer una relación. Sustituimos cantidad por calidad en amistades con Facebook, ese es el desafío para el objeto social. Sin embargo, hay creadores que están tratando de establecer una conexión entre el mundo de las redes sociales y el mundo real. Ahí hay un espacio de esperanza para hoy en día.
Usted mencionó que la joyería esta vinculada a lo ancestral ¿Se insertan las tradiciones ancestrales en la escena del arte contemporáneo?
Cada país tiene su propio desafío para identificar su joyería contemporánea, no es universal. En Australia por ejemplo usamos materiales de reciclaje, materiales muy pobres para crear objetos de valor. Acá en Chile es muy interesante el fuerte vínculo que hay con la joyería y la artesanía en crin que se desarrolla en la localidad de Rari, es un material único en Chile y que establece una relación con lo contemporáneo y lo popular. Ahora el reto es crear asociaciones entre diseñadores y artesanos en igualdad de condiciones pero, para esto se necesita capacitación, porque el valor más importante en joyería contemporánea es la originalidad, crear algo diferente y las culturas populares tienen mucha diversidad en cuanto a símbolos y procesos, en este sentido ustedes tienen mucha suerte en contar con una amplia diversidad cultural.
¿Ese desafío lo planteó en el workshop que condujo?
Sí y de hecho los estudiantes de aquí tienen un asunto muy fuerte con el respeto, respeto entre ricos y pobres, artesanos y diseñadores, respeto a los abuelos, ciclistas, a la diversidad sexual. Los estudiantes me plantearon esto como un problema que existe en Santiago y dejamos proyectado trabajar en el diseño de algo para fortalecer el respeto entre la gente. Los estudiantes tienen mucha opinión, son muy activos. La tarea es focalizar esta energía en el arte y el diseño, no solo con manifestaciones, es una energía única la que encontré en esta universidad.