"Carta abierta de académicos al profesor Luis Riveros, Por un rector que escuche, Santiago, 5 de abril de 2006. Carta Abierta de Académicos de la Universidad de Chile a la sociedad chilena. Carta abierta de los académicos del Hospital Clínico de la U. de Chile, Carta Abierta a los Académicos de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile. Carta abierta de Premios Nacionales, académicos, intelectuales, artistas, Universidad de Chile al Ministro de Educación. Carta abierta del Rector de la Universidad de Chile, Prof. Luis A. Riveros a la Comunidad Universitaria y al País con motivo de la promulgación de los nuevos Estatutos. Carta Abierta al Senado Universitario de la Universidad de Chile".
Infinitamente he observado este hacer académico. Lanzan una bomba de racimo imantada que camino al objetivo se acrecienta como bola de nieve. ¿Cuál es la preocupación que los aqueja hoy? ¡El Senado Universitario! El mismo que en un ostentoso discurso el 28 de noviembre de 2005 S.E. el Presidente de la República, en la firma del Decreto con Fuerza de Ley que promulgaba los nuevos Estatutos de la Universidad de Chile lo enunciaba como el gran acierto. Ya que se daba vida a un Senado Universitario, un organismo en el que participarían académicos, funcionarios y estudiantes y que cumpliría la función normativa, en donde se debatiría el análisis y la propuesta sobre el desarrollo de la institución hacia los días futuros.
No obstante los rimbombantes discursos sobre la apertura hacia la participación, la democracia y el pluralismo, la fragmentación de la Universidad continuó aumentando y nuevamente entramos en el rezago de una organización compleja, burocrática individualista.
El Senado Universitario con sus limitaciones está llamado a energizar la Universidad proponiendo reglamentos que la actualice, reglamentos consensuados con la comunidad que tiendan a promover un cambio y las transformaciones adecuadas al desafío futuro. El Senado Universitario en solitario no lo puede realizar y son válidos los enfoques disciplinarios de la academia en su indicación para dónde hay que transitar, son válidos también los aportes prácticos de los funcionarios y estudiantes.
En síntesis, triestamentalmente podemos generar las condiciones necesarias para abordar el diseño futuro de nuestra Universidad.