Archivo FECh pondrá a disposición del público el patrimonio de la ACU

Archivo FECh pondrá a disposición del público el patrimonio de la ACU

En esa época, la ACU no sólo combatió a la dictadura a través de actividades políticas, artísticas y culturales, sino que fue la verdadera Universidad: un espacio de reflexión sobre el rol de la Universidad y de los estudiantes. En ese contexto, donde archivar era arriesgado y peligroso en tanto que cualquier documento se podía transformar en una eventual pista para ser expulsado o, más aún, eliminado, la ACU generó una profusa cantidad de documentos diversos que conforman un testimonio de sus actividades administrativas y artístico-culturales.

En 1987, tras una actividad para conmemorar los 10 años de su fundación, miembros de la ACU comenzaron a recolectar documentos: fotografías, cassettes, videos, discursos, cartas, invitaciones, entre otros. Varios de ellos habían sido guardados celosamente (incluso, algunos enterrados o escondidos en buhardillas) por antiguos integrantes o dirigentes, quienes –por distintas razones– atesoraron fragmentos y piezas de lo que había sido un archivo administrativo de uno de los movimientos estudiantiles menos estudiados y poco conocidos, pero más relevantes dentro de la Universidad de Chile.

En esa reunión, uno de ellos contó que sabía de la existencia de “dos cajas bananeras” que estuvieron a punto de desaparecer. La ocasión: un allanamiento militar a una población donde se guardaba el Archivo de la ACU. Para evitar una incautación y mayores problemas, acostaron a un supuesto enfermo dentro de un auto sobre una “camilla” compuesta por los distintos documentos. Un pastor evangélico con una bandera blanca contribuyó a que escaparan con éxito, tras una simple revisión militar.

La historia no termina ahí. Tras su salvación, fueron escondidos en un lugar apartado de la Población Dávila, en el sector sur de Santiago. En una bodega y bajo pilas de tablones y ladrillos, se encontraban dos grandes cajas bananeras que estaban protegidas con unos plásticos algo corroídos, pero que habían logrado su cometido esencial: conservar los soportes y los contenidos de diversos papeles. ¡Era gran parte del Archivo de la ACU!

Al final de esa cadena de custodia que incluyó manos visibles y anónimas, el Archivo de la ACU pasó a cargo de Remis Ramos, albacea documental, quien lo cuidó y comenzó, junto con otros integrantes, su primer proceso de clasificación y ordenación. Tras varias gestiones, los documentos arribaron al Archivo FECH, el cual se ha comprometido, mediante un proyecto FONDART, a generar diversos instrumentos de descripción para compartirlo con el público en el mediano plazo. Desde ese momento, se ha sometido a una serie de intervenciones: organización, descripción y puesta en valor, procesos en los que han participado diversos estudiantes de la Universidad de Chile mediante un voluntariado.