Profesor Mauricio Barría

"La performance nos enfrenta a la urgencia de volver a contar el mundo"

La performance nos enfrenta a la urgencia de volver a contar el mundo
Este encuentro propone "una manera de analizar los problemas sociales desde lo que se llama un giro hacia el acontecimiento, entender que los fenómenos sociales son procesos", dijo el académico.
Este encuentro propone "una manera de analizar los problemas sociales desde lo que se llama un giro hacia el acontecimiento, entender que los fenómenos sociales son procesos", dijo el académico.

Como una actividad diferente a los demás tipos de congresos que se realizan en el mundo universitario definió el subdirector del Departamento de Teatro, Mauricio Barría, el 10° Encuentro del Instituto Hemisférico de Performance y Política de la U. de Nueva York, que se realiza en nuestro país gracias a la U. de Chile y el CNCA. “Es un encuentro de corte académico por definición”, donde “la noción de performances es la que viene a desestabilizar esta concepción académica del congreso”, explicó Barría.

Es en esta instancia donde “lo académico, de alguna u otra manera, rompe su atadura disciplinaria y sus límites espaciales respecto al receptor académico clásico, y se abre a dialogar directamente en el espacio público”.

El académico planteó además que este encuentro podría hacer su principal aporte en el ámbito teórico, ya que “en Chile, prácticamente el trabajo sobre teoría de la performance o sobre metodologías que estudian los comportamientos performativos, está casi no desarrollado”.  Por ello eXcéntrico “tiene un impacto muy poderoso al interior de la academia, en cuanto viene a proponer una manera de analizar los problemas sociales y culturales desde lo que se ha solido llamar un giro hacia el acontecimiento, para entender que los fenómenos culturales y sociales no son sólo objetos, sino que son sucesos y procesos”.

¿Cómo definir el concepto de performance?

Es lo que acontece pero en tanto proceso es incalculable. Cuando hablamos de performance y pensamos, por ejemplo, en estudiar movilizaciones sociales como performance, lo que estamos tratando de imaginar es no solamente el sentido de la cosa, sino que también los efectos; qué significa para las personas cuando ven una marcha, cómo suceden los cuerpos en esa relación, cómo los cuerpos interactúan en esas relaciones. Eso es de alguna u otra manera lo que vienen a proponer los estudios de performance desde una perspectiva metodológica.

¿Qué pasa con este dispositivo artístico en Chile? 

Tenemos un movimiento de artistas de performance muy consolidado, no son muchos tampoco, pero es bastante consolidado. Se podría situar su origen en artistas como Francisco Copello y otros que se desplazaron de su “zona de confort disciplinaria” para indagar otras posibilidades. Es al inicio de la dictadura donde empieza a surgir lo que se conoce como “la escena de avanzada”, donde encontramos el trabajo de Carlos Leppe a propósito del cuerpo y de la acción de dar cuenta de la violencia dictatorial, así como también los trabajos del Colectivo Acciones de Arte y sus intervenciones de los espacios públicos, quienes a finales de los ’70 y principios de los 80 marcan un inicio respecto al problema de performance. Luego, artistas como Gonzalo Rabanal –y el colectivo Los Angeles Negros- o posteriormente Alexander del Re, van a constituir lo que podríamos llamar el tercer momento de la historia de la performance en Chile.

¿Cómo conjugar el ámbito artístico con el teórico en este campo?

A partir del trabajo de estos artistas hay una efervescencia de una escena de performance en nuestro país, pero sí es una cuestión menos conocida la performance como epistemología o como lente de análisis de fenómenos culturales. Por ello, un encuentro como este mezcla ambas cosas a partir de muestras de artistas y también de mesas redondas, activistas sociales, entre otras cosas.

¿Cómo se da hoy el carácter rupturista de la performance en Chile?

Hubo una época en la performance en los ´70 en que efectivamente la aparición del cuerpo en una cultura radicalmente textual y bidimensional fue importante. A diferencia de eso, hoy los modos de disidencia de alguna u otra manera van siendo adoptados fácilmente por el capitalismo. Y en ese sentido el capitalismo también ha tomado una suerte de ética capital del cuerpo, una ética incluso de la disidencia corporal, o sea, genera también una disidencia del cuerpo. Hoy día en cualquier teleserie a nadie le llamaría la atención que hubiese un travesti, o que hubiese un transformista, hasta Zabaleta podría hacer de transformista y nadie le estaría gritando cosas en la calle, como si le sucedió a mucha gente en otra época que sí vivían peligrosamente cuando asumían sus identidades de género. En ese sentido, hay formas de performance que suceden que son menos rupturistas.

¿Cómo debiese ser esa ruptura de la performance?

No tengo una respuesta en el sentido de que cómo debiera o no ser algo, pero sí creo que la performance todavía contiene un componente altamente disruptivo. No solamente pone y expone al cuerpo del artista, sino principalmente porque genera la urgencia de una acción, la que genera la necesidad de una interacción; o sea, la performance te obliga a decir algo, y eso ya es algo extraño, frente a un mundo televisivo que no es interactivo, es comunicacional, no interactivo performativo. 

Ahí hay un acto interesante que te obliga a tener una respuesta, a tener una reacción y eso es el gran potencial de la performance, que nos enfrenta a la urgencia de volver a contar el mundo, porque lo que nosotros en realidad hemos perdido es la capacidad de contar, de experimentar. Hemos perdido la experiencia, como dice Walter Benjamin. ¿Qué le vamos a contar a nuestros hijos?

¿Cómo este potencial, que también es político, se acopla a la realidad del Chile actual?

Nos pareció interesante traer un evento como este hoy a Chile. Claro, el movimiento estudiantil está también en otra situación, y se siguen ocupando las mismas estrategias. La lógica del estudio de performance releva todo ese potencial que nosotros experimentamos como sociedad, entonces ese es el gran potencial político. No es que venga a hacer una transformación importante, no es que venga a enseñarnos algo en especial, sino que es una oportunidad para seguir reflexionando respecto de éstas posibilidades de relación con la sociedad. El discurso político no es sólo el texto, son también las acciones, y eso es de lo que estamos lejos. Los cuerpos en acción todavía nos molestan. Y eso es tal vez, todavía, el elemento de irrupción que tiene la performance.

Justamente en esta condición de acontecimiento, de presente, ¿cómo está la situación del registro de la performance?

Desde una epistemología tradicional, un objeto de estudio se define básicamente por su permanencia en el tiempo, entonces eso es una cuestión interesante porque la performance viene a desestabilizarlo. No necesariamente es radical e importante lo que es permanente en el tiempo, y más todavía, diría que incluso para nuestra vida real, lo más probable es que los acontecimientos más importantes hayan sucedido solo una vez. Entonces es llamativo que haya una disociación entre la manera en que construimos nuestra experiencia real, a cómo la ciencia construye el conocimiento. 

La experiencia instantánea, como experiencia sin relato, no es experiencia, es una anécdota en tu vida. Pero en realidad, cuando sientes que algo ha sido significativo, es porque construiste. Diana Taylor tiene un texto que se llama “Archivo y Repertorio”, donde plantea que los cuerpos también son formas de archivos, sólo que portan de otra manera las sabidurías culturales, a eso les llama repertorios, la manera en que tú te mueves, te peinas, te vistes, son repertorios culturales, y también son archivos.

¿Es posible la masividad de la performance como dispositivo artístico?

Al arte de performance le caen las categorías analíticas que le podrían caer a cualquier tipo de obra de arte. Por lo tanto, no porque sea una obra de arte en sí misma es “ultra política”, “ultra disruptiva”, “ultra radical”, no. Hay obras de artes de todo. La performance por lo tanto es un tipo de dispositivo que puede ser utilizado de muchas maneras. Y eso que estoy planteando tiene directamente relación con la masividad, o no masividad de una cuestión, porque a mayor desestructuración de los códigos conocidos, menor masividad de la recepción y viceversa. Una teleserie tiene poca desestructuración de los códigos recibidos, trabaja sobre códigos recibidos y los acepta. Pero una obra de arte, cuando quiere instalarse de una forma diferente, desestructura esos códigos recibidos, por lo tanto, la gente al no reconocerlos tiende a alejarse, pero cuando ingresan, lo que les sucede es que amplían su repertorio de conceptualización. Lo mismo sucede aquí sobre performance. Habrán performances que puedan generar eso, y hay performances que no.

¿Cómo la academia debe mirar este campo?

La performance tiene un lugar de enunciación académico, es decir, los estudios de performance se pretenden como un lente de análisis de fenómenos, y como tal, sigo defendiéndolos porque desestabilizan la lógica disciplinaria.

Si esto impactara al interior de la Universidad, me gustaría que permitiera un diálogo con otras personas, que tuviera un impacto al interior de estructuras disciplinarias que hoy día son bastantes más tradicionales en términos epistemológicos, principalmente en las ciencias sociales.