Profesor Rodrigo Karmy en lanzamiento de nuevo libro:

"Mientras no haya una crítica radical al humanismo, no hay una crítica radical al imperio"

Profesor Rodrigo Karmy en lanzamiento de nuevo libro
Portada de "Escritos bárbaros. Ensayos sobre razón imperial y mundo árabe"
Portada de "Escritos bárbaros. Ensayos sobre razón imperial y mundo árabe"
Rodrigo Karmy es académico e investigador del Centro de Estudios Árabes.

Rodrigo Karmy, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades, invita en su nuevo libro a arrojarse al desierto y a abrazarlo como una posibilidad. "Lo que este conjunto de ensayos intenta habitar es justamente el intersticio, que es precisamente lo que está desierto. Intenta que la filosofía se haga cargo del mundo, pero al mismo tiempo intenta darle un giro especulativo a la propia contingencia y, en ese sentido, es una filosofía del presente”, explicó el autor.

Karmy entiende y plantea la filosofía como la migración del pensar, explicando que hay filosofía "precisamente cuando el pensamiento no calza con la nación o con un territorio en particular (...) La filosofía siempre extraña a su propio territorio”, apuntó.

En este sentido, el investigador del Centro de Estudios Árabes asume la filosofía como un modo de habitar. Un modo de habitar un lugar que no tiene territorio, como una in-coincidencia con todo territorio por el hecho de ser ella misma desterritorializada. "Si uno ve la historia de la migración de la filosofía desde Grecia, pasando por Bizancio, Bagdad, Córdoba, y posteriormente París y Alemania, la única conclusión posible es que la filosofía excede al territorio al que llega. En cierta manera, en estos ensayos está la idea de una filosofía móvil, que fundamentalmente asume su quehacer como un campo de batalla frente a un poder específico. No puede haber filosofía sin provocación, sin un intento de problematizar radicalmente las categorías con las que se opera de manera habitual".

La primavera árabe y la intifada

El profesor Karmy 2006 comenzó a trabajar temas sobre filosofía y geopolítica en el Centro de Estudios Árabes. “Si hay un momento en el que creo que fuimos radicalmente impactados fue cuando aparecieron las revueltas árabes. Fueron una acontecimiento no solo porque el escenario del mundo árabe era completamente abyecto frente a cualquier tipo de emancipación, en el sentido de que los mismos proyectos de emancipación que habían sido claves en los años '60 estaban capturados y vaciados de contenido, sino además porque había un auge de los discursos islamistas que capturan a esa potencia común que atraviesa al mundo árabe y los territorios más allá de él”, señaló.

Cuando surgió la revuelta, comenzaron a discutir con el equipo de académicos de dicho Centro sobre los alcances de algo que parecía ser una revolución. Karmy explicó que no era en el sentido de la Revolución Francesa, la cual intenta fundar una nueva institucionalidad, sino que es una revuelta sin cabeza, sin una vanguardia que movilizara al pueblo. A aquella irrupción la llamaron intifada.

Junto con el análisis geopolítico, Rodrigo Karmy también realizó el ejercicio de entender la noción de intifada como dispositivo de pensamiento. “Si el pensamiento es una sustancia común a todos, que carece de frontera y respecto de la cual todos participamos de una u otra manera, pero ninguno de nosotros es propietario de esa sustancia, el pensamiento, es una intifada”.

En este sentido, el académico propuso comprender la intifada en cuanto experiencia de la imaginación común, ya que no sería otra cosa que el estallido de la imaginación. “Es el momento en que los árabes le enseñan al mundo de que no hay fin de la historia, sino lo que hay es una invitación a volver a imaginar el mundo. Es una impugnación radical frente a la formas anárquicas con las que opera el capital en la época contemporánea”, detalló.

Es así como señala que un pensamiento que no se proponga a sí mismo como intifada, no es un pensamiento. “Es parte de la normalización, por un lado academizante o espectacularizante. Por eso este libro no tiene la pretensión de situarse en el sitial de los expertos, lo que importa es el estallido de la intifada que está ahí puesto en juego”.

Civilización y humanismo

El texto que inaugura que inaugura el libro se llama "El nomos de la civilización". Es un texto que escribió el 2011 a propósito de las revueltas árabes, buscando visibilizar que lo que se estaba poniendo en juego es lo que denomina razón civilizatoria en tanto razón imperial. Es así como el primer gesto político que se hace necesario es la de hacer una decontrucción radical de la noción de civilización.

“Cuando hoy se habla de que los musulmanes tienen que acceder a la democracia, y aparece el musulmán bueno, el demócrata, versus el musulmán malo que es un terrorista, justamente lo que se pone en juego ahí es una secularización del otrora evangelizado”, explicó Karmy. En esta misma línea, una de las reflexiones que atraviesa el libro tiene que ver con los distintos discursos que se ponen en disputa en el escenario del imperialismo: el humanismo.

“El imperialismo es un discurso humanista que tiene una concepción del ser humano muy específica y por eso lo que sostengo es que la matriz política de la imperialidad occidental es una matriz pastoral. La soberanía fue siempre en occidente de corte pastoral. En ese sentido, el discurso que se profería a nivel imperial siempre fue un discurso humanista. La hipótesis del libro es que mientras no haya una crítica radical al humanismo, no hay una crítica radical al imperio”, detalló.

Karmy explicó que la noción agambeniana de máquina antropológica le es útil para explicar como el imperialismo produce a lo humano en la medida en que expulsa de sí a un resto biológico totalmente inhumano, aquel que está expulsado de lo que llama la comunidad de los hablantes: aquellos que son humanos precisamente porque hablan.

“El problema es que cuando el imperio asume una concepción de lo humano necesariamente rebaja al otro con el que se enfrenta a una posición de inhumanidad que hace posible precisamente, albergado en el discurso humanista, un discurso racista como el que implementa Netanyahu en Israel o como el que está presente en Guantánamo” culminó ejemplificando el académico.