Expertos Prevén Conflictiva Temporada de Incendios Forestales

Expertos Prevén Conflictiva Temporada de Incendios Forestales
Según lo observado entre las temporadas 2012-2013 y 2016-2017, mientras más llueve durante el mes de noviembre en un área dada, mayor es la superficie incendiada durante la temporada en cuestión.
Según lo observado entre las temporadas 2012-2013 y 2016-2017, mientras más llueve durante el mes de noviembre en un área dada, mayor es la superficie incendiada durante la temporada en cuestión.
La precipitación en noviembre genera una germinación inusual de vegetación (combustible fino). Una vez seco, este material representa una poderosa fuente de ignición inicial
La precipitación en noviembre genera una germinación inusual de vegetación (combustible fino). Una vez seco, este material representa una poderosa fuente de ignición inicial
Las lluvias ocurridas durante el mes de noviembre  son las según el análisis de los expertos ejercen una fuerte influencia en la magnitud de los incendios en enero.
Las lluvias ocurridas durante el mes de noviembre son las según el análisis de los expertos ejercen una fuerte influencia en la magnitud de los incendios en enero.
Estas lluvias traen un aumento en los niveles de evapotranspiración de la vegetación, acentuando la condición de peligro para los meses de febrero y marzo.
Estas lluvias traen un aumento en los niveles de evapotranspiración de la vegetación, acentuando la condición de peligro para los meses de febrero y marzo.
los Los académicos e investigadores Miguel Castillo Soto, Ph. D.; Pablo A. García-Chevesich, Ph. D.
los Los académicos e investigadores Miguel Castillo Soto, Ph. D.; Pablo A. García-Chevesich, Ph. D.

Chile enfrenta nuevamente una temporada de incendios forestales. Las cifras de ocurrencia no variaron sustantivamente en la pasada temporada 2016-2017; sin embargo la superficie dañada superó en 8,5 veces el valor promedio observado para los últimos 5 años. Este fenómeno fue especialmente crítico para las regiones de O’Higgins y del Maule, con severos daños a bosques, centros poblados, paisaje y biodiversidad, suelo, cuencas hidrográficas y en general a la cadena productiva de miles de pequeños y medianos propietarios agrícolas y forestales.

Al mismo tiempo, los antecedentes climáticos de esta particular temporada de incendios también fueron inusuales. El comportamiento extremo fue el principal patrón observado en prácticamente todos los incendios forestales, siendo una tendencia que evidencia un nuevo elemento a considerar para replantear y fortalecer los mecanismos de prevención y combate de incendios forestales.

Debido a lo anterior, hemos realizado un análisis de la posible correlación existente entre variables ambientales precedentes y la superficie incendiada desde el año 2012, incluyendo los incendios producidos en enero y febrero de 2017. Nuestro estudio abarcó 15.208 incendios ocurridos en Chile central (regiones de O’higgins, Maule y Bíobío), entre las temporadas 2012-2013 y 2016-2017, con el objetivo de encontrar una primera aproximación estadística entre las variables predictoras basadas en el clima (particularmente aquellas asociadas a la temperatura, precipitación y evapotranspiración) y la correlación estadística entre estas variables y la superficie afectada propiamente tal. Se trata de una primera referencia que luego debe reevaluarse incorporando sub-categorías de tamaño, para encontrar patrones de seguimiento que den cuenta de la variable de expansión como condición de peligro.

La informacion climática necesaria fué obtenida de bases de datos provenientes del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile, la Dirección General de Aguas (DGA), y de imágenes satelitales por sensor MODIS MYD16A2. En cuanto a la información de la superficie incendiada, ésta se obtuvo del sistema estadístico en línea que proporciona la Corporación Nacional Forestal. El análisis se realizó por medio de regresiones lineales múltiples, las cuales buscaban encontrar una relación entre las variables medioambientales (variables independientes) con la superficie quemada en un incendio dado (variable dependiente).

Los resultados de los análisis estadísticos indican que la presencia de precipitaciones en el mes de noviembre de un año en particular, ejerce un efecto directo sobre el comportamiento del fuego en el desarrollo de la temporada atribuible a ese mes, lo que constituye una variable predictora para el análisis de peligro. De acuerdo a la clasificación climática de Köppen, Chile central posee un clima mediterráneo, caracterizado por la concentración de las precipitaciones durante los meses de invierno (desde abril hasta agosto). Sin embargo, existen años con presencia inusual de tormentas durante otros meses, siendo las ocurridas durante el mes de noviembre las que según nuestro análisis ejercen una fuerte influencia en la magnitud de los incendios de enero. Este fenómeno trae además como consecuencia un aumento en los niveles de evapotranspiración de la vegetación, acentuando la condición de peligro para los meses de febrero y marzo.

En efecto, una tormenta que ocurre en plena temporada de crecimiento vegetativo (noviembre), produce una germinación altamente inusual de vegetación de combustible ligero (hierbas y pastos). Una vez seco, dicho material representa una poderosa fuente de encendido inicial y posterior expansión del fuego hacia combustibles de mayor grosor y tamaño, como son los árboles, casas y toda infraestructura potencialmente inflamable. Esto sucede por la facilidad que poseen las partículas de adquirir un muy bajo contenido de humedad y su alta capacidad de ignición y aireación, lo que se traduce en incendios que una vez iniciados, se expanden rápidamente, lo cual hace muy difícil controlarlos.

En otras palabras, y puesto que si han ocurrido tormentas en el presente mes de noviembre, se vislumbra una temporada de incendios muy severa, debido más que nada a la presencia de mucho material combustible fino, acompañado en esta ocasión además de las anomalías climáticas a nivel planetario, entre ellas el fenómeno de La Niña. Por ende, es imprescindible que las autoridades realicen actividades preventivas coordinadas, para reducir dicho material en el menor plazo posible, para de esta manera aminorar la condición de peligro atribuible a la intensidad en la propagación y en consecuencia a la severidad potencial de los daños.