En el marco de la Escuela de Temporada

Expertos analizaron el impacto de la marea roja a casi dos años del "mayo chilote"

Expertos analizan el impacto de la marea roja en Escuela de Temporada
Benjamín Suárez, director del Labtox de la U. de Chile expuso en detalle las características de los organismos que provocan el fenómeno.
Benjamín Suárez, director del Labtox de la U. de Chile expuso en detalle las características de los organismos que provocan el fenómeno.
El conversatorio "Toxinas marinas e industria salmonera: el mayo chilote", se realizó este miércoles en el Teatro Municipal.
El conversatorio "Toxinas marinas e industria salmonera: el mayo chilote", se realizó este miércoles en el Teatro Municipal.
Daniel Varela se centró en la necesidad de avanzar hacia un sistema de alerta temprana que permita contar con información oportuna respecto a estos fenómenos
Daniel Varela se centró en la necesidad de avanzar hacia un sistema de alerta temprana que permita contar con información oportuna respecto a estos fenómenos
Tras este hito se produjo, explicó Juan Carlos Cárdenas, "por lejos el mayor pago por desastre en la historia de la salmonicultura mundial".
Tras este hito se produjo, explicó Juan Carlos Cárdenas, "por lejos el mayor pago por desastre en la historia de la salmonicultura mundial".

Mayo de 2016 fue el punto más álgido de una crisis sanitaria que se venía arrastrando desde hace meses en Chiloé. Barricadas, protestas y el bloqueo de los principales accesos fueron la respuesta desesperada de la población frente a un fenómeno que devastó su economía: una floración de marea roja iniciada a mediados de febrero, oscilante y ya en retirada a principios de abril, había retomado su fuerza, alcanzando por primera vez el norte de Chiloé e impidiendo el trabajo de miles de pescadores artesanales. La muerte de 27 millones de salmones del Atlántico marcó un desastre sanitario-ambiental que se constituyó como la segunda mayor crisis de la mega industria de salmones en el archipiélago de Chiloé después del virus ISA en 2007-2009.

A casi dos años del desastre y la posterior manifestación social de los habitantes de Chiloé, tres especialistas se reunieron la tarde del miércoles 10 de enero, en el marco del tercer día de actividades de la Escuela de Temporada “Hacia un territorio sustentable: diálogos entre identidades, culturas y patrimonios”, en el Teatro Municipal de Ancud para reflexionar en el conversatorio “Toxinas marinas e industria salmonera: el mayo chilote”.

Benjamín Suárez, director del Laboratorio de Toxinas Marinas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (Labtox); Daniel Varela, director del Centro i-Mar de la Universidad de Los Lagos;  y Juan Carlos Cárdenas, director del Centro Ecocéanos, se dieron a la tarea de explicar, desde la investigación científica, qué fue lo que ocurrió en las costas chilotas en 2016 y cuál ha sido el impacto económico y social desde entonces. El diálogo fue moderado por el académico de la Universidad de Los Lagos Eduardo Mondaca.

El profesor Suárez abrió la conversación explicando las características de la floración algal nociva (FAN) que afectó a Chiloé, perfilando con gran detalle los efectos de la marea roja, un fenómeno natural provocado por el incremento de algunas microalgas en el agua, las que provocan daño a la salud de las personas y pérdidas económicas para la acuicultura y la actividad extractiva.

En palabras del académico de la U. de Chile, llegar a este nivel de detalle es crucial, porque la investigación profunda y que considera múltiples variables “es la que ha logrado que en países como Nueva Zelanda o Australia se hayan generado las políticas públicas de manejo del borde costero que han ayudado a la producción limpia, de cuidado del medio ambiente y de la sostenibilidad que respeta a la comunidad. La posibilidad de investigar de manera temática la complejidad de los sistemas marinos en los que hay alta producción industrial es esencial, porque si no, no vamos a proteger ni a la gente ni a los negocios, más allá de las perversidades financieras y especulativas que estamos viendo”.

A este último punto se refirió Juan Carlos Cárdenas, quien al comienzo de su presentación señaló: “quiero mostrar quiénes ganaron y quiénes perdieron con el florecimiento algal”. El director del Centro Ecocéanos explicó que si bien las pérdidas generadas por los florecimientos algales representaron entre el 18 -20 por ciento de la producción chilena de salmones estimada para 2016, el impacto ambiental permitió que entre 2016 y 2017 se produjera “el más espectacular negocio bursátil y mercantil internacional de carácter especulativo para la industria salmonera en 24 años”, ya que las aseguradoras pagaron a las empresas afectadas entre 45 y 50 millones de dólares por los peces muertos, lo que significó, según la revista IntraFish citada en la presentación de Cárdenas, “por lejos el mayor pago por desastre en la historia de la salmonicultura mundial”.  

Por su parte, Daniel Varela, además de detallar las características de la crisis, se centró en la necesidad de avanzar hacia un sistema de alerta temprana que permita contar con información oportuna y de calidad para la toma de decisiones, con el fin de minimizar los efectos negativos de este tipo de desastres naturales.

La ciencia al servicio de la sociedad

Si bien las exposiciones de los especialistas se centraron en la investigación científica, todos pusieron énfasis en la repercusión que esta tiene sobre las vidas de las personas. A juicio del director del Labtox, “una parte importante de la investigación científica de Chile, no necesariamente toda, tiene que ponerse las pilas y responder a las necesidades de la gente sobre el medio ambiente marino y otros temas, como los desastres socionaturales o el envejecimiento. En las investigaciones transdisciplinarias la opinión de los afectados es crucial en el proceso de indagación”. Pero, enfatizó Benjamín Suárez, la ciencia no tiene respuestas para todo. “Es lo que nos diferencia fundamentalmente de los charlatanes que aparecen en la televisión dictando cátedra. Los investigadores podemos aportar tratando de responder algunas de vuestras preguntas”, sentenció.

Con él coincidió Daniel Varela, quien planteó que “el ejercicio de los científicos no puede ir más allá de la información de la que disponen. Cuando voy más allá de la información me transformo en opinólogo y pierdo la credibilidad”. Precisamente por la necesidad de generar debates con altura de miras agradeció la realización del conversatorio: “La universidad es quizás el espacio de reflexión que tenemos disponible entre nosotros y agradezco esta iniciativa que hace que la comunidad y los que estamos en la academia, a veces un poco arrinconados en nuestras oficinas, podamos salir y enfrentar las preguntas, las críticas o los anhelos de la comunidad”, puntualizó el académico.  

Juan Carlos Cárdenas, en tanto, reconoció el valor de la discusión informada como insumo para una sociedad “en búsqueda de posibles futuros a la luz del mejor conocimiento. Valoro el hecho de que la Universidad de Chile retome esa práctica. La universidad es el lugar donde la sociedad chilena discute de manera diversa sus posibles futuros”. Sin embargo, se mostró preocupado por una de las consecuencias poco comentadas de la “crisis de la marea roja”: la pérdida de la credibilidad en la comunidad científica sectorial, quienes “se plegaron desde el inicio de la segunda crisis por florecimiento algal (marzo de 2016) a la defensa del empresariado salmonero, exculpándolos a priori de cualquier responsabilidad ambiental”.