Montajista del primer film chileno ganador de un Oscar y profesora del ICEI U. de Chile

Soledad Salfate: "'Una Mujer Fantástica' es una película que hay que ver porque te enfrenta a ti mismo"

Soledad Salfate: "'Una Mujer Fantástica' te enfrenta a ti mismo"
Además del Premio de la Academia, "Una Mujer Fantástica" fue premiada en el Festival Internacional de Cine de Berlín, Premio Iberoamericano de Cine Fénix, los Premios Independent Spirit, entre otros.
Sebastián Lelio, Juan de Dios Larraín, Daniela Vega, Francisco Reyes y Pablo Larraín durante la entrega del Premio Oscar a la mejor película extranjera.
La actriz Daniela Vega y el equipo realizador de "Una Mujer Fantástica" en rueda de prensa en su visita al Palacio La Moneda tras haber recibido el Premio de la Academia.

Editora, montajista, asesora de proyectos de título y profesora del Taller de montaje de ficción de tercer año de la carrera de Cine y Televisión del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile. Estas son unas de las tantas funciones en las que de desempeña por estos días y hace años Soledad Salfate, montajista de "Una Mujer Fantástica", película chilena dirigida por Sebastián Lelio y la primera en ganar un premio de la Academia a mejor película extranjera. Conocida además por su trabajo en “El regalo” “Il Futuro” y “Gloria”, hoy, a pocos días de haber recibido el histórico galardón y nominada a Mejor dirección de montaje en los Premios Platino, Salfate conversa con el ICEI y cuenta cómo fue vivir desde dentro esta experiencia, que sin duda marca un antes y un después para el cine nacional.

¿Cómo fue trabajar y cosechar junto a Sebatián Lelio este tremendo éxito para la historia del cine en nuestro país?

“Una Mujer Fantástica” fue mi tercera producción con Sebastián -ya estamos en proceso de hacer una cuarta- pero, recordando lo que conversamos cuando llegamos a Chile tras recibir el Oscar, creo que la relación que hemos cultivado juntos siempre ha estado muy influenciada por el contexto que nos ha rodeado. Nosotros comenzamos a trabajar juntos en un Chile donde casi no existía el cine y donde las escuelas de este arte no tenían presencia. Pero a medida que comenzamos a hacer películas solo con amor, intuición y mucha fuerza, nos empezamos a dar cuenta que buenas películas podían salir de aquí y dar discursos que llegaran más allá. Y por supuesto todo lo que ha pasado con “Una Mujer Fantástica” ha sido un increíble resultado de este trabajo y esfuerzo.

¿Cómo describirías tu experiencia de participar en esta película?

El proceso que viví con “Una Mujer Fantástica” junto a Sebastián, fue un resultado de toda esta historia previa, y por lo mismo, la forma que tenemos de articular las películas ha ido mutando con el tiempo. Por ejemplo, él partió haciendo películas sin guión y toda la realización de la película se armaba en el montaje. Pero en el caso de Una Mujer Fantástica, el guión estaba hecho, aunque con una duración de 3 horas 40 minutos en el primer corte. O sea, tenía un montón de material que luego fue igualmente organizado en el montaje, cambiando totalmente la estructura de la película y los personajes. Si tuviera que asociar este proceso a una imagen, creo que sería similar al de esculpir, pues fue sacar material de a poco para encontrar lo que hay debajo, como si hubiese un tesoro escondido por ahí. Y eso se logró, con un rigor técnico que demanda ser súper ordenada, con oficio, tomando decisiones claras y con determinación estética. Yo diría que tanto para Sebastián como para mí, “Una Mujer Fantástica” fue la película más difícil que hemos hecho en nuestros 20 años de carrera.

¿Cuál fue el desafío más grande dentro de todo el proceso?

Lo más difícil de hacer esta película fue saber cómo enfrentarnos al tema. Junto a Sebastián comenzamos a trabajar mucho antes de filmar y eso incluye escuchar la música que él escucha, conocer sus referencias visuales, dibujar escenas juntos, leer y releer todas las versiones de guión, y muchas veces ir montando mientras él va rodando, todo para entender la postura de la dirección ante la película, que en esta ocasión fue la empatía. Acá no hay un protagonista clásico con un antagonista que lo persigue, sino que un reflejo de todos nosotros, en todos los personajes de la película. Aquí cada antagonista tiene una razón para actuar como lo hace, y que va más allá de su educación, de su clase social, de si es de izquierda o de derecha, de si es mujer u hombre. La transexualidad es aún un mundo tan inexplorado, tan cerrado e invisibilizado por la sociedad, que, a pesar de sentir que no tiene prejuicios, uno podría enfrentarse a estas situaciones y decir “bueno, la ex mujer de este hombre también tiene su punto, pues tiene una niña pequeña a la que tiene que explicar que su padre estaba con una mujer transexual”, y eso no es fácil.

¿Y cómo lo solucionaron?

Quisimos abordar la transexualidad desde ahí, desde las diversas perspectivas, y no desde el lugar más rudo y documental. Quisimos transmitir lo que significa ser transexual en Latinoamérica y en cualquier parte del mundo, es decir, desde la otredad. Lo complejo entonces fue encontrar las sutilezas para transmitir esto en un material que había sido filmado de forma muy clásica, pero que pasa a su vez por el thriller, por el relato poético, que se mete dentro de la cabeza del personaje, que tiene un personaje principal pero que también es un drama de dos… Y para armar esto tuvimos que estudiar géneros del cine para hacer funcionar los recursos en cada tipo de cine, como el drama en el melodrama clásico o las escaleras en las escenas de los thrillers de Hitchcock. El trabajo posterior fue ordenar y armar todo para hacer una película con sentido, como también enfrentarnos a un mundo que estaba acostumbrado a otro Sebastián Lelio, porque Una Mujer Fantástica tiene otra visualidad, otra forma de contar las cosas.

Y en el montaje mismo, ¿Qué fue lo más difícil?

El personaje de Marina. Porque está rodeada de un tremendo elenco, así que hubo que trabajar de tal forma que lograra ser esta mujer que encantó al mundo. El llegar a construir ese personaje nos sacó sangre. Queríamos que Marina fuese la mujer que es: enigmática, sensible, ruda y no correcta, pero no violenta. Que fuera fina, empática y que sobretodo no fuera la caricatura del transgénero clásico latinoamericano. Porque nos llegaron comentarios del tipo “perdóname, pero no hay transgénero de la plaza Italia para arriba”, entonces, salir de ese estereotipo fue difícil, y aún más sumando que Daniela no es actriz. Al estar acompañada de un súper elenco hubo que saber elegir el material y los recursos que le permitieran brillar como lo hizo, así como también en las escenas donde no actúa con una contraparte.

¿Qué elementos del trabajo junto a Sebastián destacarías como claves para el éxito que tuvo tanto esta película como en “Gloria” o “Fábula”?

Sebastián involucra de tal manera a las personas que trabajan con él en sus proyectos, que uno se hace parte absoluta. Él es un mago manejando equipos y sets, y la relación que el genera con su equipo es especial porque te lleva a habitar su mismo mundo. Sin embargo, esto es algo le ha pasado no sólo acá, sino que también internacionalmente, donde las figuras claves de cada proyecto en el que trabaja se hacen parte de su visión. Él logra la unidad a través de mucho amor, de dejarte trabajar y de llevarte a su planeta. Él es generoso porque necesita que estés metido ahí dentro.

¿Cómo fue darse cuenta del éxito de esta película?

Hasta el momento en que se estrenó ninguno de los dos tenía la más mínima idea de lo que iba a pasar. Estábamos muy ansiosos, teníamos mucho vértigo porque es una película que abre muchas más preguntas de las que responde, pero nos empezamos a dar cuenta de la magnitud de todo con las primeras críticas, que estaban respondiendo a lo que queríamos: que al ver la película uno saliera de la sala como después de haber recibido un combo… que la gente se quedara pensando y reflexionado sobre lo que acababa de ver, porque esas son las películas que quedan y que uno se lleva para la casa. Y eso pasó y lo sentí por primera vez cuando se estrenó en Berlín, donde, tras leer las críticas, no podía creer que la gente estuviera leyendo exactamente lo que quisimos decir e incluso más.

Se ha dicho mucho que el éxito de esta película tuvo que ver mucho con el año en el que estamos, por el público generacional que existe hoy en día y porque el tema está muy en boga ¿Qué crees tú?

Sí, se ha hablado mucho de un supuesto oportunismo de la película. Y cuando estábamos haciéndola, yo le decía a Sebastián que esto era como hacer una película del Ku Klux Klan con el Ku Klux Klan vivo, es decir, era una película que por todos lados iba a patear políticamente. Pero este es un tema que empezó a tomar mucha fuerza el año pasado, cuando la película ya estaba filmada. O sea, el trabajo de cinco años anteriores conjugó con este contexto, con estas generaciones que son mucho más abiertas ante la sexualidad –que no tiene que ver con el sexo en sí-, sino con esta nueva valoración del sexo como algo más que existe dentro de un ser más elevado. Nos tocó este contexto, pero también es porque somos parte de éste contexto. Si el mundo se dirige hacia cierto lugar, estar en concordancia es una maravilla.

¿Se imaginaban el impacto político que generó y está generando esta película?

Cuando se hace una película que puede llegar a otro –y no me refiero a grandes masas-, y puedes ver a ese otro salir conmovido de la sala de cine tras ver tu trabajo, eso ya es un impacto impresionante. Y cuando te pasa además que la crítica está entendiendo lo que quisiste decir –que en general no pasa- y que se conecta con la audiencia –a pesar de que aquí en Chile no le fue tan bien-, no solo se abre una puerta histórica mucho más concreta al ser la película ganadora del primer Oscar a película extranjera de nuestro país, sino que sientes que le abres la puerta a una voz política y social. Y eso es muy impresionante, tan impresionante que solo queda agradecerlo. O sea, tú no haces una película con expectativa de que pase todo lo que ha pasado, sino que todo lo contrario. Uno se enfrenta desde la incomodidad y la humildad tanto ante la obra como el espectador, y si uno no es capaz de hacer esto, mejor dedicarse a otra cosa.

¿Por qué hay que ver Una Mujer Fantástica?

Una Mujer Fantástica es una película que hay que ver porque te enfrenta a ti mismo. Porque es la imagen de Daniela a través de tus ojos, que a su vez es tu propia imagen a través de ella y los otros personajes. Para ver esta película y tener una opinión tienes que mirarte y eso nos hace darnos cuenta de características de nuestra personalidad o puntos de vista que ni siquiera sabíamos que existían.