“Desde el punto de vista de la minería, Chile ya no es un país barato”, dijo Óscar Landerretche, presidente del directorio de Codelco, ante autoridades universitarias, políticas y de gobierno, en lo que fue la ceremonia de inauguración del año académico 2018, realizada en el Salón de Honor de la Casa Central.
Preguntándose cómo el país puede hacer conversar la discrepancia entre el desarrollo productivo y el desarrollo social y cultural de nuestra sociedad, Landerretche centró su conferencia en el nuevo modelo de la cuprífera estatal, que involucra la producción sustentable, extrapolable a otros sectores de la economía.
Un proceso de revitalización de la industria minera en el que el economista cree que la Universidad debe ser la encargada de responder preguntas de interés público y carácter estratégico. “¿En qué lugar se puede hacer una reflexión técnica, estratégica, política, económica y científica, para generar este tipo de iniciativas y apalancar la posibilidad de que hagamos eso en el futuro en Chile, si no es una Universidad del Estado?”, planteó el economista.
“Dada la frecuencia que ha adquirido el ciclo político en Chile, en términos de velocidad y cómo eso acorta los horizontes de lo que se puede pensar. ¿No será este un rol para Instituciones que tienen una perspectiva más de largo plazo? ¿Y quién puede ser si no, la Universidad de Chile?”, agregó respecto al rol innovador y de pensamiento que les corresponde a los planteles estatales.
Cobre sustentable
Es en vista de la actual discrepancia entre desarrollo productivo y desarrollo cultural que a juicio de Landerretche el mayor desafío para la industria minera chilena, particularmente en el caso del cobre y el litio, es encontrar los mecanismos para ser más competitivos, sin ser baratos.
En la línea de diversificar, ampliar el impacto y complejizar los modelos de desarrollo, Landerretche se refirió a una iniciativa que hoy desarrolla Codelco. "Cobre responsable, sustentable y trazable” es la propuesta mediante la cual la empresa pretende vender cátodos de cobre con un precio que toma en cuenta la huella ambiental de su producción. Una iniciativa conocida como el “Feng Shui del Cobre”, que busca "descomoditizar" el metal rojo y hacer interactuar las lógicas productivas con las lógicas del consumidor, para entregar una mayor eficiencia productiva, operacional y energética, además de la creación de valor y reputación corporativa.
Una novedosa iniciativa que responde a la intención de la minera estatal de posicionar la idea de que sustentabilidad puede ser sinónimo de aumento en la rentabilidad, a través de un mecanismo que propone un nuevo modelo de fijación de precio para los productores del cobre, donde el mineral puede tener diferentes precios dependiendo de la huella de carbono o el impacto de su producción en la comunidad local en la que se inserta.
Con esto, cada uno de los cátodos de cobre estaría certificado en ocho dimensiones: según su contenido de huella de carbono, huella de agua, impacto territorial, impacto en la comunidad, igualdad de oportunidad e inclusión, su contenido se seguridad y salud ocupacional, derechos humanos, transparencia, ética y trazabilidad del contenido de los fondos.
Una modelo que para Landerretche “requiere de una estrategia de desarrollo que tampoco implica resignarse a las señales del mercado”. En ese sentido, “parte de nuestra propuesta de valor es cómo producimos el cobre, donde la manera en que crecemos es la manera en la que creamos una mejor democracia, más inclusiva y con mayor respeto por el medio ambiente”, enfatizó.