Sociedad

Las posibilidades que abre la decisión de la OMS de sacar a la transexualidad de las enfermedades psiquiátricas

OMS saca a la transexualidad de las enfermedades psiquiátricas
"Los problemas que pudieran presentar en salud mental no es pos ser transgénero, sino por el estigma, por el rechazo, por los problemas que tienen en relación a la discriminación", dijo Adela Montero.
"Los problemas que pudieran presentar en salud mental no es pos ser transgénero, sino por el estigma, por el rechazo, por los problemas que tienen en relación a la discriminación", dijo Adela Montero.
"Habría que partir con una mirada que asuma que esto no es una patología sino que una situación que requiere una respuesta efectiva por parte del Estado", agregó Rolando Poblete.
"Habría que partir con una mirada que asuma que esto no es una patología sino que una situación que requiere una respuesta efectiva por parte del Estado", agregó Rolando Poblete.

“Lo interesante es ver cómo esta decisión puede afectar los imaginarios políticos que hay en torno a la transexualidad”, plantea el académico del Instituto de Asuntos Públicos (INAP), Rolando Poblete, respecto al anuncio de la Organización Mundial de la Salud de sacarla de la clasificación de las enfermedades mentales, dejándola dentro del capítulo de las disfunciones sexuales.

Si bien la medida es considerada un avance –que se da con posterioridad a que el mismo organismo internacional sólo en 1990 hiciera lo mismo la homosexualidad-, para la académica de la Facultad de Ciencias Sociales, Caterine Galaz, este es “sólo un primer paso, es como el marco, el contexto, que puede posibilitar otros cambios para combatir esta patologización”.

Similar opinión tiene la académica de la Facultad de Medicina y directora del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (CEMERA), Adela Montero, para quien esta nueva clasificación no es suficiente, dado que “habría que entrar a definir qué se entiende por disfunción sexual”. A esto se suma que la transexualidad “tiene que ver más bien con la identidad de género que con la salud mental”. Es así como dejarlos en el capítulo de disfunciones sexuales, continuó Montero, “es igual de complejo y contribuye al estigma social”.

Despatologización

Según la experiencia de los pacientes que atienden en el CEMERA, plantea la profesora Montero, resulta crucial la despatologización de las personas trans dado que “los problemas que pudieran presentar en salud mental no es pos ser transgénero, sino por el estigma, por el rechazo, por los problemas que tienen en relación a la discriminación social”.

Este estigma y abordaje social contempla áreas asociadas a derechos como es la salud. Sobre este punto, la profesora Galaz apunta que al menos con esta nueva categorización “se está poniendo en cuestión la sanción psiquiátrica para acceder a derechos -derechos de salud, de hormonación, de cambios corporales- que para muchas de las personas del colectivo trans es un tema más identitario personal que debería ser abordado como una decisión personal, así como el cambio de nombre en el registro civil”.

Esto es importante además, como apunta la académica de la Facultad de Ciencias Sociales, “partiendo por la base de que hemos firmado una base de convenciones internacionales que tienen que tener una pragmática concreta en las políticas públicas cotidianas, o sea, que afectan a las personas y en eso hay una deuda del Estado chileno”.

Otro aspecto que podría modificar esta decisión de la OMS, agregó el profesor Poblete tiene que ver con el ámbito educacional. En esta materia, “hay un tremendo campo de trabajo por abrir de una vez por todas respecto a la discusión de la educación sexual que en Chile ha estado super restringida. Eso implica trabajarla abiertamente, sin prejuicios, sin temores, y no remitido solamente a la transexualidad, sino que a toda la diversidad sexual que hoy día está presente en el país”.

Desde el punto de vista legislativo, en el que el Congreso se encuentra sancionando la Ley de Identidad de Género, esta medida tendría impacto argumentativo en contra de “quienes se resisten a legislar sobre estos temas al sostener que es una enfermedad, que es un problema”, como explicó el académico del INAP.

Por tanto, en el ámbito legislativo, concluyó el profesor, “habría que partir con una nueva mirada, que asuma que esto no es una patología sino que una situación que requiere un abordaje político y una respuesta efectiva por parte del Estado”.