Exhibición en MAC Parque Forestal

Sergio Soto Maulén: "Pienso que la curatoría constantemente se va redefiniendo"

Egresado propone curatoría que tensiona historia de próceres locales
"Acceder a otra sensibilidad con el pasado" es, según Sergio Soto Maulén (en la foto), uno de los objetivos de la muestra.
"Acceder a otra sensibilidad con el pasado" es, según Sergio Soto Maulén (en la foto), uno de los objetivos de la muestra.
El 4 de agosto pasado el teórico del arte realizó una visita guiada por la muestra que permanecerá abierta hasta el 9 de septiembre en el MAC Parque Forestal.
El 4 de agosto pasado el teórico del arte realizó una visita guiada por la muestra que permanecerá abierta hasta el 9 de septiembre en el MAC Parque Forestal.

Esculturas, instalaciones, pinturas, videos y fotografías de 17 artistas jóvenes conforman Húsares trágicos, muestra que por estos días se exhibe en el Museo de Arte Contemporáneo y que fue curada por Sergio Soto Maulén, egresado de la Licenciatura en Artes mención Teoría e Historia del Arte y ayudante de Historia del Arte III y del Seminario Recorrido por el paisaje en el Departamento de Teoría de las Artes.

El título de la muestra alude a la novela de Jorge Inostroza Los húsares trágicos, texto que aborda la vida de Manuel Rodríguez y José Miguel Carrera. Precisamente, en la casa de este último se emplazó por primera vez esta exposición que durante junio pasado mantuvo intervenido el interior y exterior del Monumento Histórico ubicado en El Monte.

Húsares trágicos se propone cuestionar los fundamentos tradicionales de la historia y de lo monumental, y busca "acceder a otra sensibilidad con el pasado", explica Sergio, quien en esta entrevista entrega detalles respecto del proceso curatoríal de la muestra que permanecerá abierta a público hasta el 9 de septiembre en el zócalo del MAC Parque Forestal.

La muestra, de alguna manera, revisita la historia. Desde tu perspectiva, ¿qué valor tiene este ejercicio realizado desde la mirada de artistas jóvenes?

Revisitar la historia sería una buena imagen. Sería un ejercicio que asume la condición escritural de la historia, y todo lo que implica esta construcción. Desde la mirada de artistas jóvenes podemos acceder a problemas de lo contemporáneo, pero eso, la verdad, es que no depende de la edad de los artistas, sino del lugar que ocupa su obra en la escena local. En su mayoría son propositivas de problemas de la vida cotidiana, que nos afectan a todos y que luego se convierten en transacciones simbólicas desde lo político. 

Húsares trágicos reúne el trabajo de 17 artistas, ¿bajo qué criterios fueron seleccionados estos artistas u obras?

La selección de obras y artistas fue desarrollándose de forma paralela a los criterios curatoriales. La escritura del texto central dependió también de cómo nos ibamos comunicando con los artistas. Primero, fue importante hacer un rastreo de artistas que nos parecía pertinente ubicar en la Casa de los Carrera. Con el equipo –compuesto por Francisco Yavar, Sofia Edwards y Tarix Sepúlveda –pensamos en los artistas que nos gustaban, que nos parecían importantes para sostener las primeras hipótesis curatoriales. Pienso que la curatoría constantemente se va redefiniendo, a propósito de las necesidades locales y también de las herramientas que se disponen. Así, los criterios de selección de esta curatoría responden a la posibilidad de diálogo entre nosotros, desde una perspectiva práctica e ideológica. 

¿Sobre qué concepto(s) o líneas desarrollaste esta curatoría?

Lo que más se desarrolló en la curatoría se puede ver ahora en el MAC. Me refiero al proyecto de construir una historia sin relato, o bien, reconocer la historia como un cuerpo presente. Es decir, lo más importante no era referir a los relatos de la historia, ni a sus mitos, sino acceder a otra sensibilidad con el pasado. Un ánimo que nos permite acceder a la historia desde el afecto. De esta forma reconocer los apegos y desapegos del cuerpo frente a los acontecimientos, frente al triunfo y a la tragedia de las estrategias que se gestan en el espectro social. 

Esta exhibición se montó primero en la Casa de los Carrera. ¿Siempre se pensó en la posibilidad de llevar la muestra al MAC? ¿Por qué?

La muestra fue presentada en la Casa de los Carrera y, de forma paralela, se pensó en su desplazamiento. Siempre se consideró el contenido de la exposición como un artefacto móvil, pensando también que la exhibición en la Casa de los Carrera era un ejercicio sobre el habitar: el habitar de las obras en un espacio doméstico y no museal. Cuando se nos dio la oportunidad, nos hizo mucho sentido un edificio y una institución como el MAC. Es un desplazamiento muy eficiente, incluso metafórico. El desplazamiento entre dos monumentos nacionales permitió seguir dialogando con lo patrimonial y así repensar su cotidianeidad, la forma en que nos desenvolmenos los ciudadanos en el mundo urbano y rural, en el centro y en la periferia. 

En relación a lo anterior, ¿qué soluciones se utilizaron para llevar las obras al MAC?

Las obras que presentamos en El Monte no eran complejas de trasladar ni montar. Fue una necesidad, ya que estábamos trabajando en un Monumento Histórico, por lo tanto no podíamos intervenir ninguna estructura.

Lo que requería solución era la disposición de cada objeto en función del relato curatorial. Y de la nueva metáfora que proponía el edificio del MAC: el desplazamiento. El zócalo del MAC es una sala muy representativa de las descripciones cotidianas sobre el montaje del arte contemporáneo. Es decir, una sala limpia, blanca, muy clínica. En este sentido, la propuesta fue reconocer estos factores. Esta condición de "cubo blanco" nos ubicaba en un lugar opuesto a la primera experiencia en la Casa de los Carrera. 

Las soluciones fueron muy prácticas. Se reconoció el exceso de objetos y entonces se trabajó con la espacialidad de cada obra. Luego, se reestructuró el guión museográfico de acuerdo al recorrido que el espacio sugería. Era fundamental superar la jerarquización que la sala sugiere. No nos interesaba ubicar las obras según su importancia. Debía haber una sensibilidad compartida, modular, que permitiera reconocer vínculos en las obras en todos sus aspectos: a través de su forma, peso, material, relato.

Otro elemento importante fue la incorporación de un trozo de friso que se cayó de la fachada del museo para el terremoto del 2010. Esta obra nos permitió convertir el edificio, su condición patrimonial –simbólica y material– en un tema en sí mismo.