Columna de opinión

A 112 años de su fundación: La FECh que soñamos

A 112 años de su fundación: La FECh que soñamos
Senadora Universitaria María José Cornejo.
Senadora Universitaria María José Cornejo.

El día de hoy nuestra Federación cumple 112 años de historia. Sí, decimos nuestra Federación, pero no porque seamos estudiantes de la Universidad de Chile, sino porque la FECh le pertenece a todo el pueblo de Chile. Y es esta herramienta la que hemos visto que ha tenido un rol fundamental en la historia política de nuestro país. Esta Federación es aquella antigua organización estudiantil que en sus inicios se organizó para que las y los estudiantes pusieran a disposición sus conocimientos al servicio de los más débiles de nuestro país. Es la misma que en los años 20 se opuso a la farsa de la Guerra de don Ladislao, generando una fuerte violencia de parte del mundo juvenil conservador católico, y la que en los años 30’ se movilizó para derrocar la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo. La misma que en los años 60 cuestionó el modelo de universidad aristocrático y antidemocrático que venía del siglo XIX, impulsando la Reforma Universitaria, y que se movilizó activamente contra la dictadura cívico-militar de Augusto Pinochet. Y bien hemos visto, y hemos sido parte, de las luchas actuales por un sistema educacional público, gratuito y de calidad.

Ahora bien, esa Federación con la que alguna vez contamos y que la sentimos nuestra, a pesar de ser la misma organización, está lejos de ser la organización que algún día fue. No es la FECh de la Revista Claridad ni la de los grandes trabajos voluntarios en sectores populares. No es la FECh de la Reforma Universitaria ni la de la toma contra el Rector Federici. Lamentablemente, hoy nuestra Federación se encuentra en una profunda crisis política que la ha llevado a alejarse de sus estudiantes, posicionándose también en la irrelevancia de la política a nivel nacional.

Mucho se podrá especular de esta crisis y de cuáles son sus reales causas. Pero de algo que sí tenemos claridad es que el actual problema que tenemos es político y no meramente orgánico, y ahí las organizaciones políticas que han conducido la FECh durante los últimos años tienen una responsabilidad. Años de estar al límite del quórum en las elecciones, asambleas vacías, falta de propuestas, poca incidencia política, son algunos de los síntomas de esta crisis. Y el último año hemos tenido un punto de inflexión y tres hitos han demostrado aquello. En primer lugar, unas elecciones de Mesa Directiva que fueron dudosamente legitimadas a través de un quórum del que nunca existió mucha claridad de si se había cumplido o no. En segundo lugar, una movilización estudiantil feminista que nace y se desarrolla autónomamente de la orgánica estudiantil. Y en tercer lugar, un cuestionable proceso que terminó con la suspensión de su Presidente, lo que finaliza en una renuncia definitiva tras presiones de algunos grupos políticos al interior de la Federación.

Es ante esta compleja realidad que las y los estudiantes decidimos impulsar, con un consenso pocas veces visto entre las organizaciones políticas presentes en la Universidad, un Congreso de Federación, instancia deliberativa que se proponía activar la participación estudiantil, profundizar los principios y programas del movimiento estudiantil, generar una nueva estrategia y realizar los cambios orgánicos que fuesen necesarios en función de estas nuevas definiciones. Sin perjuicio del consenso mencionado, una metodología poco apropiada -la cual criticamos en sus inicios por sus acotados tiempos de discusión- y su organización por un Pleno de Federación poco legitimado y con poca capacidad para levantar este proceso, han hecho que hoy estudiantes debamos discutir nuevamente sobre la pertinencia de este Congreso. Es decir, nuevamente un Congreso de Federación, al igual que el año 2013, está a punto de no ver la luz por el poco compromiso de quienes, en su inicio, apostaron por este proceso.

Buscar responsabilidades políticas, como lo hicieron dirigentes en un diario electrónico de circulación nacional el día de ayer, creemos que no aporta. No porque no existan esas responsabilidades, sino porque creemos que como estudiantes debemos ser parte de la solución, no del problema. Y es por eso que, como estudiantes socialistas, nos queremos a poner a disposición de este proceso, como lo hemos hecho desde su inicio.

Tenemos la convicción de que este proceso es necesario. No porque creamos que de manera espontánea los más de 30.000 estudiantes que forman parte de nuestra Universidad vayan a participar del proceso. Eso nos parece bastante iluso en momentos en que la política estudiantil hace poco sentido a nuestras compañeras y compañeros. Tampoco porque creamos que un maquillaje orgánico vaya a cambiar un supuesto problema de motivación de nuestras compañeras y compañeros para participar de las elecciones. El problema que hoy tenemos fundamentalmente es político, no meramente orgánico, y ese es el desafío que tenemos que enfrentar. Y es ahí donde vemos que en este Congreso de Federación hay una oportunidad. Una oportunidad para repensar nuestras prácticas, nuestras formas de hacer política, la manera en cómo le hacemos sentido a nuestros miles y miles de compañeras y compañeros que se han cansado de ver cómo la federación es un espacio de disputa de sólo las organizaciones políticas, y no de solución colectiva de los problemas de las y los estudiantes. Y acá no nos perdemos. No creemos en la organización estudiantil por la mera organización estudiantil. Bien sabemos las consecuencias negativas que trae el gremialismo para nuestro país. Pero sí reconocemos que hoy nuestra Federación se ha convertido más en un espacio de acumulación y de posicionamiento de dirigentes para las organizaciones políticas hegemónicas que existen dentro de ella, más que en un espacio de articulación de las luchas y demandas de las y los estudiantes de nuestra Universidad y de nuestro país.

Es por esto que, ante este nuevo punto de inflexión, que lamentablemente nos tiene sin una claridad sobre el futuro de nuestra Federación -y sin siquiera una fecha clara para las elecciones de la Federación-, como estudiantes socialistas hemos propuesto una nueva metodología. La propuesta que hicimos desde un principio, pero que lamentablemente no fue aceptada por las fuerzas políticas hegemónicas en el Pleno de Federación, pone el foco en que el proceso sea organizado ya no por un Pleno que a estas alturas ya no debería continuar con el mandato de un año que lo legitimó, sino que por congresales electos democráticamente en toda nuestra Universidad. Una metodología que espera que, en un período razonable a realizarse el año 2019, se puedan dar discusiones profundas y participativas sobre la Federación que soñamos, sus principios y su estrategia. Un Congreso que, al fin y al cabo, ponga sus fichas en la profundización programática y estratégica del movimiento estudiantil, más que en un maquillaje orgánico que busque ocultar nuevamente la responsabilidad política de la conducción de nuestra Federación.

Sabemos que un Congreso de Federación no va a activar a esas bases estudiantiles cansadas de la mezquindad. Sabemos que tampoco va a solucionar a priori la crisis política en la que se encuentra nuestra Federación. Sin embargo, sí creemos que puede dar el puntapié inicial para que nuestra organización empiece un proceso de reconstrucción, la que permita tener esa Federación cercana a sus estudiantes y a las marginadas y marginados de Chile, la de las de las Universidades Populares, la de las Escuelas Nocturnas para Obreros y la de los Trabajos Voluntarios. Una Federación que sea capaz de salir de la denuncia estéril y pasar a la propuesta concreta, porque algo que ha quedado demostrado en el último tiempo es que nuestras compañeras y compañeros están cansados y decepcionados de aquellas izquierdas que se plantean estéticamente como una izquierda revolucionaria, pero que han sido incapaces de generar la acumulación de fuerzas necesarias como para tener ganadas para el proceso revolucionario, y de aquellas que se alzan con un discurso de renovación de las malas prácticas políticas de la “vieja izquierda”, pero que hemos visto que están lejos de ser un ejemplo de buenas prácticas en política. Una FECh que responda a los sueños del pasado, pero que también se haga cargo de las necesidades actuales de nuestro país, tales como las demandas por el reconocimiento de migrantes, la lucha contra las desigualdades de género, las históricas demandas de los pueblos indígenas y un modelo de desarrollo que sea capaz de diversificar sus modos de producción de una manera respetuosa con el medio ambiente. En fin, de esa Federación que soñaron los primeros estudiantes organizados, una Federación que se pone al servicio de sus estudiantes, de su universidad y de su país.

A 112 años de su fundación, nuestra Federación tiene sentido. Y es esa FECh la que aspiramos construir. ¡Empecemos ya!

María José Cornejo – Concejera FECh y Senadora Universitaria

Juan Cristóbal Cantuarias – Presidente del Centro de Estudiantes de Derecho Universidad de Chile

Militantes de la Juventud Socialista de Chile