Proyecto "Un MicroMundo, ¡muchos microscopios!"

¿Cómo sería la anatomía de un pokémon?

¿Cómo sería la anatomía de un pokémon?
El proyecto ha tenido una muy buena recepción entre los escolares que han podido conocer su propuesta
El proyecto ha tenido una muy buena recepción entre los escolares que han podido conocer su propuesta

Su estrategia es unirse a los profesores en el codiseño de este programa, enseñar lo suficiente a los escolares como para picarles la curiosidad, poner en sus manos las herramientas y tecnologías innovadoras para que investiguen las respuestas a sus propias preguntas que surgen desde contextos llamativos, desafiantes y contemporáneos a los estudiantes –como la de los pokémon- y, al final de una semana, dar a conocer sus resultados, experiencias y metodologías a toda la comunidad escolar, profesores, padres y apoderados.

Así lo informa Jorge Toledo, director científico de Redeca, señalando que uno de sus objetivos es transferir a nivel escolar parte del conocimiento que han alcanzado y que reúnen como equipo; por eso, se les ocurrió enseñar a los niños que el método científico es una forma de aprendizaje aplicable no sólo en asignaturas como biología o química, sino que se puede aplicar en todas las áreas del saber.

Para ello, en primer término diseñaron la fase piloto de este proyecto, que concretaron en alianza con la red de colegios SIP. Durante esta etapa, crearon la metodología a utilizar, que probaron durante algunos semestres de actividades con alumnos de quinto a octavo básico de establecimientos pertenecientes a esta corporación, la que arrojó alentadores resultados; entre otros, una altísima participación de los estudiantes, pese a que era de carácter optativo para ellos.

De este modo, el grupo decidió postular a los fondos concursables de la Dirección de Extensión, que ganaron a fines de 2017 con el proyecto denominado “Un MicroMundo, ¡muchos microscopios!”, dirigido por el doctor Steffen Härtel, en el que participan el Centro Nacional en Sistemas de Información en Salud, CENS; el Centro de Informática Médica y Telemedicina, CIMT, y la Red de Equipamiento Científico Avanzado, Redeca.

“Creamos un taller de cuatro días, en el que ven temas como geología, óptica, microbiología y, durante el último, fisiología y anatomía. Lo que es transversal a todos ellos es el uso del método científico a nivel experimental, con actividades como diseccionar gomitas, hacer ilustraciones como las de Santiago Ramón y Cajal acerca de las células nerviosas o crear lentes con jalea o con sal. Para eso es muy importante que primero tenemos una fase de codiseño con los profesores del colegio, para conocer su realidad particular y ver qué materias están pasando, de modo de estudiar cómo podemos complementarlas con este tipo de iniciativas en áreas transversales, para lo cual los capacitamos; y eso, además, es muy relevante para los propios docentes, porque hacen suyo este proyecto, lo que facilita que lo repliquen después. Por lo mismo, utilizamos materiales de muy bajo costo en su implementación”, explica Toledo.

La sorpresa que dan los “desordenados”

Durante esta semana de actividades, los niños aprenden y trabajan codo a codo con estos científicos, quienes primero les cuentan que investigan y cómo es su trabajo en los laboratorios, “introducción que les gusta mucho pese a que nos llamó mucho la atención que ellos no sabían nada acerca de la Universidad de Chile, lo cual creemos que se debe a su condición de vulnerabilidad, por lo que nunca habían considerado estudiar, a futuro, en una institución como esta; no se la imaginaban”.

Luego, pasan a la experimentación propiamente tal con los materiales provistos por el proyecto –que incluyen microscopios económicos o hechos por los propios niños-, la utilización de láminas y modelos 3D que después quedan en el establecimiento educacional, proceso durante el cual los niños no sólo se entretienen, sino que adquieren conceptos básicos de método científico y aprenden algo de vocabulario descriptivo de este tipo de procesos. “Les asignamos labores y responsabilidades, y nos ha sorprendido mucho que, por ejemplo, hemos tenido muy buena respuesta de alumnos descritos como los más desordenados o revoltosos por parte de los profesores; son los que tienen más energía, la que canalizan en las tareas que les damos. Y como tienen muchas características de liderazgo, son muy buenos organizando a sus compañeros; es fascinante lo que pueden hacer”.

Llegado el día final, los chicos muestran lo aprendido en pequeños proyectos que debieron realizar; “explican las hipótesis que se plantean y lo que han logrado avanzar en esa semana de trabajo, muy empoderados en temas como el electromagnetismo y el funcionamiento de bobinas de Tesla, por ejemplo. Para nosotros es impresionante ver el cambio que se produce en tan poco tiempo, y por eso es que hemos apuntado a que en los colegios puedan seguir haciendo estas iniciativas”, sentencia Toledo.

Este proyecto, que está en su fase de término, está postulando a los Fondos Valentín Letelier de la Universidad de Chile, “porque queremos ponerlo en marcha en colegios vulnerables de distintas regiones del país, para transferir toda esta experiencia educativa a los niños y sus profesores”.

Finalmente, el investigador señala que “me gustaría agradecer a todo el equipo de gente que ha trabajado o está trabajando en el proyecto MicroMundo: Felipe Santibáñez, Carla Carrasco, Nicole Canales, Claudia Reyes, Sebastián Mardones, Fernanda Álvarez, Wendy Sánchez, Alejandro Lavado, Javiera Toledo, Catalina Bahamondes, Natalia León y todo el equipo de monitores, científicos y colaboradores que han puesto un granito de arena a la creación de una iniciativa tan linda como esta”.