La paradoja política de la "midterm elections" en Estados Unidos

La paradoja política de la "midterm elections" en Estados Unidos

Las denominadas “Wave Elections” o “midterm elections” en Estados Unidos son aquellas elecciones que determinan quienes ocuparán los escaños en la Cámara de Representantes y una parte del Senado, después de dos años del inicio de una Presidencia.. Y como nunca en mucho tiempo, no era de esperarse tantas sorpresas en unas elecciones que paradójicamente, y aun con la inmediatez de la información de la era contemporánea, es aventurado avizorar consecuencias.

Como diría el analista político de elecciones en Estados Unidos Charlie Cook, estas “midterm elections” fueron globales y dinámicas, a la vez que fuertemente condicionadas por los regionalismos mismos del país, pero, ¿y qué determinaba que cayeran potenciales candidatos? ¿Qué determinaba periodos de transición?. En Ciencia Política, cuando hablamos sobre procesos caracterizados por el asombro que generan, nos referimos a periodos de “transición”, definida por Frank Baumgartner y Bryan Jones en el texto “Positive and Negative Feedbacks in Politics”, como:

“(…) características duales y contrastantes de estabilidad y cambio dramático. A veces, las políticas gubernamentales parecen notablemente resistentes al cambio, siguiendo procedimientos operativos estándar, trabajando según las normas de consenso entre los involucrados, atrayendo poca atención pública y desviándose poco de un año a otro”.

Alrededor de esta idea, es que pretendo analizar lo que en periódicos norteamericanos se denomina las “midterms elections” del pasado 6 de noviembre, cuando se enfrentaron los partidos Demócratas y Republicanos por los escaños de la Cámara de Representantes y del Senado. Estas elecciones pudieron ser incluso un referéndum importantísimo para los mandatarios en ejercicio; un termostato para determinar con cuanto apoyo puede contar, con quienes tienen que dialogar y negociar, y en profundidad, que les queda por hacer para cumplir sus promesas de campaña.

En las seis últimas “midterms elections” desde la segunda Guerra Mundial, durante el segundo mandato de un presidente electo, éste siempre se ha visto acorralado ante sus oponentes, que han entendido bien el mensaje. El presidentecasi siempre ha perdido porque las ideas y planes que lo llevaron a la Casa Blanca sufrieron indefectiblemente de menos esfuerzo y vitalidad que antes: además, las acusaciones sobre conflictos de intereses (como los que intentan impugnar los demócratas hacia Trump aún no empiezan) son la piedra angular de su carrera política.

A pesar de la política de Trump de enfrentarse por twitter con sus socios de la Unión Europea, de la ebullición de un conflicto internacional comercial con China, de la reticencia de los republicanos a plantear nuevos desafíos con altura de miras, de la crítica abierta hacia el anterior programa de salud “Obama Care” y sobre todo, de la postura republicana que mantiene sus bastiones electorales en el centro-sur de Estados Unidos, los principales periódicos del país previeron esta nueva “Blue Wave”. Proceso que es aún más sorpresivo considerando que los demócratas ganaron en Estados que nunca pensaron vencer, y que los republicanos perdieron terreno en aquellos sitios donde nunca pensaron perder.

Más que un futuro previsible, sería la gran paradoja de la arremetida de la llamada “Blue Wave” en las “midterm elections”. Si bien en estados claves se dio apoyo popular al actual mandatario, como el caso de Kansas, donde la “Sra. Kelly, una demócrata moderada similar a Hillary Clinton en política, edad y estrategia, ganó decisivamente una carrera de gobernador en el "país de Trump", lo cierto es que para el analista Charlie Cook “los republicanos no han hecho ningún progreso para mejorar la posición de su partido ante el electorado en general, o en el caso de las minorías, las mujeres, los votantes jóvenes y los moderados autodenominados”.

Laura Kelly, al igual que Ocasio-Cortez, perteneciendo ésta última al ala más progresista y feminista de los demócratas, han conseguido llegar al ámbito deseado de la Cámara de Representantes, buscado desde la asunción de Trump, pero no han conseguido quizás el más valioso de los premios: ocupar los suficientes escaños en el Senado para desafiar a Trump y conseguir desterrar de la alta política a personas como el juez Brett Kavanaugh, acusado de abuso sexual, pero finalmente aprobado como juez de Corte Suprema

La fuerte presión de la inmigración, las batallas campales de los estudiantes en Boston y California antes de la elección de Trump, la expansión de la presencia femenina en las candidaturas demócratas, aceleraron un proceso que incluso podría no beneficiar uniformemente a ninguno de los partidos, sino que a través de un efecto cadena podría crear dificultades tanto a los demócratas como a los republicanos en el futuro, cuando la presidencia de Trump llegue a su fin.

Para los analistas, si bien en estas elecciones la “Blue Wave” desembarcó disputando los estados más relevantes contra los republicanos a través de una coalición rejuvenecida alimentada por la opinión pública y por la asunción de las mujeres, las minorías y los “sin voz” durante la administración Trump, los demócratas súbitamente lograron desvanecer de a poco el discurso ultra del poderío del votante blanco y de clase media alta: disputar en el terreno de las mentes y corazones. Ello no ha sido fácil. A pesar del entusiasmo en ganar estados que antes eran poco receptivos a los demócratas, el triunfo demócrata en estados claves tradicionalmente republicanos, quedó insatisfecho.

Ello porque a pesar de la probabilidad de ganar cerca de un 80% de los escaños en disputa, el partido republicano a través de una masiva contraofensiva comunicacional en apoyo de sus candidatos en estados claves como Indiana y Kansas, sigue teniendo férreo control del Senado, donde Trump se hubiese visto seriamente comprometido, de repetirse procedimientos y audiencias como la que enfrentó el candidato a juez, Kavanaugh. El apoyo masivo de la mitad del país habitante en distritos electorales rurales blancos y conservadores, mientras que la otra mitad del país se define como multicultural o liberal, de clase media, caracterizan el ambiente político del país como inédito en cuanto a polarización política que no recuerda anteriores episodios similares desde la guerra de Vietnam.

Finalmente, algunos analistas esperarían que el partido demócrata afiance la posición ganada para disputar el poder del partido de gobierno, pero los especialistas concuerdan que no hubo un real sentido de peligro con la “Blue Wave”, que intentaba remecer las profundidades del electorado y provocar el famoso tifón que los demócratas pretendían con las “midterms elections”, Ellas fueron en verdad una desilusión para los liberales demócratas, ya que no lograron captar totalmente el descontento de la clase media y de los inmigrantes y sus expectativas, ante un gobierno comprometido en una “guerra comercial” con China.