De acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud, el cáncer es una de las principales causas de muerte a nivel global y para el 2030 se proyectan 12 millones de defunciones. En Chile la situación es similar, pues esta enfermedad crónica se instala como la segunda causa de mortalidad luego de las patologías cardiológicas, diagnosticando cada año más de 30 mil nuevos casos.
Frente a la necesidad de impulsar redes de cooperación y fortalecer la ciencia traslacional en este tema, la Casa de Bello y la Fundación Arturo López Pérez (FALP) realizaron el jueves 16 de mayo el "Primer Workshop de Investigación en Cáncer". Este evento, enmarcado en el convenio de colaboración firmado entre ambas instituciones, contó con la participación de clínicos, académicos e investigadores especializados en el tratamiento del carcinoma humano para desarrollar nuevas terapias, procedimientos médicos y diagnósticos.
Para el jefe de la Unidad de Investigación y Docencia de FALP, Manuel Najera, “esta es una oportunidad para aumentar la producción científica general de nuestros profesionales y por ello es fundamental la experiencia y la capacidad investigativa de la U. de Chile. Este 2019 establecimos un plan de trabajo conjunto, donde desarrollaremos pequeñas fuentes de financiamiento para escalar ideas y también realizaremos publicaciones en áreas de epidemiología e investigación poblacional. Todo esto nos ayudará a que podamos presentar proyectos de alto impacto a futuro, instalando diversas líneas de estudio”.
El vicerrector de Investigación y Desarrollo de la U. de Chile, Flavio Salazar, dialogó sobre el trabajo que ha desarrollado en inmunoterapia durante los últimos 20 años. “El cáncer es un problema de salud pública y requiere una mirada integral en el país. La terapia inmunológica ha logrado cambiar la perspectiva respecto a esta enfermedad crónica y ya no se observa como una ciencia del futuro sino como una realidad robusta. Esta metodología impacta la respuesta inmune natural contra el cáncer, pues utiliza el sistema de los pacientes para detectar y combatir sus propios tumores. En Chile tenemos mucho potencial respecto a esta investigación y hemos logrado personalizar las terapias de acuerdo a las necesidades específicas de las personas diagnosticadas con carcinoma”, señaló.
Durante la actividad, los expertos de la Casa de Bello expusieron los aspectos biológicos y clínicos de la inmunoterapia oncológica contra el melanoma de vesícula biliar; las células stem y la metástasis en cáncer prostático como potenciales blancos terapéuticos; y el uso de nanopartículas metálicas y de oro para diagnosticar y tratar esta patología. Además, académicos, investigadores y clínicos de ambas instituciones se reunieron en mesas de trabajo, para generar redes que definan líneas de investigación conjuntas a largo plazo.
El académico de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, Marcelo Kogan, presentó la utilización de nanopartículas en la medicina contra el cáncer. “Las utilizamos porque tienden a quedar retenidas en el tejido tumoral y esto permite que la acción farmacológica tenga un direccionamiento activo. De esta forma, se mejora la entrega de fármacos en los pacientes atravesando barreras muy difíciles, como la macro encefálica. Por otra parte, las nanopartículas de oro tienen buenas propiedades físico químicas, ya que en su superficie poseen electrones que absorben energía y la disipan localmente produciendo calor para destruir las células tumorales y detectarlas de manera ultrasensible”, destacó.
Asimismo, el profesor Kogan detalló el concepto de teranosis como la terapia y diagnóstico del cáncer en un mismo procedimiento. Junto a su equipo de investigación del Laboratorio de Nanobiotecnología trabajan en la aplicación y aplicación de nanoplataformas, junto a ensayos clínicos de la nanoemulsión de curcumina para la detección de biomarcadores cancerígenos.
La subdirectora de las Unidades de Diagnóstico de la FALP, Carolina Selman, concluyó que “uno de los puntos más interesantes de esta iniciativa es que la investigación básica podrá relacionarse con los clínicos para avanzar en nuevos descubrimientos. Estos posibles desarrollos oncológicos beneficiarán a los pacientes, pero es fundamental que mantengamos esta colaboración en el tiempo. Uno de los grandes desafíos es hacer que el científico de la Universidad y el profesional de la Fundación puedan dialogar en el mismo idioma. No se trata sólo de entregar un pedazo de muestra o exponer un hallazgo, sino de que estos aspectos puedan aplicarse en la relación cotidiana con los pacientes”.