Columna del Vicerrector de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios

Excelencia en la Universidad de Chile

Excelencia en la Universidad de Chile
Vicerrector de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, profesor Juan Cortés.
Vicerrector de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, profesor Juan Cortés.

Excelencia en el ámbito universitario puede resultar un concepto no unívoco si no aclaramos qué deseamos expresar o qué esperamos de este, pudiendo por esta razón delimitar visiones distintas. Desde la perspectiva del Ministerio de Educación, la excelencia constituye el 10% de los mejores egresados de Enseñanza Media de cada establecimiento y desde su etimología, aparece vinculada a la palabra αριστος (aristós, 'mejor'), que señala el cumplimiento acabado de un propósito o función.

Llevada a las experiencias que se desarrollan dentro de una comunidad educativa, la búsqueda de excelencia de un individuo como un objetivo enmarcado en su proceso formativo puede o no incidir de forma positiva en los/as demás y será el sentido que esta adquiera en las interacciones con los otros/as y el espacio en que esto suceda lo que finalmente le asigne valor.

Dado que la excelencia puede entenderse también como un atributo colectivo, será en el espacio común en el que se manifestará, constituyéndose en un elemento transformador y enriquecedor para el conjunto de la comunidad.

En organizaciones complejas como la Universidad de Chile, cada integrante juega un papel específico y diferente según sea estudiante, académico o funcionario/a, buscando cada uno de ellos/as dentro del campus la excelencia como objetivo.

Para propiciar este tipo de interacciones virtuosas se precisa personas honestas, creativas y rigurosas, dispuestas a compartir y comprometerse en la búsqueda del saber orientado al bien común.

Para alcanzar los resultados a los que aspiramos en un modelo de excelencia así definido, resulta clave que al interior de los campus se promuevan y privilegien formas colaborativas para enfrentar los desafíos y concretar las legítimas aspiraciones que cada uno o una tenga, sean vocacionales, laborales, científicas, creativas o intelectuales.

Los aportes que cada uno/a de nosotros haga no sólo deben transformarse en productividad intelectual, científica, artística, clínica o material, sino que su resultado debe contribuir a la cohesión social de nuestra comunidad, generando bienestar, salud y calidad de vida para todos/as, los y las integrantes de ella.

La excelencia sólo puede tener sentido al interior de una universidad pública si es vista como un instrumento para la generación de bienes públicos, en el que la ética sea entendida como un ingrediente irrenunciable en la formación de personas en pos del desarrollo espiritual y material de la Nación.