Psiquiatra Carlos Madariaga sobre violencia política y salud mental

"El trauma, la tortura y otras violaciones extremas de los derechos humanos generan situaciones de estrés crónico"

Trauma, tortura y violaciones a los DDHH generan estrés crónico
Carlos Madariaga, académico de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina y asesor del Programa PRAIS.
Carlos Madariaga, académico de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina y asesor del Programa PRAIS.
"Hoy la represión no mide cautela, va directamente a generar daño a la vieja usanza", afirmó el doctor Madariaga.
"Hoy la represión no mide cautela, va directamente a generar daño a la vieja usanza", afirmó el doctor Madariaga.
Hace más de dos semanas se han sucedido en Chile diversos hechos de violencia policial asociados al estallido social de población.
Hace más de dos semanas se han sucedido en Chile diversos hechos de violencia policial asociados al estallido social de población.

“Usted no sabe cómo se nos ha venido encima hoy todo lo que vivimos como familia hace 40 años atrás”, le dijo una paciente del Programa PRAIS al doctor Carlos Madariaga a mediados de la semana pasada.

Como ella, señaló el especialista, son numerosos los casos de usuarios del Programa PRAIS –iniciativa del Ministerio de Salud, dirigida a dar atención en salud a las víctimas de las violaciones a los derechos humanos ocurridas en la dictadura militar–, que, desde el estallido de la crisis social, han expresado diversos síntomas de retraumatización asociados a la violencia política y policial vivida durante estas últimas semanas en el país.

Para Madariaga, académico de la Escuela de Salud Pública, mirar lo que está pasando hoy a nivel de este programa, que reúne casi un millón de usuarios, es una buena forma de tomarle el pulso al impacto traumático que tienen las “violaciones al derecho a la vida”, como él mismo define a lo que está ocurriendo hoy en Chile.

“Este es un segmento muy importante donde hay un nivel de vulnerabilidad muy grande. El hecho de que esta población se vea expuesta a procesos retraumatizantes, como lo que estamos viviendo, evidentemente que es una señal de alarma y establece un problema de salud pública de primer orden”, señaló el académico.

En lo inmediato, pensando en las personas que ya sufrieron la violación de derechos humanos durante la dictadura y que hoy están expuestos a un escenario complejo en términos de retraumatización, ¿cuál es la recomendación?

Para las víctimas que están inscritas en el Programa PRAIS, tenemos una ventaja muy grande: pese a todas las limitaciones que tiene, el PRAIS es de lo más avanzado que hay en América Latina como respuesta del Estado para las víctimas de la violencia política y está vigente, activo y operando.

En estos momentos los equipos PRAIS comenzarán a implementar un instructivo que indica lo que tienen que hacer de manera proactiva respecto a los usuarios que han sido víctimas de procesos revictimizantes en la actualidad. Nosotros estamos pensando en conductas proactivas en este contexto: jornadas de reflexión, pesquisa oportuna de aquellos usuarios que nosotros tenemos conciencia clara de que han sido víctimas de situaciones de violencia de Estado, entre otras acciones. La proactividad del equipo es crucial, por lo tanto, atendiendo a la singularidad de las experiencias traumáticas de cada caso, es muy importante que las personas que han vivido experiencias retraumatizantes concurran pidiendo el apoyo de la red de equipos PRAIS, que está activa, sensible frente al tema y preparando estrategias de acción.

En términos del apoyo que puedan dar los entornos de estos pacientes, ¿cuál sería el camino a seguir?

Es muy importante cómo la familia es capaz de acoger, apoyar y contener las situaciones que pueden haber vivido algunos de sus miembros en estas circunstancias. Eso significa compartir los dolores, comunicarse, dar cuenta de las impresiones y el campo vivencial que está asociado a la reverberación de una historia del presente con una historia del pasado. Esto tiene un efecto sanador bastante importante, descomprime y reorienta la angustia en función de los sentimientos de afecto, lo que puede permitir que una familia procese de mejor manera lo vivido.

También hay que tener mucha cautela en cómo seguimos participando socialmente en aquellas tareas en que sentimos que nuestra condición de ciudadanos nos interpela a seguir en esta batalla. Ya tenemos clarísimo cómo están operando los aparatos represivos, hemos visto el traumatismo ocular como un ejemplo de que hoy la represión no mide cautela, va directamente a generar daño a la vieja usanza, usando todos los métodos que nosotros conocimos anteriormente.

Esto no es una reproducción simbólica de lo que antes se vivió, esto es una reactuación de lo ya vivido. Helicópteros, militares en las calles disparando, allanamientos domiciliarios, torturas, hasta la sospecha de desapariciones. O sea, está reconfigurado el mismo panorama, en otro escenario político y frente a otros actores sociales también. Hay que tener mucha conciencia de que es un escenario de riesgo el que vivimos, y las personas que han tenido experiencias traumáticas antes tienen que actuar con mucha responsabilidad y capacidad de autocuidado en procesos como estos.

¿Qué evidencia existe respecto del impacto en salud que tiene el trauma de la violencia política en la población que sufrió el atropello a los derechos humanos en Chile?

El año pasado, trabajamos un proyecto FONIS en la Escuela de Salud Pública a través del que hicimos un estudio epistemológico respecto a qué pasa con la tasa de mortalidad y con la esperanza de vida de las personas que fueron víctimas de tortura en Chile. Estudiamos el número de personas que se ha muerto de esta población, que son los reconocidos oficialmente por el Estado de Chile como víctimas de tortura y represión política, y las conclusiones de ese estudio son que fuera de encontrar una elevada tasa de mortalidad, hay un dato muy duro que demuestra que la esperanza de vida decrece con esta población. Los años que se esperaba que vivieran estas personas se reducen alrededor de 17 años respecto de lo que esperaban que vivieran, a consecuencia de la experiencia de haber sido torturados.

Ese es un dato muy duro en términos de salud, que me imagino permite tener claridad total respecto a las consecuencias de los atropellos a los derechos humanos de las personas…

Claro, es un dato muy duro, que muestra que las condiciones de estrés crónico, del estrés que generan las experiencias traumáticas, que nosotros llamamos de traumatización extrema, tienen un impacto muy importante a nivel neurobiológico, como son las perturbaciones neurológicas, inmunológica, genéticas, genómicas, que hacen el cuerpo físico del sujeto sea mucho más expuesto. El trauma, la tortura y otras violaciones extremas de los derechos humanos generan situaciones de estrés crónico.

En el contexto actual, y pensando en la experiencia y los datos en salud de los usuarios PRAIS, ¿sería el momento de plantear una estrategia a las víctimas de hoy?

El programa PRAIS es específico y está acotado por ley a las víctimas de la represión política de la dictadura militar, pero en estas circunstancias que estamos viendo hoy, la represión abarca sectores que van mucho más allá de los usuarios de nuestro programa, entonces, ahí la pregunta que compete hacer es: ¿en qué instancia el Estado se hace cargo de las políticas reparatorias que deben estar puestas en acción en lo inmediato? Ahí hay una zona de vacío importante que la sociedad tiene la obligación de resolver. Ya se está pensando en una eventual comisión para registrar la verdad de los hechos acontecidos, para elaborar los procesos de reparación, lo que puede implicar que de alguna manera se incuba también la idea de que se elabore un programa reparatorio específico, que tiene que tener como un requisito fundante la oportunidad de la atención.

La oportunidad de atención en salud es un tema recurrente en distintos ámbitos, ¿por qué es tan relevante en este tipo de pacientes?

Nosotros lo que hemos aprendido de la atención de las víctimas de la dictadura militar es que mientras más tiempo pasa hasta cuando llega la ayuda profesional, más extenso, más complejo y más profundo es el daño; los procesos de duelo se hacen eternos, los trastornos mentales asociados a la experiencia de traumatización se hacen recurrentes, crónicas, y el sujeto está en una puerta giratoria en que recae una y otra vez en estados de problemas emocionales, justamente por la demora en la atención y por lo incompleto que son los procesos reparatorios en salud.

También tenemos que pensar que la reparación en salud es solamente un componente de un proceso de reparación que es mucho más complejo conceptualmente, y que implica muchas otras cosas, todas las cuales se han dado de manera incompleta en Chile durante todo el proceso transicional de la democracia.

Respecto a las víctimas de hoy, me imagino que el tema de la oportunidad de atención se hace muy difícil dado el bajo acceso que existe a salud mental en la población. No hay especialistas suficientes en el sector público y en la esfera privada es demasiado caro….

Claro, aquí tocamos otro tema que también es crítico: cuánto pesa la problemática en salud mental en Chile, como parte de las políticas públicas en salud, cuántos recursos se invierte en salud mental. Es muy claro para quienes trabajamos en el tema, que hay un desfase notable entre lo que es una necesidad objetiva como el problema de salud mental y los recursos que el Estado provee. Todos los dispositivos de la red pública de salud mental operan en condiciones bastante limitadas, con escasos recursos humanos, físicos y materiales, para poder atender a una población cuyos datos epidemiológicos nos ponen a la cabeza de los problemas de salud mental de América Latina.