Columna de opinión:

Senador Roberto Pantoja: "El Senado Universitario y la Evaluación Académica"

Senador Pantoja: "El Senado Universitario y la Evaluación Académica"
Senador Universitario Roberto Pantoja, académico de la Facultad de Odontología.
Senador Universitario Roberto Pantoja, académico de la Facultad de Odontología.

La Universidad de Chile, la primera y la más importante de las universidades del país, goza de un sólido y merecido prestigio por su sello de universidad pública, laica, tolerante y meritocrática, que ha cumplido un significativo rol tanto en el desarrollo como en la movilidad social de nuestro país. Sometida desde los tiempos de la dictadura a un trato francamente hostil por parte de su propietario, el Estado de Chile, ha sobrevivido teniendo que hacer dolorosas concesiones a algunas de las definiciones básicas que la caracterizaron, como la de recibir a los más capaces sin imponerles aranceles que les dificulten o hagan imposible alcanzar un título profesional con el cual obtengan una realización personal y a la vez contribuyan al desarrollo social.

Pese a ello, se mantiene con indicadores de alto nivel que la llevan a estar considerada como uno de los planteles más respetados del continente. Esto se debe a la calidad de las personas que la integran, estudiantes, funcionarios y fundamentalmente sus académicos, que son la base en la que se sustenta el quehacer de la Universidad.

El cuerpo académico de la Universidad de Chile se organiza en base al Reglamento General de Carrera Académica, que otorga una jerarquía acorde con el nivel que cada docente haya alcanzado, a la riqueza de sus aportes, a la calidad de la enseñanza que entrega a sus alumnos de pre y post-grado, a su capacidad de planificar, organizar, dirigir y controlar los procesos de enseñanza aprendizaje que tienen lugar en su entorno académico, teniendo muy en cuenta las múltiples especificidades que presenta una institución tan grande y tan multifacética como es la Universidad de Chile.

Este Reglamento General, que data de 2001, y que ha sido elaborado recogiendo lo mejor de  la experiencia anterior, es un cuerpo normativo muy bien elaborado y que en los hechos ha demostrado que cuando se aplica en acuerdo con su letra y espíritu produce los resultados que conocemos, es decir, que un Profesor de la Universidad de Chile tiene un alto reconocimiento intra y extramural por la excelencia de su actividad profesional y docente y sus méritos tienen un sólido respaldo institucional.

El Senado Universitario se encuentra trabajando en la modificación de este Reglamento, y si bien participo completamente de que toda obra humana es perfectible y ésta desde luego lo es, me parece igualmente importante precisar que las cosas bien hechas y que dan buenos resultados son muy difíciles de perfeccionar y a veces, en nuestro intento de mejorarlas, corremos el gran riesgo de terminar perjudicándolas seriamente, con el consiguiente daño institucional.

Entiendo que alguien pueda citar algunos casos puntuales de docentes que consideran que han sido perjudicados, desde luego no siempre los resultados llenan las expectativas de los académicos, pero ésta es una regla general, el postulante está siempre convencido de que los méritos le sobran, y es la Comisión Local o la Comisión Superior las que se dan a la tarea de resolver la difícil ecuación entre lo que el aspirante cree que valen sus antecedentes y lo que valen realmente.    

Estas Comisiones son compuestas exclusivamente de Profesores Titulares, que han debido recorrer ya todo el camino y lo conocen bien, es un trabajo arduo, voluntario, que requiere criterio y ponderación, que consume bastante tiempo y que suele acarrear incomprensiones y malos ratos. Sin embargo, y sin ninguna pretensión de infalibilidad, y considerando además que el debido proceso consulta apelaciones, presentaciones a la Comisión Superior, etc., la gran mayoría de las veces sus resoluciones se ajustan plenamente al juicio desinteresado, ponderado y bien intencionado de la comunidad académica involucrada.

La tendencia a introducir en el proceso pautas que tienden a uniformar y por lo tanto a rigidizar el proceso, además de agregar a dichas pautas aspectos cuantitativos en la medición del trabajo académico, junto con solicitar, argumentando transparencia, que las actas de las reuniones de las comisiones locales contengan las opiniones de los integrantes y que éstas además sean públicas, en mi opinión van a dañar seriamente el proceso de evaluación académica en lugar de perfeccionarlo.

Lo dañarán porque las Comisiones Locales se verán desjerarquizadas, perdiendo su rol de jurado que discute considerando los diferentes aspectos de la actividad del académico, en pleno conocimiento de la especificidad de su disciplina y fallando siempre, como lo exige el Reglamento, de manera fundamentada. Corren el riesgo de transformarse en meros aplicadores de una pauta o protocolo, sumando aspectos cuantitativos que darán casi de manera matemática un puntaje o resultado equivalente a una jerarquía y estando sus opiniones dentro de la Comisión ya no sólo sujeta al juicio de sus pares jerárquicos, sino al público escrutinio con todas las molestias y dificultades que pueda significar enfrentar el juicio de personas que en ocasiones enfrentan el proceso con expectativas desproporcionadas.  

Algunas de las modificaciones propuestas harán muy difícil poder constituir las Comisiones Locales, porque para un Profesor Titular será un trabajo rutinario, mecanizado por pautas cuantitativas, por lo tanto, carente de interés intelectual y potencialmente fuente de conflictos interpersonales.

El proceso de Evaluación Académica de la Universidad de Chile constituye una de sus principales fortalezas, porque está entregado a personas que han alcanzado el más alto nivel académico y que tratan, con ponderación, con discreción y con un alto sentido de justicia, de entregar a cada académico la jerarquía que le corresponde luego de un dedicado examen.

El Senado Universitario lleva un largo tiempo estudiando las modificaciones al Reglamento aludido y no me cabe duda que los autores de estas propuestas las hacen de buena fe y convencidos de que constituyen un progreso para el desarrollo académico, con esos mismos propósitos planteo mis temores y reparos como una forma de estimular el interés por analizar cuidadosamente cada cambio, considerando el superior interés de la Universidad de Chile.