Contexto

Es la Ley de Bases del Medio Ambiente de 1996 la que establece  cuáles son los proyectos, obras y actividades que tienen la obligación de someterse al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) - y contar con una Resolución de Calificación Ambiental (RCA)- para su definitiva aplicación. Sin embargo, este listado excluye varias actividades con alto potencial para causar deterioro y pérdida de la biodiversidad.

El esquema del SEIA, en que los proyectos obras y actividades se evalúan caso a caso, ha demostrado ser insuficiente para la gestión a largo plazo de los recursos naturales, y tal como muchos sistemas de evaluación de impacto ambiental, el sistema chileno no considera los efectos acumulativos de las actividades productivas involucradas.

Actualmente existe la percepción, por parte del sector privado que ingresa sus proyectos al SEIA ,de que muchas acciones de mitigación de impacto ambiental sobre la biodiversidad que les son exigidas por la autoridad, son injustificadas y/o ineficientes, lo que ha estado alimentando un descontento creciente con el sistema. Lamentablemente, esta situación no es posible de demostrar ni refutar, ya que la casi totalidad de las RCAs carecen de objetivos claros y cuantificables con respecto al tema de la diversidad biológica.

Comúnmente, la fiscalización de la RCA se limita a establecer el cumplimiento de las medidas de mitigación estipuladas en este documento legal. Así, si estas acciones se han ejecutado de forma satisfactoria, en general el compromiso legal se entiende como satisfecho, independiente de si estas medidas tuvieron o no los efectos deseados. De esta forma, el sistema no reconoce de manera directa que las medidas planteadas pueden ser ineficaces (no permiten mitigar el impacto en la forma deseada) o innecesarias (el impacto para el cual se diseñó la medida fue sobreestimado), desconociendo el alto grado de incertidumbre involucrado en la gestión de ecosistemas.

Una de las formas de abordar la incertidumbre intrínseca a la gestión de la biodiversidad es a través del manejo adaptativo de ecosistemas. Este es un proceso inductivo, basado en estudios comparativos, que combinan la teoría ecológica con la observación y el diseño de intervenciones planificadas en la naturaleza. Es un proceso sistemático de mejoramiento continuo de políticas de manejo, a través del análisis de los resultados de programas operacionales.

En algunos países, el sistema evaluación del impacto ambiental y las medidas para reducirlos se conducen con un enfoque de manejo adaptativo en que el sistema se retroalimenta de sus logros y errores, de modo de que se pueden tomar acciones para lograr los objetivos de conservación propuesto.

En Chile, la inflexibilidad que el SEIA tiene para enfrentar esta incertidumbre representa dos tipos de costos. En primer lugar, está el costo asociado a la implementación de numerosas medidas cuya eficacia y eficiencia nunca podrá ser establecida. En segundo lugar, está el costo de oportunidad por la no generación de información útil para futuros proyectos similares. El manejo experimental es una herramienta poderosa para generar información útil para la conservación de los recursos naturales. En Chile, el SEIA podría ser una fuente de conocimiento valioso sobre especies y ecosistemas amenazados si, por ejemplo, las respuestas de éstos a las medidas de mitigación de impactos fueran sometidas a un análisis experimental riguroso.

El presente proyecto pretende proponer cambios concretos al reglamento del SEIA que apunten a incrementar su eficacia como herramienta para la conservación de la biodiversidad a través del establecimiento de metas claras y de la implementación de un sistema de manejo adaptativo.

 

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