Contexto

Durante las últimas décadas, el significativo crecimiento de la economía nacional se tradujo en una fuerte expansión de la demanda de energía primaria. Por ejemplo, entre los años 1986 y 2000, la demanda de derivados del petróleo creció a una tasa promedio anual de 5,9%,  mientras que la demanda de electricidad en un 8,2.

En la actualidad, el consumo de energías primarias en Chile se basa fundamentalmente en energías no renovables como el petróleo, el gas natural y el carbón (76%), mientras que sólo el 24% se obtiene de energías renovables convencionales como la hidroelectricidad y la leña.

Este panorama, sumado a la excesiva dependencia que ha mantenido Chile con las fuentes abastecedoras de energía externas y al alza sostenida de los precios de los combustibles fósiles, se ha traducido en una búsqueda de alternativas energéticas que nos provean de independencia y seguridad en el suministro, y que además no sean perjudiciales para el medioambiente.

Diversas instituciones como la CNE (Comisión Nacional de Energía), organismos dependientes del Ministerio de Agricultura como la ODEPA (Oficina de Estudios y Políticas Agrarias), CONAF (Corporación Nacional Forestal) y FIA (Fundación para la Innovación Agraria), junto al Ministerio de Economía afinan la conformación y publicación de una política bioenergética que fomente, norme y regule la incorporación de otras fuentes energéticas al país, principalmente a partir del desarrollo de fuentes energéticas no convencionales y de biocombustibles.

Energías renovables no convencionales como la energía eólica, la solar, la geotérmica y oceánica. ya han sido consideradas por estos organismos. Y en cuanto a los biocombustibles, existe una amplia gama de procesos de aprovechamiento de la energía proveniente de la biomasa. Este tipo de energías, dependiendo de su forma de aprovechamiento, generan impactos ambientales significativamente inferiores a los que causan las fuentes convencionales de energía. De esta manera, las energías renovables no convencionales pueden contribuir a los objetivos de seguridad de suministro y sustentabilidad ambiental de las políticas energéticas del país.

Por otra parte, la generación, disposición y gestión de residuos orgánicos provenientes de las actividades agropecuarias, forestales, industriales y domésticas representa en la actualidad uno de los principales problemas medioambientales para el país, con relación a su manejo, posibilidades de tratamiento y disposición final.

Tomando en cuenta estos antecedentes, la digestión anaeróbica de residuos orgánicos (líquidos y sólidos) emerge como una alternativa sustentable para el tratamiento de estos residuos, además de constituir una fuente alternativa de energía que puede ser incorporada selectivamente a procesos industriales y comunidades rurales. De este modo, la utilización de la bioenergía a partir de la digestión anaeróbica o fermentación metanogénica de residuos orgánicos constituye una alternativa capaz de mitigar el actual déficit energético en el que Chile se encuentra inmerso, aplicando tecnologías de costos competitivos y ambientalmente sustentables.

Alguno de los beneficios ambientales que provee este sistema de tratamiento de residuos incluyen un parcial control de olores, disminución en los impactos en la calidad de aire, agua y suelo, al sanitizar parcialmente los residuos, flexibiliza el manejo de nutrientes contenidos en los compuestos orgánicos y además representa una oportunidad de disminuir la emisión de gases con efecto invernadero capturando el biogás generado en este tratamiento.

Desde el punto de vista económico, el tratamiento de residuos corresponde a una alternativa que no eleva considerablemente los costos respecto a otro tipo de tratamiento de residuos orgánicos. El biogás capturado puede ser utilizado para generar electricidad, reduciendo significativamente los costos de la generación. Además, puede constituir una fuente de energía que reemplace el uso de combustibles como gas natural, propano y petróleo.

Sin embargo, a pesar de la importancia que tiene el factor ambiental sobre el proceso de degradación anaeróbica, a nivel nacional aún no se ha realizado investigaciones orientadas a dilucidar áreas que posean mayor aptitud para la biotransformación anaeróbica de residuos orgánicos.

Debido a esto, se hace necesario generar herramientas que conecten los principales factores ambientales con las propiedades intrínsecas de los residuos orgánicos, considerando además su disponibilidad, estacionalidad y abundancia. Así en el presente proyecto se logrará la construcción de un Ìndice de Producción de Biogás (IPB) y una zonificación del protencial reproducción de biogás, las cuales constituirán herramientas potentes que permitirán la adecuada toma de decisiones del sector productivo en torno al establecimiento de biodigestores en las distintas zonas del país, contribuyendo también a instituciones gubernamentales elementos para el incentivo del uso masivo de esta tecnología a nivel nacional.

 

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