Analfabetismo Funcional

14 de Marzo de 2001

Muchos preguntan sobre la seriedad del problema de analfabetismo funcional en Chile. Se cree que es un problema secundario y que posiblemente se esté exagerando en las consecuencias previstas en el campo de la inversión y la calidad de los recursos humanos que el país produce. El estudio que llevó a cabo el Departamento de Economía de la Universidad de Chile acusa lo contrario: más de la mitad de los chilenos no somos capaces de seguir instrucciones escritas, tenemos dificultades para comprender lo que leemos y no somos capaces de extraer mínimas consecuencias analíticas.

Es cierto: nuestro analfabetismo se llevó a una mínima expresión como porcentaje de la población, llevando a Chile al grupo de los países más adelantados en el mundo en desarrollo en esta materia. Esto fue, sin lugar a dudas, un resultado de los criticados planes -en su tiempo- de enseñanza primaria obligatoria, de instauración de Escuelas Normales para formar a los profesores básicos, y de ampliación significativa de la enseñanza experimental y media. Los años de un esfuerzo del Estado pata atacar uno de los males más importantes sobre las perspectivas nacionales: la pobreza y la baja productividad.

Pero hoy día las realidades de la producción y del desarrollo son otras. La comprensión -como distinta al simple desciframiento de los símbolos escritos que constituyen las palabras- es vital para manejar manuales, sistemas computacionales, seguir en el proceso educativo permanente, etc. Y estos aspectos son elementos indisolubles de lo que se ha de observar cuidadosamente para llevar adelante programas de inversión. Evidentemente, para una economía que sólo pretende producir y exportar minerales, trozos de madera y fruta embalada, la cuestión que estamos discutiendo reviste poca importancia. Pero cuando se habla del salto a la segunda etapa exportadora, se piensa en la industria liviana, se cree en el desarrollo de nichos productivos, se piensa en la producción de elementos tecnológicos, etc., la cuestión de la calidad del recurso humano es muy otra. Por ello, el esfuerzo por una Buena Educación es una prioridad nacional, con vistas a los sueños que abrigamos para alcanzar un desarrollo económico integral y la desocupación sostenible de la pobreza.

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