Discurso de Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia 2006

"Autoridades presentes, colegas, amigos y compañeros.

Desde hace un tiempo a esta parte, consultoras internacionales han estado entregando informes en la idea de clasificar el país; en términos de su capacidad de competencia en el mercado internacional y en términos de la seguridad que puede dar hoy a la inversión extranjera.

Una y otra vez, esta consultoras internacionales, particularmente Standard and Poor´s y otras, han señalado que Chile clasifica muy alto, pero que esta clasificación dice relación con la seguridad y estabilidad de la políticas económicas que se aplican; y por tanto, eso clasifica al gobierno chileno en un nivel muy alto con respecto a otros países.

También consideran en un nivel elevado, el estado actual, coyuntural de los grandes parámetros económicos, pero donde estos informes señalan que Chile está muy mal clasificado o en muy bajo nivel con respecto a otros países, es en el tema de la tecnología y de la capacidad del país para producir la innovación tecnológica necesaria para asegurar su desarrollo permanente.

Los historiadores sabemos, particularmente los que hemos trabajado en historia económica y social de este país, que éste no es un problema actual, es un problema tan antiguo como el país mismo. Podríamos decir que el país nunca ha invertido sistemáticamente en el desarrollo de su capacidad tecnológica, a efectos de incrementar las bases de productividad del sistema, y asegurar desarrollo en el mediano y largo plazo.

Cada vez que nosotros hemos hecho investigaciones, y hemos entrevistado, por ejemplo, a empresarios acerca de por qué no se asegura una capacidad de creación en este sentido, la respuesta que nos han dado ha sido siempre la misma: para qué investigar, para qué invertir si la tecnología se compra, se importa. Asegurado eso, lo demás puede esperar y no importa.

Por eso que desde una mirada histórica, uno podría decir el día de hoy, en retrospectiva, que Chile ha vivido siempre y sigue viviendo, al parecer, dentro de lo que podríamos llamar una cierta pobreza tecnológica. Y ese es un juicio histórico.

Pero el día de ayer me tocó asistir a un seminario en el que se presentó un estudio hecho por una corporación, entiendo que privada, llamada GENERA; estudio que se refería a evaluar el estado de los derechos ciudadanos, la percepción que los ciudadanos tienen de sus derechos, y la percepción que los ciudadanos tienen respecto a cómo el sistema institucional en general respeta o no estos derechos.

La investigación concluía que nueve de cada diez chilenos considera que en el día de hoy sus derechos ciudadanos están siendo abusados de una manera u otra. Nueve de cada diez que, por tanto, no se sienten totalmente seguros de que sus derechos tienen validez o son respetados o que él puede apostar sobre ellos para desarrollar su existencia social o individual.

El año pasado, en el mes de septiembre, la Universidad Diego Portales publicó también un informe de una investigación a nivel nacional, acerca del grado de credibilidad y confiabilidad que tienen los chilenos respecto a las instituciones públicas que los rigen o nos rigen. El resultado fue que el 90 por ciento de los chilenos consideraba que no tenía confianza en las instituciones políticas y públicas que nos rigen.

El Mercurio Sociedad Anónima en agosto publicó también una investigación similar con el mismo resultado. Lo que significa que existe, al menos mirándolo en retrospectiva, que en este país, junto a una pobreza tecnológica, tiende a acumularse una pobreza ciudadana.

Tal vez una de las grandes tareas que tenemos por delante, no sólo es perfeccionar las políticas públicas desde un Estado que está basado en un determinado Estado de Derecho, sino tal vez reconstruir o construir una sociedad civil que en Chile ha sido sistemáticamente diezmada. Es una gran tarea. Cómo atacar el tema de la pobreza tecnológica, cómo atacar el tema de la pobreza ciudadana.

La Universidad de Chile siempre ha sido la Universidad que piensa el país y que últimamente ha tenido dificultades para pensar el país. Leía el domingo pasado una carta que envió el Rector de la Universidad al diario El Mercurio, donde señala que en la actualidad en Chile alrededor de un 15 por ciento del presupuesto se gasta en la Educación Superior. En comparación a otros países que gastan entre el cuarenta y el noventa por ciento, como decía en ese artículo.

Por esta razón u otras tal vez, la Universidad ha perdido un poco el rol que se le asignaba antes de pensar el país y de pensar estos problemas de las distintas pobrezas que atacan el país. Porque la pobreza material tal vez hoy día importa poco, al lado de la pobreza ciudadana. Y tal vez la pobreza material, importa poco, si la pobreza tecnológica nos impide desarrollar una distribución del ingreso más justa que la que actualmente tenemos.

La Universidad, sin embargo, pese al estado precario en que se encuentra, pese a la escasa ayuda que se ve en el futuro para incrementar los recursos con que pueda actuar en estos temas, sigue adelante.

Los tres premios que hoy día aquí se reconocen y que nos alegran a nosotros personalmente, corresponden a trayectorias de investigación en estas dos pobrezas. Los colegas de Química y Física están estudiando periódicamente en un área donde hay pobreza.

Y dentro de la escasez de recursos se ha estado tejiendo una trayectoria que ha sido reconocida con este premio a nivel nacional. Se hace un esfuerzo significativo por solidaridad, por lo que sea, compromiso académico, responsabilidad ética. La Universidad sigue viva, creo yo, a través de estos esfuerzos personales.

Y en el otro ámbito de la pobreza ciudadana es donde el premio de Historia creo que se instala. Nuestro trabajo como historiador ha sido básicamente preocuparnos de la pobreza social y de la pobreza ciudadana. El hecho que se reconozca eso revela que hay una preocupación también ahí y que la Universidad está respondiendo de una manera u otra a estos desafíos que le plantea su presente.

Por eso pienso que esta Universidad está siempre atenta a Chile. Como quiera que sean los recursos, como quiera que sean los apoyos que recibe desde el Estado. Y eso la mantiene viva.

Creo que hoy día estamos de alguna manera celebrando que mantenemos viva la preocupación por este país, en los ámbitos estratégicos y neurálgicos que tienen que ver con el desarrollo de todos los chilenos y de toda la sociedad.

Gracias por este reconocimiento, gracias a las autoridades por su presencia aquí y, desde luego, nuestra fuerza, para que esta Universidad pueda continuar con esta tarea engrandeciéndolo en el futuro próximo.

Gracias".

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