Discurso del Rector en la ceremonia de conmemoración del Día Internacional de la Mujer 2013

Como Rector de la Universidad de Chile me complace participar de esta ceremonia que conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, un evento que congregó a representantes del género femenino en distintas vertientes políticas para abrir el debate sobre el trato equitativo en las esferas culturales y laborales que se da en Chile, con miras a avanzar en la promoción de los derechos de la mujer.

Me enorgullece ser parte de esta institución que ha sido pionera en la historia de nuestro país en la implementación de estrategias de incidencia para el mejoramiento de la situación de las mujeres en el ámbito nacional, tanto en el aspecto de las relaciones materiales como también en la construcción simbólica e ideológica del género.

Sin embargo, aún queda mucho por avanzar para romper con las múltiples  formas de discriminación que existen en nuestro país, que tienen como base el género y es ahí donde quiero expresar, en nombre de la Universidad de Chile, un reconocimiento al trabajo que realizan nuestras académicas y académicos, funcionarias y funcionarios, y estudiantes, a lo largo de distintas escuelas y centros de estudios de nuestra institución, por enriquecer el debate de género con problemas y realidades contingentes, abriendo espacios de comunicación entre enfoques teóricos y metodológicos diversos o y las complejas realidades sociales, culturales, políticas y económicas presentes en nuestra sociedad.

Es un aporte al debate académico sobre el déficit democrático que supone para Chile esta discriminación estructural y cultural que sufren las mujeres en las diversas esferas de poder, tanto público como privado, y que desde el trabajo que en esta Universidad se ha iniciado en las últimas décadas, se busca contribuir a superar a través de una toma de conciencia que pueda incidir en las nuevas generaciones.

Pese a que en los tiempos contemporáneos escuchamos reiteradamente que los cambios se dan de manera vertiginosa, está claro que ello ocurre más bien en la esfera de la tecnología, las ciencias y las relaciones económicas y de consumo. Cuando hablamos de una transformación cultural profunda, las velocidades son distintas, pero nuestra Universidad de Chile quiere ser un referente para que los cambios comiencen a sembrarse YA.

Como muchas de las y los presentes ya sabrán -tal como lo planteó la Vicerrectora de Extensión-, esta Casa de Estudios creó recientemente la Oficina de Igualdad de Oportunidades de Género, cuya primera labor consistirá en producir un Plan para la Igualdad de Género, una investigación cualitativa y cuantitativa que profundice el diagnóstico ya efectuado por la Comisión de Igualdad de Oportunidades de Género , y una propuesta para la formulación de políticas universitarias en esta materia.

Desde esta iniciativa institucional y las demás a nivel local -que llevan desarrollando actividades de investigación, formación y extensión en las Facultades de Ciencias Sociales, de Filosofía y Humanidades, y de Derecho, por cerca de dos décadas, nos interesa hacer presente a las autoridades la obligación que les cabe a la hora de impulsar o adoptar decisiones de Estado para construir una sociedad más justa e inclusiva.  Una responsabilidad que tiene como punto de referencia el futuro del país y de sus generaciones.  

El hecho de que nuestro Estado chileno ha permitido, a lo largo de las últimas tres décadas, la profundización del modelo mercantil, ha traído la devastación de la educación pública en todo sentido y amplitud del término; espacio vital para la enseñanza y valoración de los derechos humanos, de la construcción de ciudadanía y la generación de espacios propicios para la realización de cada persona humana.

Así, tenemos un Chile que está en deuda en materia de educación no sólo con los más vulnerables, sino que especialmente con las mujeres de estratos socioeconómicos más bajo. Las brechas académicas que se dan entre hombres y mujeres provenientes de realidades de alta vulnerabilidad son luces de la urgencia de mejorar la calidad de la educación de los más pobres -particularmente de las niñas- pues en nuestro país, ser niña y pobre expone a una doble discriminación en términos de oportunidades educativas, pues cada vez que una familia de escasos recursos debe elegir quien continúa sus estudios, suelen ser los varones los elegidos, o bien cuando alguien debe quedarse cuidando a los hermanos pequeños para que los padres salgan a trabajar, también vemos que son las niñas las que tienden a asumir este rol y sacrificar sus estudios.

Ello, sumado a la influencia de los medios de comunicación cuyos contenidos programáticos y de publicidad son intensamente sexistas -con imágenes estereotipadas y una banalización de los roles femenino-, nos convoca como Universidad  a realizar nuestro aporte para que en Chile alcancemos una educación más justa y más profunda en valores humanos, con miras de que las futuras generaciones tengan un rol clave en el desarrollo del bien común de nuestra sociedad.

Felicito a todas las mujeres que hoy se han congregado en este espacio académico por su entereza, fuerza de voluntad, rigor y disciplina para sacar adelante sus proyectos personales y laborales, y constituir ejemplos  para nuestra juventud.    Hoy hemos tenido el honor de presenciar un nuevo debate que continúa en la senda de ir despertando las conciencias para generar el cambio cultural hacia un trato igualitario y digno que nos permita crecer como una sociedad realizada y feliz.    

Felicito por ello a la Vicerrectoría de Extensión por organizar este espacio de reflexión para la comunidad y contribuir a esta conmemoración con la esencia de nuestra universidad: el despertar del pensamiento y el regocijo de la reflexión como nutrientes elementales para la realización de las y los seres humanos.

A fines de noviembre del año pasado, cuando celebramos los 170 años de nuestra Univerisdad dijimos que la desgiualdad es el problema. También dijimos que para rebatir eso era fundamental  una educación pública de calidad y equitativa. Luego de escuchar todo lo que se ha debatido hoy podemos afirmar que la desigualdad tiene cara de mujer, como también a la política pública le hace falta mucha más mujer.

Por eso, como dije hace un tiempo atrás, repito que se requiere una ley de cuotas para que la sociedad entienda que las mujeres tienen un punto de vista y un decir importante en la definición de la política pública.

Así como al comienzo de esta ceremonia la señora Mónica rindió un homenaje a aquellas mujeres que tuvieron un duro trabajo durante la dictadura, me sumo a esos saludos y saludo a las madres, hijas, abuelas y hermanas que todavía no saben qué pasó con sus seres queridos durante esos años. A ellas les dedicamos este día de la mujer.

Muchas gracias.

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