Palabras del Rector en inicio de obras para instalar el Telescopio Gigante Magallanes

Estamos reunidos esta tarde para asistir a la ceremonia de la primera explosión ("Big-Bang") que marca el comienzo definitivo de la construcción del proyecto astronómico Giant Magellan Telescope (GMT) en Chile. Esta feliz ocasión abre una nueva etapa en las fructíferas operaciones del Observatorio Las Campanas, que se remontan al año 1969, cuando se firmó -al amparo de la Ley 15.172- un convenio de cooperación científica entre la Carnegie Institution of Washington y la Universidad de Chile.

Dicho convenio contempló en una primera etapa la instalación en Chile de un telescopio "pequeño" para los estándares actuales (de un poco más de un metro), denominado el telescopio "Swope". Han transcurrido más de 40 años desde la firma de este convenio inicial, y hoy asistimos al inicio de la construcción de un gigante de nada menos que 25 metros, una escala inédita en telescopios ópticos.

Se ha hablado hoy de la primera explosión, pero quisiera mencionar otro primer Big Bang, que probablemente es la razón por la cual la Rectoría de la Universidad de Chile está aquí hoy: a fines de la década del '50, el entonces Director del Observatorio Astronómico Nacional de la U. de Chile, el Prof. Federico Rutllant invitó al Prof. Gerard P. Kuiper del Observatorio de Yerkes de la U. de Chicago y a un científico de la Nasa para que vinieran al norte a explorar los cerros chilenos; algo que él conocía desde mucho antes.

Si no hubiese sido por el Prof. Ruttlant y el Observatorio Astronómico Nacional de la U. de Chile, probablemente hoy no estaríamos acá. Chile hoy es reconocido como uno de los cielos más hermosos para la observación astronómica gracias a muchos hombres y mujeres de este país, especialmente de la Universidad de Chile, que siguiendo el ejemplo del Prof. Rutllant, hicieron el Big Bang. Ojalá sigan habiendo muchos otros Big Bang.

En 1969 nuestro país era una promesa como lugar astronómico y Carnegie apostaba por la calidad de los cielos chilenos al querer construir en nuestro país un observatorio astronómico. La institución Carnegie no se equivocó, no cabe duda de la bondad de los cielos Chilenos.

Hoy en día, Chile se consolida como la capital mundial de la astronomía, esperándose que albergue a más del 70% de toda la infraestructura e inversión en observatorios a nivel planetario hacia el final de la década.

La Ley 15,172 -administrada por la Universidad de Chile como principal institución pública de Educación Superior- y que dio origen al mencionado convenio de cooperación, ha conferido a la Institución Carnegie, así como a muchos de los otros grandes observatorios instalados en nuestro país, un marco legal serio, estable y permanente en el tiempo, que ha sido inmune a las vicisitudes y vaivenes políticos de nuestra joven nación -algunos de los cuales han tenido trágicas consecuencias para nuestros conciudadanos- permitiendo a Carnegie, a pesar de aquello, proyectarse en el tiempo y realizar planificaciones de largo alcance, que ahora vemos coronadas con el proyecto GMT.

Esta misma Ley, del modo que la ha ejercido la Universidad de Chile, asegura el acceso a todos los astrónomos chilenos a un 10% del tiempo de observación en todos los telescopios instalados en el territorio nacional, incluyendo el caso del GMT. De esta manera, la Institución Carnegie y la Universidad de Chile contribuyen, una vez más, al desarrollo de las futuras generaciones de astrónomas y astrónomos chilenos.

A lo largo de su trayectoria, la Institución Carnegie ha jugado un rol muy importante en el desarrollo de la astronomía nacional.  Muchos de los actuales astrónomas y astrónomos profesionales chilenos realizaron sus primeras observaciones astronómicas con los telescopios de Las Campanas, e incluso, algunos de ellos fueron becados por la Institución para realizar estudios de postgrado en Estados Unidos, entre los que recuerdo a Eduardo Hardy, María Teresa Ruiz, Guido Garay, René Méndez y Diego Mardones.

Esta larga historia de cooperación ha conducido a un rápido desarrollo de la astronomía en Chile, de modo tal que, en 1999, ya contando con la masa crítica y el nivel adecuado, la Universidad de Chile comenzó el primer programa chileno de Doctorado. Desde ese año, la Universidad de Chile ha graduado a 13 doctores en astronomía. Nuevamente, ni Carnegie ni la Universidad de Chile se equivocaron en su apuesta. Hoy en día la astronomía realizada en Chile es la ciencia de mayor productividad a nivel nacional e impacto a nivel internacional, comparándose incluso con aquella de los mejores centros de investigación internacionales.

El acceso competitivo al 10% del tiempo chileno, es administrado por la Universidad de Chile, a través de un comité (CNTAC por sus siglas en Inglés que significa Chilean National Time Allocation Committee), que involucra a astrónomos de toda la comunidad astronómica nacional, así como expertos de los observatorios. Aprovecho esta oportunidad de agradecer a los Drs. Miguel Roth, Mark Phillips y Povilas Palunas, de Las Campanas, quienes por muchos años han contribuido con su experiencia y valioso juicio a este comité.

El CNTAC, actualmente liderado por el Dr. Sebastián López del Departamento de Astronomía de nuestra Universidad, y con apoyo logístico del personal del Departamento, es un aporte fundamental a la comunidad científica chilena y por lo tanto también un aporte al desarrollo del país, equivalente a los que nuestra Universidad presta para el desarrollo de otras actividades de interés nacional, como el Servicio Sismológico, el Instituto de Nutrición y Tecnología en Alimentos (INTA), la Escuela de Salud Pública, el Idiem, el Programa de Educación Continua para el Magisterio (PEC), nuestros cuerpos artísticos estables como la Orquesta Sinfónica de Chile, el Ballet Nacional y la Camerata Vocal de la Universidad de Chile, por mencionar algunos de los variados aportes nos enorgullecen en nuestros 170 años de vida como Casa de Estudios.

Como institución socia de Carnegie, también sentimos que hemos recorrido un largo camino, desde nuestros incipientes inicios como Observatorio Astronómico Nacional (OAN), fundado solo diez años después de la creación de la Universidad de Chile en 1842,  pero siempre al alero de ésta.

Este año, el OAN, que hoy es parte del Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de nuestra Universidad, cumple justamente 160 años. El gran desafío para nosotros es cómo generar hoy nuevas oportunidades en nuestro país para que las jóvenes generaciones de astrónomos -muchos formados en nuestras propias aulas- puedan realizar investigación de punta desde centros de investigación en Chile, utilizando de manera eficiente y eficaz el acceso a la gran infraestructura observacional como la que nos rodea en este día.

Para finalizar, pensamos que a partir de este "Big-Bang", el gran desafío de la Institución Carnegie y sus socios, Astronomy Australia Ltd., the Australian National University, the Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, el Korea Astronomy and Space Science Institute, la University of Texas at Austin, la Texas A&M University, la University of Arizona, y la University of Chicago es llevar a buen puerto el GMT, un proyecto altamente complejo, y que requiere por tanto de la convergencia de recursos, voluntades y trabajo dedicado de muchos actores.

Desde ya, ponemos a disposición de Uds. todos los buenos oficios de la Universidad de Chile para que este proyecto sea un éxito más para los Observatorios de la Institución Carnegie, sus socios, y la República de Chile.

 

Muchas gracias.  

 

 

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