Entre los legajos de la historia de la Universidad de Chile, anales de octubre- diciembre de 1968 me distrajeron y cautivaron los comentarios acertados y visionarios de Olga Poblete*, profesora de historia quien abogó a favor de una universidad abierta.
La universidad, aclaraba Olga Poblete, es un patrimonio común y debe asegurar a todos su acceso. La universidad no puede ser de una elite ya que esa es una consigna de la burguesía que no tiene validez. La prueba de selección da como resultado otra forma de limitaciones ya que no provoca una selección sino que una eliminación. Hacen aparecer entidades que se ofrecen para preparar a los alumnos para rendir satisfactoriamente la prueba y esta preparación solo pueden lograrla los que tienen dinero, entonces todo tiende a que la forma selectiva favorezca a los más acomodados.
Si el alumno logra ingresar a la universidad el alumno no solo ha de pagar su matrícula sino que además debe contribuir a la compra de materiales de trabajo, de laboratorio, libros etc.… la contribución económica del alumno es alta.
Acaso esos gastos no debiera ser realizado por el estado en su totalidad.
El estado absorbe los gastos de armamentos, municiones, vehículos. Instrumentos de todas las fuerzas armadas… Imaginemos lo que sería si cada ciudadano que cumple su servicio militar tuviese que contribuir comprando parte de las municiones, de la bencina que se usa en cada maniobra. Disminuyamos los presupuestos de las armas y entreguémosle esa parte a la universidad, a las clases económicamente más débiles.
Concluye diciendo, cuidado con el lema “educación para todos” a la sociedad actual le interesa pasar a las gentes que llegan a la universidad por el harnero de una estructura social. Esa es la forma de no dar acceso a ella a la masa que es todo en un país.
La actual situación que aqueja a la educación chilena amerita un análisis como el que describió, acertadamente, Olga Poblete.
Actualmente la juventud que hoy clama por un Chile equitativo, igualitario, inclusivo, se pierde en debates ideológicos, en una pugna de poder inoficioso y que no logra penetrar el sistema neoliberal.
Las reformas y las actuales reformas propuestas en educación superior solo tienden a acrecentar la desigualdad y el sesgo social. Los gobernantes de turno, los políticos, pernoctan en el sistema capitalista heredado de la dictadura de Pinochet. La marginación y segregación de las clases sociales vulnerables pareciesen no importarles.
Volviendo al análisis de Olga Poblete, Es cierto que la rebelión es la última instancia, pero ¿hasta dónde puede conducir la acumulación de últimas instancias? No puede haber orden, afirma la máxima jurídica, donde imperen la postergación, la arbitrariedad, la injusticia».
Pareciese que el tiempo reafirmó lo expuesto por Olga Poblete en el año 1968 y nos confirma que Chile fue y es un país desigual.
*Olga Poblete fue feminista y profesora chilena, «considerada una de las figuras nacionales más relevantes del siglo pasado, en relación a la lucha y reflexión sobre los derechos y la igualdad de las mujeres, los derechos humanos y la paz mundial.