Sepelio del Profesor Emérito don Raúl Rettig Guissen

Raúl Rettig Guissen se ha marchado junto con el mes de abril. ¿Qué simbolismo se habrá decidido encerrar en este último viaje del Patriarca Ilustre? Se marchó con la misma valentía y consecuencia con que vivió, y nos ha querido, seguramente, desear que el coraje nos permita seguir adelante para construir la sociedad de paz y de progreso que el soñó para Chile y que tanto y tanto lamentaba no haber podido su generación dejarla como sublime herencia. Pero él ha dejado sus ideas, su conducta, su ejemplo de patriota, demócrata, justo, inteligente. Y quizás con la caída de las hojas de otoño se nos ha querido decir que las sociedades como los árboles pueden desnudarse para revelar su fuero interno, sus contradicciones, sus terribles enfermedades y sus retos, y que hay ciertos hombres capaces de descubrirlas para introducir verdad. Así, este último viaje de Raúl Rettig se transforma en mensaje cierto por medio de su ejemplo de vida, para entendernos en democracia desnudando nuestras flaquezas, y procurando volver a ser hermanos para construir juntos la justicia, la verdad, la equidad y el progreso.

Se ha marchado como fue: Un hombre consecuente, que no disfrutó de fortuna, más que aquella del cariño de los suyos y de quienes le admirábamos como hombre de bien. Raúl Rettig fue el Maestro por excelencia. Como profesor universitario no solo se ganaba la atención profunda de sus estudiantes de la cátedra de Filosofía del Derecho. Se ganaba también su cariño, la admiración y despertaba así verdaderas vocaciones de juristas. Allá en las tierras del sur, cuando había trabajado como profesor primario para luego estudiar Derecho en Concepción, había aprendido a relacionarse con los niños y los jóvenes, a hablarles con el corazón, a convertir la enseñanza en un semillero basado en el ejemplo. Aprendió también que el abrir oportunidades a tantos y tantos más desposeídos debía de acompañarse por igualdad de condiciones, y que en eso la Educación tenía mucho que comprometer y el Estado una gran tarea que cumplir.

Quizás el dolor más grande en tantos años de dolor, fue para Raúl Rettig el que se le haya arrebatado su sitial de profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Un despojo tan injusto como generalizado y carente de fundamento ético. Pero estuvo feliz cuando la Universidad de Chile le reincorporó como Profesor Emérito, reconociendo en él a su Maestro de siempre, al querido Rettig de la palabra certera, al del corazón gigantesco para hablar sobre lo que amaba, sobre el Derecho, y junto con ello, también sobre sueños y grandes ilusiones.

Un político que inspiró grandes ideales, ejerció singular liderazgo, y proyectó pasos que quizás, si hubiesen sido adoptados en su tiempo, se habría evitado más tarde el dolor de nuestras divisiones, y del quebrantamiento institucional que dio lugar al sufrimiento y a la negación de la vida y del respeto por los derechos humanos. Fue también un universitario profundo cuando encabezó el esfuerzo de Chile por rescatar la verdad, para que así se diera paso a la justicia y al perdón. Apuntó de esa forma a un fin último del trabajo universitario, cual es el vincularse a los problemas de nuestra sociedad, a sus desafíos más importantes, al entendimiento que el conjunto social debe tener de sus propios errores, y sobre la justicia que debe imponerse sobre quienes han quebrantado las normas básicas de la convivencia civilizada.

Universitario, Maestro, generador de ideas, líder natural, inspirador. Raúl Rettig fue eso y más. La valentía elegante de su palabra, reflejaba una inteligencia superior, y le facultaba para condensar magnificas ideas en breves conceptos. Era capaz de entusiasmar; sí, hasta en los últimos días de su vida nos llenaba de ideas, nos conversaba del pasado, pero más bien del futuro, donde decía se asentaba lo que del primero podía aprenderse. Nos daba ideas sobre Universidad, sobre política, sobre sociedad y mundo actual. Eran conversaciones que se sostenían fluidamente mientras miraba hacia lo alto desde su lecho, el cual estaba ciertamente adornado por los símbolos del club de fútbol de sus amores.

Nos enorgullece que uno de sus últimos actos públicos haya sido su asistencia a la inauguración del presente año académico de la Universidad de Chile hace poco más de un mes. Sus ojos brillaron de alegría cuando le solicitamos que asistiera - y nos dijo que por la Chile era capaz de caminar mucha más distancia de la que hacia en su admirable esfuerzo diario de trabajo.

Raúl Rettig se ha marchado. Pero en realidad no. Queda su ejemplo vibrante que seguirá presente en las aulas universitarias, y en el corazón de todos los hombres justos y buenos del país, de los sinceros, de los capaces de pensar en los demás. Seguirá presente en la ruta difícil de reconstituir nuestra democracia, particularmente en el camino de rehacer una Educación para que nuevamente los niños modestos del sur y de todas partes, tengan oportunidades verdaderas para así acceder a los sitiales más ilustres de la República.

La bandera de la Universidad de Chile está hoy replegada en homenaje a uno de los suyos, a uno de los grandes. Sus académicos y la comunidad universitaria en general, especialmente de su Escuela de Derecho, se inclinan con respeto para manifestar su dolor ante el último e inevitable viaje de un hombre tolerante, humanista, apasionado de la justicia y de la verdad.

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