Comentarios sobre Bélgica Castro

COMENTARIOS Y OPINIONES

Sergio Aguirre Gueisse
Director Teatro Nacional Chileno

"Un Talento Innato"

Bélgica Castro Sierra: Actriz, hija de padres españoles nació en Temuco. En 1940 viajó a Santiago para estudiar castellano en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Ahí se integró al grupo de teatro Cadip y luego junto a otros jóvenes artistas, liderados por Pedro de la Barra, fundaron en 1941 el "Teatro Experimental de la Universidad de Chile". Bélgica Castro llegó a constituir una de las figuras más prominentes del conjunto universitario significación que le valió ser invitada al teatro "El Galpón" de Montevideo a participar en el montaje de "Las 3 Hermanas " de A. Chejov. Por su gran sensibilidad y ductibilidad ha interpretado todo tipo de roles en más de un centenar de obras, mostrando campesinas, damas inglesas, drogadictas, viejas arteroescleróticas; con disímiles caracteres sociales, físicos y sicológicos.

En 1962 da el sí a un segundo matrimonio, antes estuvo casada con un actor y ahora con un dramaturgo que se inicia como tal y que llegará a ser uno de los principales exponentes del teatro chileno; Alejandro Sieveking. Bélgica, como actriz, trabaja en casi todas sus obras, logrando, como siempre, verdaderos hitos de actuación.

Habiéndose retirado del Teatro de la Universidad de Chile , forma con Sieveking su propia compañía "El Teatro del Ángel". Posteriormente, se radicarán en Costa Rica, donde también obtiene éxitos notables. Después de un largo período en ese país vuelve a Chile, retomando su sitial de primera actriz.
En 1993 acepta un rol en la obra "Mala Onda" de Alberto Fuguet, invitada por el "Teatro Nacional Chileno de la Universidad de Chile", continuador del "Teatro Experimental".

La historia de Bélgica Castro es la de una gran mujer que se plasma con la historia de una gran actriz; por estas cualidades, aportativas en grado sumo a la cultura de a lo menos tres generaciones de chilenos, este año de 1995 se le otorga el "Premio Nacional de Artes", galardón más que merecido y que ahora con toda justicia está en sus manos.

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Paz Irarrázabal Donoso
Directora Escuela de Teatro
Pontificia Universidad Católica de Chile

"Méritos más que Suficientes"

El haber participado como jurado en el Premio Nacional de Artes de la Representación 1995 fue, por un lado enriquecedor, pero a la vez muy difícil por la responsabilidad que ello significa.

Eran muchas las personas que tenían méritos para ese Premio, y sólo se le podía otorgar a una. Sin embargo el nombre de Bélgica Castro entró a la recta final con mucha holgura.

Su trayectoria: Fundadora del Teatro Experimental de la Universidad de Chile; su desempeño como actriz destacada por más de cinco décadas de trabajo ininterrumpido hasta hoy. Su labor como docente; creadora de compañías teatrales en Chile y Costa Rica, país que adquirió un importante auge teatral, debido en parte importante a los aportes creativos de Bélgica, constituían méritos más que suficientes para que ella, por unanimidad del Jurado, fuera la elegida.

Como actriz, fue para mi muy grato y me dio mucha alegría, que una colega fuera la galardonada. Se lo merecía.

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Ignacio Villegas Vergara
Director Escuela de Arte
Pontificia Universidad Católica de Chile

"Reconocimiento a su Trabajo"

Como Director de una escuela de arte, creo no ser uno de los más idóneos para referirme en lo particular a la persona de Bélgica Castro como Premio Nacional, doctos en la materia deberán referirse a ella en cuanto a su trayectoria. Me referiré por lo tanto a las condiciones que existen hoy para otorgar un premio de esta naturaleza.

Pareciera que en el otorgamiento de los premios nacionales no existe un patrón muy claro o preciso mediante el cual la cultura nacional eleve a ciertas figuras a la máxima categoría. La edad, la trayectoria o el peso específico de un apellido, podrían ser los antecedentes que fundamenten una causa como aquella.

Tengo la impresión de que -por ejemplo- la ciencia en Chile ha manifestado más claridad, respecto a otorgar la "corona". Martínez/Goles y Teitelboim han sentado un precedente respecto a que no es la edad sino los logros y el consecuente aporte al conocimiento lo que los hizo merecedores del premio; evidentemente todo un acierto y una actitud de vanguardia que demostraron en su momento los respectivos jurados.

Bélgica Castro Sierra ha recibido, a mi juicio, el premio en un tiempo muy oportuno pues no ha alcanzado a caer en el olvido chileno. Al parecer no ha sido la edad la que la hizo merecedora del galardón sino el reconocimiento a su trabajo. Desde esa plataforma se reconocen varias características que me parecen relevantes: en Chile el premio aún se puede otorgar a mujeres; se puede otorgar además a quienes trabajan en lo más simple y básico de una actividad, en este caso, actuar. Por último, se reconoce con este premio que su otorgamiento no sólo está dirigido a las estrellas sino que a personas simples, esforzadas y profundamente profesionales.

Me parece que afortunadamente el caso de Bélgica constituye una noble excepción a una serie de premios conflictivos, aunque dudo que el mundo del teatro esté absolutamente tranquilo con la reciente decisión. Siempre sucede, por ello me parece que el rol más ingrato debe ser el de integrar un jurado como aquél. La última reflexión me hace solicitar al Ministerio de Educación el establecimiento de pautas homogéneas en el otorgamiento de todos los premios nacionales. No es posible que en un área se paguen favores y en los menos se corone realmente un desempeño y un aporte: ¿Cuál es la idea global y última de estos galardones?.

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