Contexto

Actualmente, a nivel mundial, las áreas naturales protegidas en el mundo no superan el 5% de la superficie terrestre, mientras que los sistemas agrícolas y forestales ocupan al menos la mitad de esta superficie.

Una gran parte de los esfuerzos de conservación de los espacios ecosistémicos se ha centrado en la preservación de la biota en lugares silvestres, lo cual ha resultado ser una estrategia necesaria pero claramente insuficiente. Los sistemas productivos silvo-agro-pecuarios conservan gran parte de la biodiversidad y deben ser incorporados a los planes de conservación. Esto, debido a que: 1) la matriz que rodea las áreas protegidas está compuesta primariamente de un mosaico agrícola y otros sistemas manejados por el hombre. En un paisaje fragmentado, la migración hacia y desde fragmentos de hábitat "naturales" debe llevarse a cabo a través de la matriz agrícola, 2) los agro-ecosistemas per se pueden ser hábitats importantes para la vida silvestre, y 3) las comunidades humanas dentro y fuera de las áreas protegidas están involucradas en actividades productivas que no pueden ser ignoradas cuando se establece una área protegida.

Esta aproximación a la conservación biológica, integrando en los planes de conservación sistemas naturales con sistemas productivos, hace necesaria la colaboración entre ecólogos, agrónomos, forestales, veterinarios, planificadores territoriales, abogados y economistas.

En Chile, gran parte de los ecosistemas nativos han sido sustituidos por ecosistemas productivos silvo-agropecuarios. Por ejemplo, entre los años 1975 y 2000 el área cubierta por bosque Maulino, en Chile central, ha sido reducida en un 67% y reemplazada principalmente por plantaciones de pino. Sin embargo, también en nuestro país la mayor parte de la investigación en biodiversidad y de los esfuerzos por conservarla se han concentrado en ecosistemas nativos, como si ella sólo dependiera de la preservación de este tipo de hábitat. Poco se conoce del estado de conservación de la biodiversidad nativa en los sistemas de producción y menos se conoce aún sobre los servicios que esta biodiversidad presta al funcionamiento de estos sistemas.

Al igual que en otras partes del mundo, para conservar la biodiversidad, el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) es insuficiente. Por ello, es necesario incluir la matriz antropocéntrica y fortalecer las vinculaciones público-privadas, con el fin de incrementar el éxito de los planes de conservación.

La presente iniciativa transversal asegura una integración real de académicos de diferentes Facultades de la Universidad de Chile con la experiencia necesaria para enseñar e investigar en este tema. Además, hoy en día en nuestra casa de estudios existen proyectos independientes que pueden fortalecer ostensiblemente este planteamiento.

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