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Patrimonio Arquitectónico de Chiloé

por Hernán Barrientos

*Prof. Titular de la Universidad de Chile, Director Coordinador de la Fundación Cultural Amigos de las Iglesias de Chiloé. Actualmente es Director del Departamento de Historia y Teoría de la Arquitectura de la Universidad de Chile, Presidente del Patrimonio Arquitectónico del Colegio de Arquitectos de Chile y su representante en el Consejo de Monumentos Nacionales.

En la zona austral de Chile - entre los grados 42 y 47 de latitud - se extiende el archipiélago de Chiloé, la Nueva Galicia de los conquistadores españoles, región del clima templado y lluvioso, bahías y estuarios profundos, bosques y campos ondulados siempre verdes e innumerables islas en el mar interior.

En el borde de estas islas - entre tierra y mar - y participando de ambos mundos, se localizaron los asentamientos indígenas y posteriormente las ciudades y poblados, levantados en el período de la colonización española, estructura espacial que se mantiene casi invariable hasta hoy.

El espacio chilote es el lugar del maridaje cultural hispano - huilliche que descubre hasta hoy sus raíces; en los giros de una lengua castellana del siglo de oro y voces veliches, en los fragmentos de los romances medievales españoles, en la antigua medida hispanoárabe del almud, en los cabildos y pasacalles en las precedencias, en la estructura familiar y social; coexistiendo los vocablos huilliches, mingas y fiestas, la gastronomía, hierbateros, las artesanías del tejido de lana y de fibras vegetales, etc.

Poseedor de un tiempo distinto, no medido por el reloj, sino por el ciclo natural de la marea, que todavía hoy regula la vida de los poblados, el mercado, la salida de las lanchas y la actividad que se desarrolla en los embarcaderos; y el ciclo mayor de las estaciones, el largo invierno y el buen tiempo, calendario que rige la siembra y la cosecha, la pesca, el trabajo en los aserraderos y en los bosques.

La estructura del espacio habitado

En este extremo sur de la América Española, la gobernación de Chiloé constituyó hasta la primera mitad del siglo XIX "La última cristiandad", el "non plus ultra de la América Meridional", entre otros nombres con que se llamó a este terrae del mundo americano: la misión circular jesuítica se constituyó desde los inicios del siglo XVII en el método más eficaz de evangelización de los naturales.

Estos lugares poblados, reconociendo como centro el lugar en que se levantó la iglesia o capilla, fueron ligados por medio de la acción religiosa de la misión circular que estructuraron los religiosos, período navegado de ciclo anual establecido de acuerdo a un ritual y a un calendario estrictamente repetido por más de ciento cincuenta años; asumida por los franciscanos después de la expulsión de 1767, y renovada bajo forma de visitas pastorales después de la erección del Obispado de Ancud en 1836.

Los misioneros estructuraron un espacio religioso - lo que ellos denominaron el "jardín de la iglesia"- sustrayendo al territorio desconocido y salvaje esta porción bautizada del orden cristiano. Las capillas, a ¼ ó ½ días de navegación, se relacionaban visualmente otorgándoles presencia y pertenencia como parte de la república cristiana en el paisaje de las islas.

Después de siglos de tenaz y constante labor evangelizadora. Efectuada por los misioneros y la participación de los seglares en la institución de los fiscales, las islas de Chiloé se constituyeron en un espacio geográfico humanizado y cristiano, como bien lo describe un misionero en 1769 en su "Noticia Breve y Moderna del Archipiélago de Chiloé...":

Vamos caminando al sur, y en el mismo Lacuy encontramos una gran ensenada, al fin de ella un pueblo de indios con una buena capilla toda de madera de tres naves. Cinco leguas más adelante... tres pueblecitos d indios que son Pudeto, donde hay muchos españoles, Caipulli y Peldehuetu... En el río Caulín hay otro pueblo de indios que tiene su iglesia como los pasados, y en aquella ensenada de Chacao hay otro que se llama El Estero..... Siguiendo la costa se halla Manao, pueblo de indios, pequeño, con la iglesia proporcionada.... A poca distancia está Linao... pueblo de indios pequeño.... Síguese Llico, otro pueblo miserable en la costa.... Más al sur hay una grande ensenada, que más parece laguna, a cuyas orillas está la iglesia del pueblo de indios, que son los de Huitu", etc., etc..


La cultura de la madera

La madera es el gran material que permite el desarrollo de la cultura chilota, la hemos denominado en otra oportunidad "la cultura de la madera", porque desde tiempos prehispánicos la actividad del hombre chilote se centró en ella, condicionando no solamente su trabajo sino su mentalidad y sus vida social. En madera construyó su hábitat, no solo la arquitectura como arte mayor, también lo fueron en madera las herramientas de labranza, anclas, cerraduras, adoquines y planchados, como el camino en madera de 80 kms., que en el siglo XIX unía las ciudades de Castro y Ancud; hasta la mitad de ese siglo las tablas de alerce se usaban como moneda y los niños escribían en las escuelas en "tablas de pelú".

Desde el primer momentos de la colonización, los edificios y viviendas que se levantaron los colonizadores en el archipiélago, fueron construcciones en madera, el único material de lque disponían sin limites y en este material se ha continuado construyendo en forma masiva.

Cualquier análisis que quiera hacerse sobre esta arquitectura obligatoriamente ha de ser incompleta, desaparecidas todas las obras de los primeros siglos de la colonización. Los edificios más antiguos subsistentes, corresponden a la arquitectura religiosa de la segunda mitad del siglo XVIII, y la civil, a viviendas a mediados del siglo XIX. Los incendios y el proceso de descomposición natural de este material, por efectos del clima y de otros organismos, unido al desinterés por conservar estas construcciones ha hecho desaparecer valiosos edificios, o pone en peligro la permanencia de otros.

No es aventurado suponer que en los primeros años de la colonización - en la más apartada y pobre provincia americana - las construcciones que se levantaron fueron precarias fábricas, que cumplían el objetivo primario de proteger al hombre de las inclemencias del medio. A partir de los modelos que los misioneros y colonos trajeron a la provincia, y el aporte de soluciones constructivas prehispánicos, se fue gestando paulatinamente - que respondiendo racionalmente al material que la sustentaba y al resto del clima- fue también expresión de la voluntad y aspiraciones de esa sociedad.

Las formas y los estilos arquitectónicos que se desarrollan en la lejana metrópoli, y en las ciudades con las cuales se tenían contactos regulares: Concepción, Santiago o Lima - este vehículo ha jugado siempre un papel importante en la expansión del quehacer artístico - llegaban lentamente y sin vitalidad a la isla. Parece importante señalar que el vocabulario arquitectónico importado debía adecuarse a otro material, y por lo tanto, a las posibilidades de trabajo mecánico de la madera y a sus sistemas constructivos. Desde las iglesias barrocas, que levantaron los jesuitas, hasta las viviendas inspiradas neoclasismo, ciertas formas provenientes del historicismo del siglo XIX o de la arquitectura moderna, hay un ininterrumpido esfuerzo por trasladar formas, estructuras y ornamentación desde los modelos considerados dignos de ser imitados - construidos e otros materiales - a una versión en madera.

Esta doble situación de sujeción, relativa a los cánones de un estilo y de querer traducir en madera el vocabulario formal importado, produjo un barroco, un neoclásico o un neogótico de características sui generis. No se atiende claramente al sentido más profundo de la "manera" propia del estilo, por lo tanto, empiezan a tomar importancia las formas en si misma, o la preocupación de vuelca hacia aspectos de orden ornamental o secundario, descuidando otros más esenciales. En esto reside, sin embargo, el valor de esta arquitectura, en que afloran permanentemente las tradiciones y artesanías locales, que otorganse a estas construcciones un sello propio y original.

Entre las numerosas expresiones culturales chilotas sobresale su arquitectura, poco son los países que poseen una arquitectura en madera de la calidad que allí se desarrollo y los ejemplos significativos que aún perduran a pesar de los incendios y derribos: iglesias, viviendas urbanas y rurales, bodegas y palafitos que conforman interesantes conjuntos en el paisaje insular.

Las iglesias de las escuelas chilotas

En el período colonial las iglesias fueron las obras que mayor atención merecieron dentro de la pobreza reinante: "Los oratorios y capillas son capaces, fabricadas de tablazón bien firme y cubiertas de paja, bastante decentes y adornadas.... en cuanto a su sistema constructivo, se componen de unos postes de madera, con otros palos que se les arriman formando las paredes y el techo cubierto de paja sobre algunas tijeras, sin que se gaste en toda su formación un clavo, porque todo es amarrado con unas raíces y yerbas que trepan por los árboles, y que llaman boqui..."

La información proveniente de los inventarios hechos con motivo de la expulsión de la Compañía de Jesús y de las actas de entrega de los bienes de estos a los franciscanos, describen vagamente las iglesias de mayor importancia en el archipiélago en la mitad del siglo XVIII: las iglesias de Castro, Achao, Chonchi que presentan como características en común un volumen de planta basilical de tres naves, diferenciándose en el número de torres, o incluso sin ellas, dado que, en el inventario no aparecen señaladas.

Los franciscanos de Ocopa y después los de Chillan, pusieron un extraordinario celo en la mantención de las iglesias jesuitas, así como en las innumerables capillas que construyeron; durante el régimen franciscano, en la segunda mitad del siglo XIX, se termina de conformar definitivamente la fachada con sus tres partes: torre central, hastial o frontón y pórtico, el elemento más significativo de la iglesia misional chilota; su dignidad está dada por la variación, multiplicidad, riqueza y dimensiones que alcanza y constituye la fachada frontal representativa de la iglesia que preside la plaza.

Desde la iglesia de Santa María de Achao, con su nave construida al término de la primera mitad del siglo XVIII, y su torre fachada reconstruida en 1873, se puede seguir la cronología d las grandes iglesias construidas hasta la primera década de este siglo - diez de ellas declaradas Monumentos Nacionales y que constituyen la culminación de esta escuela.

Tienen, la iglesia de Achao y todas las pertenecientes a la escuela chilota, planta basilical de tres naves, la central con Bóveda de Cañón seguido que cuelga de la armadura mudéjar de par y nudillo. La torre centrada sobre el pórtico, compuesta de varios cuerpos o "cañas" superpuestas, que van disminuyendo la dimensión hasta rematar en un chapitel de faldones generalmente cóncavos. Un sistema constructivo claro de grandes piezas entarugadas o ensambladas con ausencia total de clavo de hierro; desde los tallados y elementos decorativos barrocos en la iglesia de Achao, la composición neoclásica de la iglesia de Chonchi, el goticismo de la iglesia de Rilún, etc., son elementos al gusto del tiempo sin que se altere en absoluto la forma general.

Junto a las grandes iglesias que se han nombrado, construidas según las reglas de la arquitectura que se manejan en ese momento, aparecen en este siglo numerosas iglesias menores de inspiración popular, que toman como modelo las iglesias más representativas, desarrollando interesantes variantes locales. Las últimas capillas construidas, según la escuela tradicional chilota entre otras, son la de Curamó en el año 1989, y las de Monternar y Chacao Viejo en el año 1994.

El Programa de Protección y Desarrollo del Patrimonio Arquitectónico de Chiloé que desarrolla desde el año 1976 la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile en conjuntos con el Obispado de Ancud ha dado a conocer a la sociedad chilena y a los medios universitarios este valioso patrimonio en peligro de desaparecer; las iglesias des iglesias de la escuela primero más de 100, hoy solo existen 60 de estas, 40 en precarias condiciones.

La creación en el año 1994 de la Fundación de Amigos de las Iglesias de Chiloé constituyó la siguiente etapa en la tarea de recuperación de estas iglesias, con la asistencia técnica de la Universidad de Chile y financiamientos de organismos nacionales e internacionales, empresas y particulares; En 3 años se han podido recuperar 12 iglesias, y se realizan trabajos en otras; en el año 1996 el World MonumentWatch incluyó a estas iglesias en su listado de los 100 Monumentos en peligro de desaparecer.

La vivienda chilota del siglo XIX

Pocos son los testimonios documentales d la vivienda chilota de la primera mitad del siglo XIX, algunas descripciones de viajeros y científicos - como Gay, Darwin, Vidal Gormaz, Moraleda o Maldonado - a quienes guiaban otros intereses en su estadía en el archipiélago, y en ilustraciones que acompañan sus relatos y observaciones.

La atenta observación de estos dibujos sobre temas urbanos y paisajísticos, permite concluir que la forma generalizada de la vivienda es la de un volumen rectangular de un piso y excepcionalmente de dos; con corredores perimetrales las de un piso, y balcones corridos superiores de las viviendas de dos pisos; predominio del techo, con grandes faldones pajizos o con tablazón en forma de pabellón, las paredes son tablones puestos horizontalmente entre la estructura de postería labrada de grandes escuadrías, todas las piezas entarugadas o ensambladas; un programa simple de simple de dos o tres habitaciones, con excepción de algunas grandes casonas de las familias más acomodadas, y el generoso "soberado" como bodega de toda clase de menestras.

En la segunda mitad del siglo XIX la vivienda chilota sufrió un cambio notable como consecuencia de la apertura de sus puertos - Ancud, Castro y Chonchi- al comercio marítimo; lugar obligado de recalada y aprovisionamiento de los barcos que procedentes de los puertos europeos o de la costa este de los Estados Unidos de Norteamérica, que vía Estrecho y Magallanes o Cabo de Hornos conectaba con los puertos salitreros de Iquique o Antofagasta, o San Francisco de California, en el período de la llamada fiebre del oro.

El incremento del comercio, la explotación del ciprés y el alerce como producto exportable, el establecimiento de algunos extranjeros - alemanes, ingleses, norteamericanos, franceses, catalanes- abrió la marginaría sociedad chilota, poniéndola en el itinerario de las grandes rutas marinas que en la segunda mitad del siglo XIX son también, las rutas de la cultura europea y norteamericana en los puertos del Pacífico, desde California a Chiloé.

También llegaron y no podía ser una excepción, los aserraderos mecanizados, el sistema constructivo de tabiquería y los nuevos materiales como planchas de fierro estampado o acanalado en competencia con la tejuela de alerce y los materiales de terminaciones de interiores; papeles y telas murales, pinturas, vidrios y quincallería, etc.

Se establecieron en Chiloé carpinteros alemanes de la vecina colonia de Puerto Montt y maestros constructores, con ellos llegan las imágenes y los manuales de carpintería y construcción, con las formas arquitectónicas del clasicismo, y al término del siglo XIX, los caprichos ornamentales del historicismo arquitectónico.

Los tradicionales corredores urbanos de las viviendas coloniales, se insertan en el organismo arquitectónico de uno o de dos pisos que trae esta nueva modernidad - en este caso la del clasismo - que se expresa en la composición simétrica de la fachada, en el ritmo de las fenestraciones enmarcadas con motivos ornamentales y el entablado continuo que cubre toda la superficie ocultando la estructura y las generosas galerías vidriadas.

Otras veces la fachada se cubre con planchas de fierro estampado de diferentes diseños, o bien, revestida con tejuela de alerce de elaborados contornos hechos a máquina. Chonchi, del período de la exportación del ciprés, posee el más importante patrimonio de viviendas neoclásicas de grandes dimensiones y programas que aún hoy conforman la imagen urbana de la calle Centenario.

A fines del siglo XIX, y primeras décadas del actual, el historicismo arquitectónico enriquece los sobrios volúmenes del clasicismo con la inserción de diversos elementos arquitectónicos: miradores y mojinetes, torreones y bow windows, los corredores se convierten en galerías vidriadas y las coronaciones de puertas y ventanas enriquecen su ornamentación, reproduciendo elementos decorativos del mueble; en Curaco de Vélez y Achao, aún existen ejemplos notables de estas casas, ligadas a una escuela local de ebanistas y carpinteros.

Aún hoy, en el paisaje urbano y rural de las islas de Chiloé, estas viviendas que sobreviven - a pesar de los incendios, derribos y terremotos - son testimonios de la modernidad del siglo XIX, cuando el lenguaje arquitectónico extranjero se hizo local, adaptándose a las condiciones del medio geográfico, la sociedad isleña y la rica tradición de las construcciones de madera transmitidas por los carpinteros chilotes.

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