Huidobro y la vanguardia de los años 30
                                Patricio Lizama A

En 1837, Marcos Sastre le escribió una carta a Esteban Echeverría para ofrecerle la presidencia del Salón Literario y pedirle que asumiera el papel de caudillo intelectual de los jóvenes. Sastre afirmaba:

Me atrevo a asegurar que Ud. está llamado a presidir y dirigir el desarrollo de la inteligencia en este país. Ud es quien debe encabezar la marcha de la juventud; Ud. debe levantar el estandarte de los principios que deben guiarla, y que tanto necesita en el completo descarrío intelectual y literario en que hoy se encuentra ¿No siente Ud. allá en su interior un presentimiento de que está destinado a tan alta y gloriosa misión? . . . Ya es tiempo de que Ud, que reúne a la instrucción, el don de la palabra, el crédito literario y la edad juvenil, ponga en acción estos poderosos resortes. . . A Ud. le toca, no lo dude. (Altamirano y Sarlo, 47)1

Contexto Cultural y Textos Críticos
Contexto Cultural y Textos Críticos

Echeverría asumió el liderazgo ofrecido pues supo interpretar y orientar las aspiraciones intelectuales y políticas de los jóvenes del 37. Sus publicaciones lo convirtieron en ideólogo y poeta, pero el "hermano mayor de la inteligencia" no podía dar "proyección a su vocación de pensador 'si no se rodeaba de adeptos, de discípulos y de amigos que cooperasen con él a la regeneración de la Patria Y dónde iba a reclutarlos que no fuera entre 'jóvenes inteligentes, instruidos y de carácter elevado?" (Altamirano y Sarlo, 24)

Casi un siglo más tarde, Vicente Huidobro cumpliría una función bastante semejante en el campo intelectual chileno. Al regresar a Chile en 1925, el poeta asumió el liderazgo entre los jóvenes y no dudó en sumarse a la lucha ideológica y cooperar en "la regeneración de la Patria" 2 Huidobro impugnó la institucionalidad vigente a través de artículos en diarios de prestigio como La Nación y en revistas estudiantiles como Ariel, pero además fundó Acción - periódico en el que denunció los malos manejos en la economía y la política chilena y publicó su famoso "Balance Patriótico" - y más tarde dirigió La Reforma. Su deseo de transformar la actividad pública lo llevó a convocar una Convención de la Juventud Chilena y en ella los jóvenes lo proclamaron como candidato a la Presidencia de la República, pero Huidobro sabía que el país no estaba para cambios radicales y regresó a París en 1926.

Su retorno a Santiago en 1933 tuvo otro carácter. Huidobro volvía para quedarse en Chile y su compromiso fundamental era con la vanguardia, vínculo expresado en su trabajo como secretario de la Asociación Internacional "Vanguardia" y su pertenencia a la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios de Francia y a la de Chile. El era un militante de la vanguardia y junto a los amigos que dejaba en Europa, compartía el anhelo de la revolución en todos los planos, la utopía de un hombre nuevo, de una nueva sociedad y Chile era el espacio donde plasmar sus anhelos.

A diferencia de Emar en 1923, Huidobro en 1933 carecía de un acceso directo a la prensa santiaguina y aun cuando publicó en diversos medios, no contaba con un espacio fijo desde donde desarrollar un trabajo orgánico de puesta al día. Tampoco regresaba en compañía de artistas chilenos de su generación interesados por el espíritu nuevo; el poeta volvía solo, pero acompañado de su enorme capital cultural, el prestigio de sus libros y revistas, sus polémicas literarias y la experiencia de sus años europeos junto a los creadores de la vanguardia.

A pesar de su prolongada estadía en el extranjero, su trabajo tenía gran resonancia entre los sectores jóvenes atentos al arte emergente. Apenas supieron del regreso huidobriano, ellos se interesaron por conocer a uno de los padres de la poesía contemporánea. No le escribieron ni le solicitaron nada. Fue el propio Huidobro quien convocó a "jóvenes inteligentes, instruidos" y rodeado de amigos y adeptos enfrentó el "descarrío intelectual y literario" que vivía Chile a comienzos de los años treinta. El "hermano mayor de la inteligencia" invitó a cenar a su casa a Anguita y a Teitelboim y los impulsó a una aventura que no pudieron eludir:

Ustedes saben que Poesía y Revolución son una misma cosa. Es la hora de la Revolución en todos los campos. A Chile hay que despertarlo a cañonazos.

-¿A cañonazos?

-A cañonazos de poesía

-¿De cuál poesía?

-De la verdadera. ¡Abajo los falsarios! Hay que limpiarla de malandrines e impostores, de calugosos e idiotas. Hay que iniciar la tarea de refundar la poesía chilena. Yo empecé a hacerlo en París ...

-Se necesita juntar a los poetas jóvenes. Y no sólo a los poetas; a los pintores, a los músicos, a todos los artistas nuevos. ?Ustedes conocen algunos?

-Sí

-Tenemos que conversar con ellos. Será la cruzada del futuro ... Prefiero la palabra Revolución. Hay que refundar la poesía. (Teitelboim,184)

Su análisis no dejaba dudas: había que transformar el arte y la sociedad, derribar ídolos falsos, definirse en relación a otros proyectos artísticos - unos consolidados y otros emergentes- y dar origen a un hombre "total".3 Huidobro, a diferencia de su regreso en 1925 en que había privilegiado la política, elegía en 1933 el campo artístico como espacio desde donde iniciar la revolución.4 Revolución era lo que impulsaba Huidobro y lo atrayente era su claridad en el diagnóstico y el modo de enfrentar la disputa cultural, situación que él ya había experimentado plenamente en sus años europeos.

El poeta, acostumbrado a buscar y crear posiciones visibles en el campo intelectual, sabía que la legitimación de los nuevos postulados era un proceso lento, con escenarios difíciles y debates encarnizados. Por ello, para difundir y defender desde distintas posiciones la inserción de los planteamientos de la vanguardia artística y con ello su propio proyecto literario, se requería de una verdadera estrategia la que pasaba por congregar a los jóvenes creadores. No extrañan entonces los términos que utilizó Teitelboim para referirse a la aventura a la que era convidado: "Nos organizamos para emprender una ambiciosa Operación Limpieza. Conforme al plan de Huidobro, formamos un grupo multidisciplinario de poetas, plásticos, músicos, encargados de barrer con el arte de pesebrera."(201)

Los artistas se consolidaron como grupo alrededor de la tertulia que se realizaba en casa de Vicente y Ximena, al menos tres veces por semana. A ella asistían Gabriela Rivadeneira, María Valencia (pintoras) Waldo Parraguez, Jaime Dvor (pintores y estudiantes de arquitectura en la U de Chile) ; Juan Emar, Eduardo Anguita, Volodia Teitelboim, Eduardo Molina, y más tarde los integrantes del grupo La Mandrágora (escritores); Eduardo Lira (músico); Junto a estos creadores, también participaron con menos regularidad Humberto Díaz Casanueva, Gonzalo Rojas, Anita Penna y Miguel Serrano.

La propuesta huidobriana giraba en torno a dos núcleos ligados entre sí. Uno consistía en la divulgación de las tendencias artísticas de avanzada, pues los creadores de la vanguardia tenían en lo nuevo su utopía, el fundamento de su actividad y los juicios que tuvieron sobre sus antecesores y sus contemporáneos. La finalidad de su trabajo era la misma que había tenido Emar una década antes: insertar las diversas manifestaciones del "espíritu nuevo" en el estrecho campo cultural chileno y articular a intelectuales y artistas que apropiaran y defendieran el arte contemporáneo: había que difundir, integrar nuevos imaginarios y transformar el arte chileno y sus condiciones de producción y recepción. El otro núcleo era transformar la sociedad, ya que todos los vanguardistas experimentaron la problemática política que comenzó a polarizarse con la primera guerra, la revolución rusa, el fascismo y más tarde con el nazismo, la guerra civil española y la segunda guerra mundial.

¿Cómo implementar los cambios en Chile? Una manera de lograrlos fue la participación de Huidobro en todos los aparatos comunicativos y formativos que le ofrecieron un espacio de divulgación. En los diarios La Opinión y Frente Popular que representaban el pensamiento de izquierda, canalizó su participación en la lucha ideológica. Con gran lucidez, advirtió la división mundial en bloques y los conflictos entre el capital y el trabajo, denunció la hegemonía norteamericana en América Latina y para establecer una contraparte a esta amenaza, llamó a los jóvenes de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay a construir una gran nación en América del Sur. Además, señaló la ofensiva contra los Frentes Populares y las causas económicas que explicaban la Guerra del Chaco.

Los conflictos político-sociales en Chile los puntualizó con similar claridad. Protestó contra el estado de sitio y las leyes de seguridad interior del Estado, contra los sucesos ocurridos en el Seguro Obrero y la represión gubernamental de escritores y trabajadores ; defendió a los sindicalistas y llamó a adherir al Frente Popular, pues para Huidobro éste representaba la "única puerta de salida de tal estado de miseria humana."

Al interior del campo cultural, el rechazo de los extranjeros y la circulación de los bienes culturales fue otra preocupación huidobriana. El poeta chileno asumió la defensa de intelectuales connotados como Nicolai y Lipschutz quienes tenían dificultades con autoridades universitarias y exigió a las editoriales evitar la alteración y/o supresión de capítulos de libros, práctica que para él significaba una falsa labor cultural. 5

En el terreno netamente artístico, expresó sus opiniones en revistas magazinescas de gran circulación como Zig-Zag, Hoy, y en periódicos como La Nación y Frente Popular. No publicó mucha poesía - en esa época más bien escribió novelas y obras de teatro - y cuando lo hizo eligió una revista de intelectuales comunistas llamada Principios, dirigida por los doctores Julio Cabello y José María Calvo y la revista Expresión. Junto a lo anterior, Huidobro escribió numerosos comentarios sobre cine en la prensa y dio conferencias sobre arte moderno en la Posada del Corregidor, espacio cultural abierto a charlas, exposiciones y recitales poéticos a cargo de la Sociedad de Amigos del Arte.

Entre los aparatos formativos, la participación más relevante de Huidobro fue en la Universidad de Chile, invitado por los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes a colaborar en la semana universitaria celebrada en octubre de 1933. El poeta dictó una charla y prestó cuadros y esculturas para una exposición de arte contemporáneo.

La segunda forma de implementar los cambios consistió en generar un movimiento amplio que permitiera congregar a los artistas partidarios e interesados por el arte nuevo en torno a los problemas del campo cultural chileno. Los creadores se articularon en grupos masivos y de elite, manifestaron opiniones en la prensa y desarrollaron nuevas alternativas de difusión y educación principalmente en el campo plástico y literario.

En el caso de la pintura, el llamado huidobriano permitió convocar a un grupo masivo de pintores y escultores de trayectoria dilatada que ocupaban posiciones consolidadas en el campo de la plástica chilena. Así surgió el Grupo 1933, que era una sociedad de artistas independientes y que manifestó abiertamente la necesidad de una "puesta al día". Por eso Gazmuri señalaba que:

acompaña generosamente a los artistas un destacado grupo de escritores, críticos de arte, los mismos que con su palabra inteligente han ayudado a esclarecer en muchas ocasiones las tendencias y propósitos de esta generación: Juan Emar, Vicente Huidobro, Pedro Sienna, Carlos Humeres, Luis E.Délano, Lautaro Yankas.

La alianza entre creadores y críticos que se postulaba en 1933 en el campo de la plástica, era una nueva versión de lo realizado por Emar en 1923, año en que como divulgador y crítico, inició su colaboración con el Grupo Montparnasse. Los plásticos concluían su documento de 1933 planteando la necesidad de que cada uno de los integrantes de esta alianza asumiera su labor específica: los creadores, realizar exposiciones: los críticos, conferencias y publicaciones. El otro grupo plástico que tuvo un papel protagónico en la revolución artística era minoritario, provenía de la tertulia huidobriana y estaba compuesto por creadores jóvenes que aún no habían expuesto sus obras al público.

Waldo Parraguez, Jaime Dvor, Gabriela Rivadeneira y María Valencia sacudieron el conformismo y la apatía pictórica al realizar la primera exposición de arte abstracto en Chile en diciembre de 1933.6 Huidobro escribió el catálogo donde declaraba que los exponentes constituían "lo único digno de tomarse en cuenta en estos países". La segunda exposición del grupo se realizó en septiembre de 1934 y se aprovechó la inauguración de la muestra para hacer el lanzamiento de la revista Pro, en la que Huidobro escribió un artículo acerca de Carlos Sotomayor.7

La creación del Grupo 1933, las muestras de los decembristas las exposiciones individuales y colectivas de artistas de vanguardia, la creación en 1936 de la Academia Libre de Dibujo, Pintura y Composición, dirigida por Hernán Gazmuri y bajo los auspicios del Grupo 1933, dieron gran impulso a la actividad oficial desarrollada por profesores y estudiantes de la Escuela de Bellas Artes y permitió posteriormente crear nuevos espacios dentro del campo pictórico.

En la arquitectura, también la influencia de Huidobro fue visible en la gestación de grupos que impulsaron los cambios ocurridos en la enseñanza de esa disciplina en la década de los treinta. Jaime Dvor y Waldo Parraguez, además de su interés por la pintura, eran jóvenes estudiantes de arquitectura de la Universidad de Chile. Ellos encabezaron en 1933 un movimiento de reforma en su escuela que culminó con la presencia de un nuevo director, cambios significativos en la orientación de los cursos y talleres y una menor relevancia de la enseñanza Beaux Arts. El mismo Parraguez, junto a Enrique Gebhard, creó y dirigió la revista ARquitectura que apareció en Santiago en agosto de 1935 y concluyó con el sexto número en Abril de 1936. La filiación vanguardista de ARquitectura era visible desde el comienzo y debido a su calidad, contó con el apoyo del Colegio de Arquitectos de Chile. La revista se convirtió en el primer medio dedicado a divulgar los principios de la arquitectura moderna nacional e internacional y su relevancia la transformó en un órgano de difusión a nivel continental.

En el caso de la literatura, Huidobro congregó a un grupo de jóvenes con los cuales compartió sus conocimientos y lecturas de los escritores vanguardistas. Además, al igual que en la pintura y en la arquitectura, los alentó a insertarse en el campo cultural chileno, lo que ellos hicieron a través de numerosas y variadas iniciativas. Las convicciones literarias huidobrianas facilitaron que este grupo compuesto por Anguita, Arenas, Gómez Correa, Cid, Cáceres entre los más cercanos, tuviera un temprano repudio al realismo, la poesía anecdótica, descriptiva . y enfrentara la creación con una libertad absoluta en el lenguaje, en las imágenes y con una razón constructiva que articulaba el texto. Huidobro les hablaba de Eluard, Tzara, Jacob, Breton, Aragon; por su intermedio leyeron La revolution Surrealiste y Minotaure; regalaba libros, dedicaba ejemplares de Automne Regulier y Tout a Coup y alababa los cantos escritos por Lautreamont.

La convocatoria huidobriana a los literatos condujo a la consolidación del grupo surrealista La Mandrágora el cual, a semejanza de Huidobro, quería "transformar el mundo", "cambiar la vida", afirmaba el derecho de creer en la utopía y concebía al espíritu en un permanente estado de rebelión. A sus componentes les preocupaban los sucesos políticos, la inestabilidad y las tensiones que surgían de la guerra civil española y la segunda guerra mundial. Tenían gran interés por la plástica, pero lo que les seducía en definitiva era la poesía. Para promoverla, publicaron la revista Mandrágora que apareció en diciembre de 1938 y que tuvo siete números, el último en octubre de 1943. En ella Huidobro colaboró con poemas y artículos. Otra revista de 1938 fue Ximena, que contenía textos de Arenas, Gómez Correa, Cáceres y Cid. Una tercera fue Leitmotiv, impulsada por Arenas en 1942 y que finalizó con el número 2/3 un año más tarde. En esta revista se publicaron poesías y textos críticos de poetas chilenos y franceses, entre los cuales destaca la traducción de "Prolegómenos a un tercer manifiesto del surrealismo o no" y su objetivo era revelar la vigencia del surrealismo francés y constituirse en un espacio de "protesta del hombre contra el mundo que lo ha oprimido." 8

Aún cuando existían en Santiago numerosas editoriales, los poetas de la Mandrágora dieron vida a una de ellas que llevó el mismo nombre del grupo y en la que aparecieron libros de poesía y novelas de autores chilenos identificados con el arte contemporáneo. Se trataba de escribir de acuerdo a las necesidades intrínsecas del proyecto artístico de cada uno y para ello se requería una editorial audaz e innovadora, que apostara por una legitimación de las obras en el tiempo y por la creación de un público. Pero no todo se reducía a estrategias formales de divulgación. Como buenos surrealistas, los componentes del grupo animaron varios sucesos polémicos con ribetes de escándalo, a través de los cuales manifestaban sus rechazos y desacuerdos artísticos.

Entre las publicaciones más importantes del grupo destaca la aparición de la Antología de poesía chilena nueva, editada por Anguita y Teitelboim en 1935. Los juicios categóricos, los poetas rechazados, los elegidos, el número de poemas seleccionados de cada uno, todo fue objeto de polémica, pero el propósito de los editores era precisamente la ruptura, pues confesaban abiertamente "una posición arbitraria y francamente de combate.". Además de quebrar la línea tradicional de las antologías y establecer una división al interior de la tradición literaria entre lo viejo y lo nuevo, la Antología... marcó los principales referentes de un nuevo territorio poético y suscitó adhesiones y rechazos, pero siempre en relación a lo publicado en ella.

Las revistas dirigidas o alentadas por Huidobro fueron otra estrategia que generó enormes discusiones. En septiembre de 1934, de la mano de Huidobro, Anguita, y Cáceres, aparecen Ombligo y Vital 9 con un manifiesto que explicitaba las aversiones a lo poético, el maquinismo futurista, lo grandioso y el pasado; artículos reivindicativos como el derecho a estar informado sobre la revolución rusa o de abierto ataque a Alone, crítico literario de La Nación, por su "miopía, mal gusto y diminuto campo visual". El resto del material estaba compuesto de poemas, sentencias irónicas y humorísticas referidas al espacio cultural, anuncios de próximas publicaciones y exposiciones de los decembristas, que eran vistos como "los artistas jóvenes chilenos más vitalizados".

En enero de 1935 publicaron el segundo número con un título único, Vital y un subtítulo que ponía de relieve la disputa artística: "Revista de Higiene Social. Contra los cadáveres, los reptiles, los chismosos, los envenenados, los microbios, etc, etc." Algunos de los impugnados eran Tomás Lagos, Diego Muñoz, pero principalmente Pablo Neruda, quien fue atacado directamente por Huidobro a raíz del plagio a Tagore. El tercer número de Vital apareció en junio de 1935. El tema dominante era la polémica entre Huidobro y César Moro y se completaba el volumen con poesía de escritores jóvenes y alusiones a la incomprensión artística del público nacional.

La revista Total apareció en el verano de 1936 dirigida por Huidobro y con la colaboración de Emar. En ella Gómez Correa, Arenas, Rosamel del Valle y otros jóvenes publicaron poemas y Huidobro, sus manifiestos "Total" y "Nuestra Barricada". Total se cerraba con la expresión de solidaridad a los escritores españoles de la Alianza de Intelectuales Antifascitas y el anuncio de un texto de homenaje de los poetas chilenos.

Las publicaciones anteriores revelaban las tensiones dentro del campo cultural chileno (conflictos con la crítica, pugna con otros poetas, impacto de la coyuntura europea) y servían para ilustrar sus deficiencias y carencias. Otras revistas tenían un perfil distinto, más de divulgación y enseñanza del arte contemporáneo universal y se advertía un trabajo de edición muy cuidado. Una de las mejores fue Pro a cargo de los "ejecutores" Jaime Dvor y Eduardo Lira y tuvo dos números, septiembre y noviembre de 1934. Los espacios de la literatura se dedicaron a la poesía de autores consagrados como Aleixandre, Tzara, Larrea, Eluard y de los jóvenes chilenos como Anguita, Teiltelboim y Arenas. En cuanto a la plástica, apareció el catálogo de las obras de los decembristas, algunas fotografías de esas obras y artículos de Torres García y de Huidobro sobre la pintura de Sotomayor. El lugar de la música lo ocupó Lira y en un territorio mixto se situaba un texto de Arp acompañado de hermosos dibujos del mismo artista.10

Las publicaciones dirigidas o alentadas por Huidobro, él las llamaba "las hojas de catecismo", tenían ciertos rasgos comunes. Su origen estaba en la riqueza y pluralidad de un debate elitista -la tertulia huidobriana- que adquiría dimensión pública. Cada una fue creada y dirigida por intelectuales emergentes que no disponían libremente de espacios públicos ni ocupaban posiciones hegemónicas dentro del campo artístico. A pesar de ello, las revistas lograron un indudable impacto en el espacio artístico de los años treinta principalmente porque se constituyeron en un referente que ayudó a definir propuestas artísticas.

Además de libros y revistas, a Huidobro le interesaba colaborar en la gestación de otros espacios alternativos donde difundir las nuevas creencias, por ello dio un impulso decisivo a la librería Walton, inaugurada en marzo de 1933.11 Para el poeta, ésta no sólo debía vender libros, sino tener un carácter, marcar una tendencia definida ya fuera en arte, política, economía o ciencia. Además, debía erigirse en un centro intelectual de vanguardia y "sitio de reunión de los escritores y artistas de avanzada." (Teitelboim,186) La librería, aparte de constituirse efectivamente en un lugar de encuentro de los intelectuales progresistas de la época, posteriormente se transformó en Editorial Walton. por lo que la vanguardia artística y política dispuso de otro órgano de difusión. Si bien el núcleo de los textos publicados en ella se relacionaban con las ciencias sociales, las novelas huidobrianas La próxima y El diario de Alicia Mir aparecieron en la nueva editorial.

¿Qué testimonios existen sobre la relevancia de Huidobro en el campo cultural chileno? Entre los más relevantes, Alegría señala que el escritor vanguardista "iluminó en un sentido físico y metafísico, a todo poeta joven que entró en contacto con él" y respecto a la generación escribe: "jamás se dio en Santiago juventud más intensa, más lucubradora, más familiarizada con lo excelso del arte contemporáneo universal."(248). Anguita recuerda los años treinta como un tiempo equivalente a los años de vanguardia europea ("era el 18 chileno") y postula que el trabajo de Huidobro como distribuidor de cultura tuvo resonancias en el espacio de la crítica periodística y académica, en la enseñanza escolar y universitaria y en el público en general. Por último, el testimonio de Gonzalo Rojas revela una dimensión nueva que complementa el retrato huidobriano: "desde este cierre del siglo, ninguno como él fue cumbre más airosa y sembró más libertad en nuestra cabeza de muchachos" (65) El mismo poeta afirma: "No creo que haya existido entre los escritores chilenos nadie más generoso con los jóvenes, con los reales jóvenes como él, a los que respetaba y exigía." (Piña,105)

Mirado en su conjunto, el esfuerzo modernizador de Huidobro fue decisivo en el campo artístico chileno de los años treinta. Con su liderazgo orientó y articuló a un grupo relevante de creadores jóvenes interesados en las nuevas corrientes artísticas nacidas en el viejo mundo .Acompañado de ellos, difundió la constelación del arte nuevo, denunció carencias y polemizó con los agentes que ocupaban las posiciones relevantes del campo cultural.

El impacto de su labor contribuyó visiblemente a la gestación y discusión de nuevas alternativas en la arquitectura y la pintura chilenas. En la poesía, la productividad del trabajo huidobriano fue aún más notoria. La inserción de sus planteamientos literarios, la disputa con artistas como Neruda y De Rokha que representaban otras tendencias en busca de consolidación, el apoyo al Grupo Mandrágora y otros poetas cercanos a su tertulia, la publicación de la "antología del 35", otorgaron a la poesía chilena una gran dinámica y una fisonomía más plural que ayudó a definir proyectos creadores emergentes.12

Resulta inevitable poner en relación el quehacer huidobriano con el realizado por Juan Emar en los años veinte. Ambos se constituyeron en "artistas faros", ejercieron un liderazgo que pretendía producir nuevos sentidos, mover los límites de la percepción establecida y cambiar las pautas de estructuración del imaginario Ambos también contribuyeron a la búsqueda de mayores grados de autonomía del campo cultural. Este anhelo se tradujo en un debate y toma de conciencia respecto a los niveles de profesionalización y especialización de los creadores, agentes culturales y receptores.

La continuidad anterior puede ayudar a establecer nuevas lecturas de la vanguardia en Chile. En la medida que se recupere el trabajo de Emar y Huidobro en cuanto difusores del "espíritu nuevo", se les podrá poner en relación con otros esfuerzos modernizadores desarrollados en América Latina ya explicitados en libros como los de Schwartz, Verani y Osorio.

Notas y obras citadas