Senador Universitario Pablo Oyarzún:

"Hay que hacer un Estatuto mucho más contemporáneo, que permita pensar en la Universidad un poco más allá de las rigideces actuales que la caracterizan".

Pablo Oyarzún: "Hay que hacer un Estatuto mucho más contemporáneo"
Senador Universitario Pablo Oyarzún, académico de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
Senador Universitario Pablo Oyarzún, académico de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile.
El Senador Oyarzún preside la Comisión Ad-hoc Encuentro Universitario del Senado, instancia encargada de organizar el Proceso de Reforma al Estatuto de la U. de Chile.
El Senador Oyarzún preside la Comisión Ad-hoc Encuentro Universitario del Senado, instancia encargada de organizar el Proceso de Reforma al Estatuto de la U. de Chile.

¿Por qué el Senado Universitario cree que es importante la Reforma al Estatuto de la Universidad de Chile?

Hasta ahora la discusión en torno a las reformas que aprobó el Senado en su ejercicio anterior se ha centrado en dos temas: el otorgamiento de mayores derechos políticos a estudiantes y funcionarios, por una parte y, por otro lado, el tema de un incremento de los poderes del Senado con respecto al Consejo Universitario. No son las únicas modificaciones, ya que hay varios otros temas más que están involucrados y que deberían ser tomados en consideración.

Efectivamente hay deficiencias en el Estatuto actual, incoherencias, inconsistencias que se explican en buena medida por su origen, por el proceso que llevó a la dictación del Decreto con Fuerza de Ley del 10 de marzo de 2006. Lo que se hizo ahí fue coordinar, sistematizar y refundir el viejo Estatuto del año 81, que es el Estatuto de la dictadura y que nosotros el año 97 justamente iniciamos un movimiento para poder dejarlo atrás y generar un nuevo Estatuto de la Universidad de Chile.

Al hacer esta reforma uno también puede corregir las deficiencias e inconsistencias que actualmente tiene el Estatuto, algunas cosas que no quedaron suficientemente bien reflejadas. Pero también hay que flexibilizarlo. Hay que hacer un Estatuto mucho más contemporáneo, que permita pensar en la Universidad un poco más allá de las rigideces actuales que la caracterizan, particularmente en el tema de la estructura.

¿Qué tipo de argumentos sobre la pertinencia de esta reforma al Estatuto han surgido de los foros o discusiones que se han implementado en la Universidad de Chile, considerando su participación en estos espacios locales?

Lo que se ha hecho y lo que me ha tocado hacer a mí como presidente de la Comisión es, fundamentalmente, explicar el proceso. Yo he visto circular mucha información dentro de la Universidad de Chile que pone todo su énfasis en las modificaciones aprobadas por el Senado, las que en este proceso pueden ser revocadas por el propio Senado si no alcanzan las mayorías suficientes en el Encuentro Universitario. Y ese es un punto importante que hay que marcar. Me ha tocado justamente decir eso cuando me he encontrado con personas que visualizan este proceso como si se tratara exclusivamente de pronunciarse sobre esas modificaciones, lo que a mí me parecería desastroso. No le encuentro ningún sentido que a uno le pregunten: “quieres que los estudiantes tengan un 30% o 40% de voto para todas las autoridades, dime sí o no”. A eso no le encuentro ningún sentido. Me parece sensato que uno abra una discusión donde se alcancen distintas alternativas y que la comunidad se pronuncie sobre esas alternativas. Y eso se hace con el Proceso de Discusión, con el Encuentro Universitario y con el Referéndum en última instancia.

¿Qué temas de interés de la comunidad caben en la discusión? ¿Qué aspectos de la vida universitaria pueden ser incorporados en el Estatuto y en qué nivel de detalle?

Me parece que no es muy deseable que alcancemos un alto nivel de detalle, porque eso es como una costumbre chilena: intentamos resolver todo mediante leyes y lo que hacemos después es burlarlas. Entonces, no sería muy partidario de una legislación de tipo hispánica, sino que un poquito más de tipo anglosajona, más flexible, más abierta, con más posibilidades de modificación en el sentido de más posibilidades de adaptación a las transformaciones que puedan ir ocurriendo en el futuro.

Respecto de los temas, yo diría que caben todos. El proceso fue diseñado para poder entrar en diálogo con la reforma de la Educación Superior. No fue diseñado para que pudiéramos solo, o tuviéramos la oportunidad, solamente, de discutir internamente entre nosotros, a lo que tampoco le encuentro mucho sentido. La Universidad de Chile siempre tiende a ser muy autorreferente, pero tiene una responsabilidad del sistema universitario del país y tiene una responsabilidad específica respecto del sistema universitario estatal, de generar justamente un sistema no tenemos y también de contribuir al establecimiento de un sistema educacional en el país, que tampoco tenemos en el sentido estricto de la palabra, porque al final lo que tenemos es una dispersión de instituciones con altos grados de desregulación.

Este proceso fue diseñado también para contribuir a eso y hoy día estamos viendo el paralelismo entre las dos cosas, y en el Senado estamos discutiendo la reforma educacional en paralelo con la organización del proceso de discusión estatutaria, y yo espero que la comunidad tenga muy presente ese horizonte.

Para mí lo más deseable es que la discusión sea lo más abierta posible y que las propuestas de modificación estatutaria sean también suficientemente profundas como para que uno pueda visualizar que apuntan hacia un futuro de largo plazo.

El Senado en su ejercicio anterior había elaborado una propuesta de modificación al Estatuto. En este Senado se decidió ampliar la discusión. ¿A qué responde esta medida? ¿Por qué se amplió este margen?

Las modificaciones aprobadas por el Senado a mediados de julio del año 2014 cubren un conjunto de aspectos que tienen que ver con derechos políticos, que tienen que ver con las posibilidades de establecer algún tipo de equilibrio entre los poderes del Senado y el Consejo Universitario en particular y otros aspectos más que apuntan también a resolver algunos temas de inconsistencias e incoherencias. La discusión de estas modificaciones se concentró fundamentalmente en temas de derechos políticos y de mayores poderes para el Senado.

Se despertó una gran inquietud en el mundo académico, especialmente, y hubo esta famosa carta estimulada o promocionada por U21, que fue firmada por cerca de 630 académicos, donde se demandaba mayor participación. Se demandaba también mayor tiempo para poder tener un buen ejercicio reflexivo respecto de estas modificaciones y esa demanda de participación, por lo menos a mí, me hizo bastante sentido. Eso llevó finalmente a un grado de consenso dentro de los Senadores respecto de que era importante generar un proceso que fuera mucho más amplio, participativo, y que no se restringiera a las modificaciones que habían sido aprobadas previamente, sino que se abriera al conjunto de los intereses de la vida universitaria y que abriera también la posibilidad de que estas modificaciones, previamente aprobadas, pudiesen ser revocadas sobre la base de una consulta a la comunidad. Cosa que está solamente en la atribución del Senado hacerla.

¿Qué opinión tiene usted del planteamiento de U21 sobre la preocupación respecto del tenor de las modificaciones aprobadas por el Senado?

Por una parte, la demanda de mayor participación que se hizo el año pasado me hacía sentido. Por otra parte, creo que U21 ha concentrado toda su argumentación solamente en las modificaciones al Estatuto, como si no hubiera proceso, y por eso me parece que sería muy interesante escuchar de parte de U21: qué opinión tiene respecto del proceso que se ha generado, dentro del cual las modificaciones plenamente aprobadas son sólo una parte, y que además puede no llegar al referendo, no llegar enteramente o no llegar parcialmente, porque requiere justamente ser validado previamente por la comunidad a través de sus representantes elegidos para el Encuentro Universitario.

Me ha tocado participar en un foro con miembros de U21 donde su argumentación se concentra exclusivamente ahí. Y me parece que, mientras sea así, no se está haciendo cargo de lo que la Universidad de Chile está haciendo, ni del horizonte o en el contexto de una reforma a la Educación Superior del país. Entonces, me parece que para poder tener un diálogo es necesario que también actualicen, por así decirlo, su información respecto de lo que es el actual proceso y que no se queden exclusivamente en lo que se aprobó el año pasado.

En el último manifiesto que U21 hizo circular se pide que el proceso se postergue, se haga más pausado y que además haya más elementos de evidencia comparada. ¿Cómo ve este argumento reiterado de pedir más tiempo?

Para mí el proceso tiene que ser reflexivo, sin dudas. De hecho, cuando originalmente el Senado aprobó dos meses para la discusión no era mi propuesta. Seré el presidente de la Comisión, pero a mí me parece que había que dar más tiempo. Finalmente hemos dado más tiempo, por todos los incidentes y accidentes que ocurrieron en el camino, particularmente la toma de la Casa Central y los paros y las tomas de las unidades de algunas facultades, que generaron obviamente una condición distinta temporal que permitió y exigió modificar el plazo de la discusión abarcando hasta octubre, para terminar en noviembre. Esto me parece una cosa más adecuada.

En ese sentido creo que este tiempo es suficiente para tener una buena reflexión y discusión sobre los cambios que requiere la Universidad de Chile.

Sobre el otro punto, el de la evidencia comparada, creo que hemos puesto una cantidad de información a disposición y esperamos que se esté retroalimentando por el mismo trabajo de las comisiones que están elaborando las distintas unidades. He visto mucha evidencia comparada del mundo anglosajón. Pero estamos en América Latina y a mí me parece muy importante la evidencia comparada de esta zona. Hay que pensar en sistemas universitarios extraordinariamente poderosos como el sistema brasileño, o como el sistema mexicano, que me parece que son evidencias comparadas muy deseables de contar con ellas.

Nosotros también, en algunas zonas disciplinarias de la Universidad, tenemos una influencia europea continental mucho más fuerte que anglosajona. Una influencia muy fuerte francesa, española también, alemana, que también tiene que ser tomada en consideración. Si vamos a hablar de evidencia comparada, ampliemos esa batería de documentación.

También se cuestiona la validez del Senado como organismo conductor de este proceso, debido al nivel de participación para elegir a sus integrantes y también porque no ha sido certificado su desempeño por el Consejo de Evaluación. ¿Qué le parece?

Nada en la Universidad de Chile ha sido certificado por el Consejo de Evaluación, tampoco el Consejo Universitario. O sea, tendríamos un argumento que podría aplicar para prácticamente todas las instancias de gobierno de la Universidad de Chile. Tanto las centrales como las locales.

No me parece que sea un argumento suficiente como para invalidar la función del Senado. De hecho, la función del Senado, sus atributos, están establecidos en el Estatuto de la Universidad de Chile. El Estatuto es el que le concede toda su legitimidad al Senado y creo que en su ejercicio también ha hecho una buena contribución a la Universidad a lo largo de estos años, no teniendo exactamente todas las características y facultades que originalmente fueron pensadas para este Senado, y tampoco teniendo el Consejo de Evaluación las características y facultades que originalmente se pensaron como tercer órgano de gobierno de la Universidad. Aun así, me parece que la contribución que ambos órganos han hecho a la Universidad de Chile en estos ámbitos es realmente valiosa. Creo que es una cuestión que podemos discutir ampliamente, pero intentar desconocer la validez del Senado Universitario me parece un poco fuera de lugar, simplemente porque es como desconocer las reglas que nos rigen.

Otro de los cuestionamientos tiene que ver con las modificaciones aprobadas que potencian la triestamentalidad. ¿Qué opinión tiene de esto?

Aquí doy mi opinión personal: a mí me parece que la triestamentalidad es un factor importante dentro de la Universidad, porque esta es una comunidad, y deliberante a fin de cuentas. Uno podría decir que hay dos órganos en el país que tienen características contrarias: las Fuerzas Armadas, que se supone son no deliberantes. Es deseable que no lo sean, porque sabemos lo que pasa cuando empiezan a deliberar. Cuerpo deliberante, la Universidad. Y eso me parece interesante tomar en consideración. Y si es deliberante, lo es toda su comunidad.

La Universidad es también un órgano democrático, pero nuestra democracia descansa en la racionalidad. Esa racionalidad uno no se la puede negar a ninguno de los miembros de la comunidad, es el derecho a pronunciarse sobre determinados aspectos importantes de la vida universitaria, particularmente aquellos que los afectan más directamente. El principio de la comunidad universitaria es un principio, para mi gusto, irrenunciable. De ahí a hablar de derechos políticos se abre otra discusión. Uno puede decir: requerimos que la comunidad universitaria tenga participación y que cada uno de los miembros de la comunidad universitaria participe en diversas instancias de la Universidad, incluso en instancias de gobierno, y decir que eso no implica que todo el mundo tenga derecho a voto. Menos implica que todo el mundo tenga derecho a voto igualitariamente.

Hay que seccionar las discusiones. Lo primero es la comunidad, lo segundo es la participación, lo tercero es qué derechos políticos pueden ir involucrados en esa participación, pero toda esa discusión me parece que uno tiene que ponerla en el contexto de una discusión de qué Universidad y qué país quiere uno. Empezar a discutir sobre porcentajes hoy día, sin haber discutido sobre esas otras cuestiones que son muy determinantes y decisivas, no me parece que tenga sentido. Es poner la carreta delante de los bueyes.

Este ha sido un año muy demandante para la comunidad universitaria, con movilizaciones, con paros, con la agenda de la reforma en educación a nivel nacional y un contexto país convulsionado. ¿Cuál es el llamado que usted hace desde el Senado Universitario para la participación de la comunidad universitaria en nuestro proceso de reforma al Estatuto?

Es cierto, este año ha sido muy demandante, desde un punto de vista, y muy desafiante, desde otro punto de vista. Este es un país institucionalmente bastante sólido, pero la desconfianza que hoy día existe hace que incluso desconfiemos radicalmente de todas las instituciones. Nuestros niveles graves de desconfianza, de suspicacia, nos hacen muy mal, pero también están suficientemente fundados por las cosas que se han ido poniendo en evidencia, y de cómo gran parte de los sectores relevantes del país, sectores políticos, empresariales, están comprometidos en actividades que son bastante poco presentables, que revelan la existencia de poderes y pactos en las sombras, que finalmente terminan administrando la vida del país, al margen de lo que la ciudadanía decida.

Este es un punto muy grave. Seguimos teniendo solidez institucional, una economía que es bastante resistente a los trastornos económicos que puedan ocurrir a nivel mundial. Desde ese punto de vista uno puede ver con cierto optimismo este país. Pero, desde luego, uno no puede ver con optimismo un país que está internamente quebrantado por la desconfianza. Creo que ese es un trabajo que tenemos que hacer en la Universidad, porque en la Universidad de Chile también lo veo muy claramente. La misma discusión que se ha levantado en torno a la modificación del Estatuto devela grados altos de desconfianza y suspicacia. Y muestra también ciertos comportamientos también, diría lingüísticos, que no son muy deseables, porque tienden a ser como muy agresivos.

Tenemos que bajar ese clima de agresividad, entrar en diálogo con las demás personas y entender que la única forma que tenemos de construir Universidad es llegando a acuerdos y no simplemente poniéndose en veredas opuestas, con esta cuestión no vamos a construir absolutamente nada. Para mí, el mensaje fundamental es que la comunidad tenga la disposición a participar en un proceso en el cual se la convoca justamente a participar abiertamente y sin ninguna discriminación ni restricción a manifestar su opinión, tal como la piensa, sin que eso le signifique correr ningún riesgo de ninguna índole, como riesgos laborales o cosas así, que en otras partes uno sí podría pensar que puede correr si está expresa su opinión muy franca y abiertamente. Aquí tenemos un contexto donde podemos hacerlo y donde no existen represalias por el hecho de que uno diga lo que piensa.

La comunidad universitaria debe tener en cuenta que para poder hacerse cargo de su propio destino no solamente tiene que hablar entre ella, sino que tiene que mirar al medio, traerlo a conversar y a que le diga ese medio qué Universidad de Chile quiere para Chile. Eso es algo que está contemplado en este proceso, algo por lo cual hemos abogado muy enfáticamente y que espero que se cumpla de la manera más plena para que podamos contar, no solamente con las evidencias comparadas, que son necesarias sin duda, sino que también podamos contar con un pronunciamiento fuerte, válido y consistente de la comunidad universitaria, pero también de las personalidades externas del mundo político, gubernamental, empresarial, social, y que todos ellos puedan tener la oportunidad de decirle a la Universidad de Chile qué piensa de ella y qué espera de ella.