Explicaciones científicas a relatos y dichos populares de fenómenos meteorológicos

Norte claro, sur oscuro: investigación rescata el saber popular sobre la meteorología

Norte claro, sur oscuro: saber popular sobre meteorología
Mauricio Folchi, director del Núcleo Interdisciplinario en Estudios Socioambientales de la Universidad de Chile.
Mauricio Folchi, director del Núcleo Interdisciplinario en Estudios Socioambientales de la Universidad de Chile.
La iniciativa es una de las ganadoras del XIX Concurso de Proyectos de Valoración y Divulgación de la Ciencia y la Tecnología del Programa Conicyt.
La iniciativa es una de las ganadoras del XIX Concurso de Proyectos de Valoración y Divulgación de la Ciencia y la Tecnología del Programa Conicyt.
Jacqueline Besoain, antropóloga parte del equipo que realizó "Norte claro, sur oscuro".
Jacqueline Besoain, antropóloga parte del equipo que realizó "Norte claro, sur oscuro".
Norte claro, sur oscuro: investigación rescata el saber popular sobre la meteorología

"Norte claro, sur oscuro, aguacero seguro". Así dice el dicho que es parte del conocimiento popular sobre el clima que es transmitido oralmente y que el proyecto "Norte claro, sur oscuro. Explicaciones científicas a relatos y dichos populares de fenómenos meteorológicos", cofinanciado por Explora Conicyt mediante el XIX Concurso de Proyectos Explora de valoración y divulgación de la ciencia y tecnología, busca rescatar, y que ahora ha sido traducido en el libro homónimo. 

Patrocinado por la Universidad de Chile a través del Núcleo Interdisciplinario de Estudios Socioambientales (NIES), el proyecto nació de la motivación por recuperar el conocimiento climático popular del país vinculándolo con una explicación meteorológica, conectándolo con el conocimiento científico ligado al clima.

Para ello, el equipo de trabajo realizó una serie de entrevistas a personas de sectores rurales con más de 20 años en su lugar de residencia en diversas comunas del país, con el fin de abarcar una mayor diversidad de relatos y costumbres ligados a estas materias, lo que permitió "comprender cómo el clima de cada zona condiciona el día a día de los oficios rurales", como explicaron los autores en el mismo texto.

El libro fue presentado el pasado 29 de julio en una actividad realizada en el Auditorio Rolando Mellafe de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad, y estuvo a cargo de Paula Arismendi, subdirectora del programa Explora de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt); Laura Gallardo, directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2; Felipe Petit-Laurent, director del Programa Servicio País de la Fundación para la Superación de la Pobreza; junto a Mauricio Folchi, director del NIES y la antropóloga Jacqueline Besoain, integrante del equipo que desarrolló el proyecto. 

El profesor Mauricio Folchi, explicó que el proyecto acerca dos cosas que se han considerado disociadas e incompatibles: el conocimiento científico/experto y el conocimiento popular/tradicional. “La ciencia normalmente se promueve diciendo que establece verdades o que construye conocimiento válido a diferencia de todas las otras formas de saber que serían supersticiones, creencias, errores. La ciencia siempre ha vivido en su palacio de cristal diciéndole a la gente cómo es el mundo donde la gente vive y por qué pasa lo que pasa”, señaló. 

En este sentido, el libro es una propuesta para romper esa disociación, acercando los saberes. “La gente que vive en un lugar por siglos, desarrollando una práctica, conoce ese medio, conoce sus circunstancias y se ha adaptado, ha aprendido como funciona la naturaleza. La gente sabe”, explicó.

Folchi contó que el lenguaje abstracto de la ciencia ha hecho creer a la gente que no sabe sobre temas como la meteorología, cuando en realidad las personas están absolutamente familiarizadas con los hechos de la naturaleza. Basta entablar diálogos utilizando otros lenguajes. Ejemplo de este saber popular es el de la toponimia. Lugares como Quemchi (tierra roja) y Trumao (amontonamiento de tierra volátil y arenisca) dan cuenta de un saber edafológico previo a la existencia de la edafología. 

Polpaico, agua que viene sucia; Pudahuel, pozones de agua; Chiguayante, sol entre neblina; Tromen, estar nublado, Huay Huen en Ancud, lugar de viento; Mechuque, golpeada por el viento; Talca, lugar donde truena el trueno; son otros ejemplos que dan cuenta del conocimiento meteorológico que se ha desaprovechado y desestimado.  

Para el profesor Folchi, la ciencia tiene el deber de conversar con el saber tradicional y popular y así resarcir la distancia entre ciencia y pueblo. “Cuando le dijo a la gente que era ignorante y que no sabía, la dejó desprovista de la capacidad de responder y actuar porque la hizo creer que no sabía”. 

El contexto de cambio climático, explicó Folchi, es un buen momento para restituir el saber popular sobre el clima. “Decirle a la gente que confíe en lo que sabe, en lo que le dijeron sus abuelos porque probablemente pueda ayudar”, señaló el académico destacando la importancia de generar un espacio transdisciplinario en que el saber tradicional y popular se empata con el científico, “un campo donde la ciencia y el saber tradicional se unen, se apoyan, se complementan”. 

Laura Gallardo, directora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2, en sintonía con lo anterior planteó la importancia de hacer y cruzar puentes entre los diversos saberes. “Es muy relevante para Chile hoy y se va a hacer cada vez más relevante porque nos esperan desafíos muy importantes", dijo la académica. 

La antropóloga Jacqueline Besoain, parte del equipo multidisciplinario que llevo a término el proyecto, destacó el esfuerzo de meses en el que todo el equipo hizo converger las ideas. En ese sentido, apuntó a los resultados provenientes de mantener la horizontalidad entre los conocimientos. De allí que metodológicamente el libro se presente en la forma de un diálogo que rescata un trabajo de campo realizado por todo Chile, con 36 entrevistadas y entrevistados con diferentes oficios vinculados con la tierra, el mar: laneros, ganaderos, agricultores, buzos, pescadores, mariscadores. 

“Creemos que logramos generar un producto multivocal. Esperábamos que se democratizara el conocimiento, que se presentara de una manera horizontal”, finalizó Besoain.