Columna de opinión:

Bolsonaro en Brasil y los posibles escenarios en América Latina

Bolsonaro en Brasil y los posibles escenarios en América Latina
La profesora Lorena Oyarzún analiza las razones detrás del triunfo de Bolsonaro, y los temores que genera en los sectores más vulnerables de la sociedad brasileña.
La profesora Lorena Oyarzún analiza las razones detrás del triunfo de Bolsonaro, y los temores que genera en los sectores más vulnerables de la sociedad brasileña.
Bolsonaro derrotó en segunda vuelta el pasado domingo 28 de octubre al candidato del PT, Fernando Haddad, con un discurso nacionalista, racista y misógeno.
Bolsonaro derrotó en segunda vuelta el pasado domingo 28 de octubre al candidato del PT, Fernando Haddad, con un discurso nacionalista, racista y misógeno.
El fenómeno Bolsonaro se inscribe en una tendencia mundial que incluye a líderes como Viktor Orban en Hungría, Donald Trump en Estados Unidos, y Matteo Salvini en Italia.
El fenómeno Bolsonaro se inscribe en una tendencia mundial que incluye a líderes como Viktor Orban en Hungría, Donald Trump en Estados Unidos, y Matteo Salvini en Italia.

Si bien la elección del pasado domingo dio un contundente triunfo al hoy candidato electo, Jair Bolsonaro del Partido Social Liberal (PSL) con más del 55% de los votos frente a Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT) con un 44%, no fue una sorpresa. Sí, en cambio, genera profunda incertidumbre y, en algunos casos, temor.

Esto ante la implementación de la política del nuevo gobierno, encabezado por el controvertido ex militar de 63 años o el “Trump brasileño” como algunos lo han denominado en Brasil. Su gestión comenzará el primero de enero de 2019 hasta el 2022, relevando así del cargo a Michel Temer, quien ha gobernado desde 2016, después del proceso de impeachment a la presidenta democráticamente electa Dilma Rouseff, también del PT y que terminó con su destitución.

Este temor, en algunos casos profundo rechazo de algunos sectores de la población brasilera, se suma a las críticas internacionales que se fundan en su carrera política como diputado por cerca de treinta años. Durante el ejercicio de su cargo se ha manifestado abiertamente a favor de la dictadura en Brasil (1964-1985), la tortura, la pena de muerte, a la vez que ha promovido conductas misóginas, racistas, homofóbicas y en contra de los derechos de los pueblos indígenas. Situación que preocupa enormemente a los grupos más vulnerables de la sociedad brasilera que han luchado durante las últimas décadas por sus derechos.

Son diversas la razones que se pueden esgrimir los grupos más vulnerables para explicar y tratar de entender por qué un grupo tan significativo de la población votó por una opción radical que durante su campaña uso un  discurso violento que lamentablemente se empieza a normalizar no sólo en Brasil, sino en diferentes partes del globo develando el auge de posturas radicales, temerosas de la diversidad, muchas de ellas conservadoras y nacionalistas.  

En este sentido, el contexto global con líderes nacionalistas con discursos xénofobos como en Hungría, Italia o en Estados Unidos ayuda a entender la falta de pudor e impunidad para expresar ideas y percepciones que son claramente disciminatorias.

No obstante, gran parte de su victoria se entiende en el terreno interno vinculado con la profunda crisis política, estancamiento económico del país  que mantiene a cerca de 13 millones de personas en el desempleo, la violencia que ha alcanzado un espeluznante récord de homicios.  Por ejemplo, en 2017 se contabilizaron cerca de 64 mil muertes al año, todo esto sumado a los escándalos de corrupción de la clase política. Por lo mismo, su candidatura debe entenderse como un voto de castigo y antisistema, aunque paradójicamente es una persona que ha estado participando activamente de las instituciones y del sistema pollítico, nada menos que como parlamentario.

Sin duda lo que sucede en Brasil importa. Se trata de un país que dadas sus características geográficas, económicas y de población es muy influyente en toda la región. Del mismo modo, la elección de Bolsonaro, aunque con diferencias, se suma a la de otros líderes de  América del Sur que recientemente han sido electos marcando un giro hacia la derecha como en Argentina, Chile, Paraguay y Colombia. Por lo que esta nueva reconfiguración política puede tener efectos en las relaciones interregionales. Y aunque deberemos esperar a ver si Jair Bolsonaro seguirá actuando como el candidato presidencial o si una vez asumido como presidente moderará su discurso y práctica, existen áreas de la política exterior que  posiblemente se verán afectadas.

Las relaciones de Brasil en el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), del que son miembros Argentina, Brasil, Paraguay  Uruguay y Venezuela, éste último, suspendido por aplicársele  la claúsula democrática. En esta línea, su futuro ministro de economía Paulo Guedes, doctorado en economía de la Universidad de Chicago, a pocas horas del triunfo de Bolsonaro, desmereció el MERCOSUR que desde 1991 ha sido uno de los pilares de la relación bilateral entre Argentina y Brasil, además de símbolo de la eliminación de las hipótesis de conflicto entre los países miembros. No obstante, después suavizó sus comentarios, puede haber un cambio de énfasis en el vínculo con MERCOSUR, ya que gran parte del discurso del próximo presidente de Brasil evidencia un enfoque pragmático, en el que aspira privilegiar las relaciones bilaterales y la búsqueda de autonomía. Aunque al igual que gran parte de sus posturas se advierten contradicciones.

También en esta línea, puede leerse la propuesta del itinerario de sus primeros viajes al exterior, entre los que incluiría primero a Chile, luego a Estados Unidos  y a Israel, aunque aún falta la confirmación oficial. Pese a esto, no hay que olvidar que el MERCOSUR se basa en sólidos acuerdos internacionales  y que es un significativo espacio comercial para Brasil, especialmente la relación con Argentina que le reditua favorables saldos comerciales.

Otro vínculo interesante a considerar será el relacionamiento de Brasil con México, ya que ambos países son líderes subregionales, tienen una importante población y comparten algunos desafíos como la violencia y la corrupción. Si bien Jair Bolsonaro en Brasil y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México ganaron con amplios márgenes sus elecciones, son opuestos en términos ideológicos y han  prometido afrontar éstos problemas con enfoques diferentes. En este sentido, AMLO, ha promovido el diálogo con las víctimas, la amnistía en los eslabones más débiles de la cadena del narcotráfico y rebaja de penas a criminales que se sometan a la justicia. En cambio,  Bolsonaro ha prometido aplicar endurecimiento en las penas y tolerancia cero. Del mismo modo ha señalado que impulsará la inmunidad policial en casos calificados.

Por otra parte, ante la situación tan compleja y acuciante como la de Venezuela, Jair Bolsonaro se  ha mostrado ecléctico en su postura. Aunque ya electo como presidente afirmó que  favorecerá la vía pacífica por sobre la armada para la solución de la crisis venezolana.

Finalmente, deberemos esperar la implementación de sus políticas y el alcance que éstas tendrán. Un escenario sin duda incierto, debido a la gran fragmentación partidaria en el congreso con más de 30 partidos, lo que pondrá a prueba su capacidad para lograr acuerdos. No obstante, si en su gestión consigue superar los temas internos relativos al crecimiento, empleo, medidas anti corrupción y seguridad, se erigirá como “modelo” y habrá que estar muy atentos ante el posible fortalecimiento de liderazgos regionales que desdeñan las instituciones, la diversidad y la democracia.