Columna de opinión:

Obesidad infantil y entornos alimentarios

Obesidad infantil y entornos alimentarios
"La evidencia científica ha determinado la importancia de trabajar en la modificación de los ambientes alimentarios", advierte Loreto Rodríguez.
"La evidencia científica ha determinado la importancia de trabajar en la modificación de los ambientes alimentarios", advierte Loreto Rodríguez.
Según el Mapa Nutricional de la JUNAEB 2018, un 51 por ciento de los niños de Prekinder sufren obesidad o sobrepeso, cifra que se empina por sobre el 60 por ciento al llegar a Quinto Básico.
Según el Mapa Nutricional de la JUNAEB 2018, un 51 por ciento de los niños de Prekinder sufren obesidad o sobrepeso, cifra que se empina por sobre el 60 por ciento al llegar a Quinto Básico.

A propósito de los recientes resultados de la evaluación nutricional de niños, niñas y adolescentes realizado por JUNAEB, que muestran que lamentablemente las cifras de obesidad en estos grupos, continúan en aumento, creemos que es importante recordar que Chile cuenta con una Política Nacional de Alimentación y Nutrición. Esta fue elaborada en un proceso de revisión de evidencia y de participación social que incorporó a expertos, académicos nacionales e internacionales, profesionales de diferentes organismos públicos y la opinión de ciudadanos/as de todo el país.

La Política Nacional de Alimentación y Nutrición define el modelo y orienta las iniciativas, proyectos, programas, planes y estrategias para enfrentar los problemas relacionados con la alimentación y nutrición en nuestro país. Lo que corresponde desarrollar ahora es el Plan de Acción de dicha Política, basado en sus principios orientadores: el derecho de las personas a la alimentación adecuada y a no sufrir hambre, y el reconocimiento de que la alimentación y nutrición están determinadas por los entornos alimentarios, la disponibilidad y acceso a alimentos saludables, y los determinantes sociales, incluido el género, la interculturalidad, el nivel socioeconómico y educacional, y el curso de vida.

El ambiente o entorno alimentario incluye el conjunto de factores sociodemográficos, culturales y  económicos que rodean a las personas, tales como la disponibilidad,  acceso y la calidad de los alimentos , las costumbres de alimentación de cada país o cultura, el marketing,  la publicidad, y la información disponible o etiquetado nutricional, entre los factores más importantes. En Chile han sido definidos 5 ambientes alimentarios: de abastecimiento, restauración, doméstico, vía pública y organizacional.

La evidencia científica ha determinado la importancia de trabajar en la modificación de los ambientes alimentarios considerando que la conducta alimentaria no depende únicamente de la decisión de cada individuo, sino que está determinada por el entorno que las rodea, que a su vez determina la oferta de alimentos que las personas tienen a su disposición y alcance en su vida cotidiana, es decir la variedad de alimentos que se encuentra en el hogar, en supermercados, pequeñas tiendas, mercados, puestos ambulantes, comedores institucionales, restaurantes y demás lugares donde las personas compran y consumen alimentos. Un entorno alimentario saludable es aquel que genera las condiciones que permiten y promueven el acceso a dietas saludables.

Se requiere entonces que el Estado implemente medidas estructurales que faciliten las decisiones a los individuos, por ejemplo mediante leyes, regulaciones y medidas fiscales, como impuestos y subvenciones, que den sustento a campañas comunicacionales educativas.

Sin duda, Chile es un ejemplo en el mundo con medidas innovadoras como el etiquetado frontal de advertencia “Alto en”, la regulación de publicidad dirigida a niños/as, la prohibición de venta de alimentos “Altos en” en el entorno escolar y la aplicación de impuestos a bebidas azucaradas. Los resultados iniciales de estas políticas, son muy promisorios, pero es necesario proteger estas normativas de los intentos que realizan algunos por debilitarlas, y reconocer que la evidencia respalda su sostenimiento.

Por otra parte debemos como país, continuar evaluando las regulaciones vigentes, investigando para caracterizar mejor nuestro ambiente alimentario en forma transdisciplinaria, avanzando en programas locales de promoción de salud y en ordenanzas municipales que protejan el ambiente alimentario comunitario, e instaurando medidas poblacionales que contribuyan a mejorarlo, tales como la subvención de frutas, verduras y pescados; impuestos a alimentos no saludables (más allá de las bebidas azucaradas); optimización de la alimentación institucional; y promover el consumo de alimentos frescos y naturales aumentando la disponibilidad de ferias libres y a través de campañas en medios masivos.

Estas políticas y programas en el ámbito alimentario deberían complementarse con otras semejantes en el área de la actividad física, también a través de cambios estructurales que faciliten a las personas la práctica habitual de ejercicio, por ejemplo en su lugar de trabajo, en los establecimientos educacionales y en sus barrios.

Estas acciones intersectoriales que la Organización Mundial de la Salud ha denominado, Salud en Todas las Políticas, representan un gran desafío país, que deberíamos abordar desde distintos sectores, académico, gubernamental, no gubernamental, productivo y social.