COP25 y la falta de instrumentos científicos para entender nuestro clima cambiante

COP25 y la falta de instrumentos para entender nuestro clima cambiante
Raúl Valenzuela, investigador del Departamento de Geofísica de la FCFM - U. de Chile y el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
Raúl Valenzuela, investigador del Departamento de Geofísica de la FCFM - U. de Chile y el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2.
Calama (foto: Agencia Uno)
Calama (foto: Agencia Uno)

Chile se ha comprometido a organizar la próxima COP25, importante reunión de nivel mundial y en la cual se espera obtener importantes acuerdos para reducir las emisión de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático antropogénico. Aunque este tipo de reuniones ayudan a combatir el cambio climático desde un punto de vista económico y político a nivel global, Chile sigue desnutrido en cuanto al conocimiento científico de los impactos que tendrá el cambio climático.

Por ejemplo, se han hecho decenas de estudios basados en modelos numéricos que proyectan escenarios de sequías a lo largo de la zona centro-sur de Chile, sin embargo, hay una falta de estudios que aborden la manifestación de eventos extremos de temperatura y precipitación, principalmente debido a las limitadas observaciones atmosféricas en Chile que permitan llevar a cabo estas investigaciones.

Aunque llegásemos a tener una política nacional de lujo en cuanto a reducción de gases de efecto invernadero, esto no nos eximiría de tener que enfrentar los efectos negativos del cambio climático; eventos meteorológicos extremos como incendios forestales históricos o tormentas intensas en zonas desérticas. Estos eventos se enfrentan mediante la observación sistemática de la atmósfera, en superficie y en altura, durante al menos una decena de años y en varios lugares del territorio nacional, para luego elaborar modelos de pronósticos que representen realísticamente el estado presente y futuro de la atmósfera.

Las opciones que tiene la comunidad científica nacional para acceder a instrumentos son escasas. La principal fuente de financiamiento para esto es Fondequip (Fondo de Equipamiento Científico y Tecnológico), el cual forma parte de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt). Es el fondo concursable nacional que permite a investigadores y universidades acceder a equipamiento científico. Aunque Fondequip ha permitido adquirir equipamiento altamente relevante para la ciencia nacional en distintas áreas, parece estar fundamentado en la lógica del microscopio: “financiamos un solo instrumento que permite tener un observador a la vez, propiciando que existan muchos observadores que le den uso en distintas disciplinas”.

Lamentablemente en meteorología, la disciplina científica que se ocupa de anticipar eventos meteorológicos extremos, raramente es un solo instrumento el que permite observar de manera completa la atmósfera. Peor aún, el instrumental que permite hacer una examen más exhaustivo de la atmósfera (imagínese una radiografía vs una tomografía computarizada) generalmente se escapa del presupuesto de este fondo.

¿Cómo enfrentamos las amenazas del cambio climático (como incendios forestales históricos y tormentas intensas en zonas desérticas) si a nivel nacional no nos preocupamos de observar y monitorear la atmósfera de manera eficiente?

Creo que Chile, en forma contradictoria, está impulsando y tratando de liderar la política del cambio climático y a la vez le está dando la espalda a lo que realmente puede producir desastres económicos y pérdidas de vidas, como el estudio y pronóstico de eventos meteorológicos extremos.

Fondequip es insuficiente para tener una plataforma nacional de observación atmosférica que ayude a enfrentar el cambio climático, que sea independiente de una determinada universidad o investigador(a), y por lo tanto, urge discutir y legislar sobre nuevas fuentes de financiamiento y un plan nacional que vaya en este sentido.

Fuente: Qué Pasa, diario La Tercera