Hay que actuar cuando impide la normalidad en la vida diaria

Trastorno ansioso: Cuando la preocupación se transforma en enfermedad

Trastorno ansioso: Cuando la preocupación se transforma en enfermedad
Dra. Jeza Salvo

Sentir ansiedad por alguna situación en particular es algo normal y todos, de una u otra forma, nos enfrentamos a ella en la vida diaria. De hecho, es una conducta esperable y una fuerza necesaria para la supervivencia. Sin embargo, cuando estas emociones y preocupaciones comienzan a hacerse constantes, crónicas, sin mayor fundamento y, principalmente, interfieren en la funcionalidad de la persona, ya estaríamos frente a un trastorno de ansiedad.

Las manifestaciones de esta enfermedad se observan a nivel físico, con síntomas como taquicardia o palpitaciones, respiración agitada y sensación de atragantamiento, con tensión y temblor. A nivel psicológico, mediante niveles de angustia significativa; y, a nivel cognitivo, a través de la hipervigilancia o sensación de peligro inminente o pensamientos de posible catástrofe. Estas señales afectan significativamente la vida de los pacientes, pues comienzan a evitar, por ejemplo, situaciones sociales que perciben como incómodas por el temor a ser juzgados o avergonzados.

En nuestro país, la prevalencia de vida de este tipo de enfermedad es de un 16,2%, lo que la convierte en la enfermedad mental más común junto a la depresión mayor y los trastornos por consumo de alcohol. Sin embargo, y a pesar de ser el trastorno más prevalente, sólo un 25% de los enfermos consulta.

Para la académica del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente, doctora Jeza Salvo, esto podría deberse a una combinación de factores, entre ellos, el estigma hacia las patologías mentales: “un 60% de los pacientes que presentan esta condición consultan a la medicina general y a otras especialidades más que a aquellas relacionadas con la salud mental. Pero también es probable que desde la medicina general no haya una capacidad de absorber o de identificar claramente estos cuadros y diagnosticarlos”.

Y agrega: “también falta más educación y cultura respecto a identificar fenómenos como el preocuparse por todo, todo el tiempo. En algunas personas aún está la creencia de que preocuparse es algo bueno, porque si no lo hacen son irresponsables. Entonces, aún hay ciertos modelos de enfrentamiento ante situaciones dificultosas de la vida que mantienen los síntomas ansiosos”, indica la psiquiatra.

¿Por qué es tan alta la prevalencia de trastornos de ansiedad en nuestro país?

Probablemente lo que está detrás de la manifestación de los trastornos de ansiedad es una combinación de distintos elementos. Desde el punto de vista social, los cambios culturales han sido importantes. Vivimos en una sociedad bastante competitiva y que a veces se siente bajo presión por obtener cosas materiales y mejoras de manera individual, sin percibir que todo eso tiene un costo.

“Desde el punto psicológico, hay que ver qué cosas hacemos nosotros como individuos que perpetúan nuestros estados de ansiedad: cómo es nuestra respuesta frente al mundo, si lo vemos amenazante, desprovisto de ayuda, incierto. O verse a uno mismo como extremadamente vulnerable y sin capacidades de poder afrontar las dificultades, o creyendo que es imposible hacer algo. Por otro lado, el rol de las situaciones predisponentes adversas en la vida de los individuos es otro factor que como sociedad deberíamos estudiar”, añade.

Una de las manifestaciones más conocidas son las llamadas crisis de pánico; ¿hay un estímulo en particular que gatilla este estado o es el resultado de la progresión de los síntomas ansiosos?

El trastorno de pánico no es necesariamente una consecuencia o progresión de otro estado de ansiedad. Éste puede presentarse sin que existan síntomas previos y también puede ser el acompañante de muchos cuadros psiquiátricos de otra índole como una depresión, trastornos de alimentación, por abuso de sustancias, psicosis y, por supuesto, de otro tipo de trastorno de ansiedad. El trastorno de pánico es importante entenderlo y tratarlo adecuadamente, porque puede acompañar y complejizar el manejo de cualquier otro cuadro de salud mental.

¿Cómo podemos diferenciar una ansiedad normal de una patológica?

Todos experimentamos ansiedad normal. Es esperable y se trata de una respuesta adaptativa al medio, que es ancestral y de carácter evolutivo. Los mismos mecanismos implicados en la respuesta de lucha y huida son los que se activan en la experiencia de ansiedad.

La diferencia está dada por el nivel de alteración en el funcionamiento que estos pacientes manifiestan y que les dificulta realizar sus distintos roles de manera adecuada. Es decir, si es que es adaptativa o no. Cuando no es adaptativa, va a estar totalmente interferida la capacidad de funcionar de estos individuos y frente a un estímulo que podría ser considerado como no realmente provocador de ansiedad, va a tener una reacción exagerada a esto.

También pueden confundirse los síntomas de ansiedad y estrés, ¿cómo se distinguen?

La reacción emocional, física y cognitiva puede ser muy similar en ambos, sin embargo, en el estrés, el elemento estresor es el componente primordial, particularmente si es grave y significativo para la persona. Pero para que se configure una reacción de estrés, tienen que darse varios componentes, entre ellos, el rol del estresor, la forma en que percibo el mundo como un lugar donde podría o no obtener ayuda, asistencia y entendimiento. También está la propia percepción de la persona sobre sus recursos para poder enfrentar una situación adversa.

¿Cuáles son esos recursos emocionales o estrategias que debemos adoptar para poder afrontar estos episodios?

Los mecanismos de afrontamiento pueden adaptativos o desadaptativos. Los más adaptativos son que la persona sea capaz de predecir o anticipar una situación de peligro, para prevenirlo; evitar  enfrentarse a situaciones peligrosas de manera impulsiva o poco previsora; ser capaz de pedir ayuda, de hacer un análisis de los recursos internos y externos con los que se puede contar, pero también es importante la capacidad de aceptar situaciones que no podemos modificar.

Los mecanismos desadaptativos tienen que ver, por ejemplo, con el uso de sustancias, incluido el alcohol, para enfrentar o enmascarar situaciones que generan la ansiedad y estrés; uso de conductas auto y hetero agresivas; el apartarse del mundo y no pedir ayuda, entre otras.

Una de las terapias que ha sido validada científicamente para abordar estos trastornos es la cognitiva conductual; ¿cuál es su particularidad?

La psicoterapia cognitiva conductual se basa en el aprendizaje, en el reconocimiento de las emociones y en el entender las significaciones que tenemos frente a las situaciones que nos pasan. En comparación de otras terapias, esta se enfoca en las emociones, en los pensamientos, las conductas y en la relación colaborativa con el paciente.

Lo primero que se hace es ayudar a los pacientes a identificar todos estos elementos asociados con las diversas situaciones o experiencias que ellos tienen y que les causan malestar psicológico. Pero también identificamos las conductas que los mismos pacientes realizan, las que con frecuencia están perpetuando sus problemas y manteniendo los síntomas. Este entendimiento es esencial, solo así los pacientes se sentirán empoderados para efectuar cambios. Se utilizan diversas estrategias, incluidas aquellas de mindfulness, y es central al tratamiento el fomento de la autoeficacia.