Académica Lorena Rodríguez por cifras de obesidad infantil:

"Tenemos que dejar de lamentarnos porque el diagnóstico está hecho: este es un problema serio que parte precozmente en la infancia"

"Tenemos que dejar de lamentarnos porque el diagnóstico está hecho"
El informe "Radiografía de la Obesidad Infantil en Chile" de Elige Vivir Sano, reveló un aumento de un 66,3 por ciento entre 2005 y 2018 de la obesidad en menores de 6 años.
El informe "Radiografía de la Obesidad Infantil en Chile" de Elige Vivir Sano, reveló un aumento de un 66,3 por ciento entre 2005 y 2018 de la obesidad en menores de 6 años.
Lorena Rodríguez es pediatra, magíster en Nutrición, y académica de la Escuela de Salud Pública.
Lorena Rodríguez es pediatra, magíster en Nutrición, y académica de la Escuela de Salud Pública.

El pasado 16 de enero, el programa Elige Vivir Sano presentó su informe “Radiografía de la Obesidad Infantil en Chile”, trabajo que sistematizó y analizó datos sobre obesidad infantil entregados por la Junaeb, la Encuesta Casen y la Encuesta Longitudinal de Primera Infancia, entre otros, durante los últimos años.

Este documento reveló cifras más que preocupantes, partiendo por un aumento de un 66,3 por ciento entre 2005 y 2018 de la obesidad en menores de 6 años -que hoy alcanza casi el 12 por ciento en este segmento etario-, y siguiendo con la crítica situación de los niños de primero básico, donde uno de cada cuatro sufre obesidad. Un elevado consumo de bebidas gaseosas y comida chatarra, y la presencia de patologías como Diabetes II y colesterol alterado en infantes, fueron otros de los datos que reveló el informe que vino a confirmar nuevamente la grave situación que atraviesa hace años la población de nuestro país.

Al respecto, la pediatra, académica y experta en nutrición de la Escuela de Salud Pública, Lorena Rodríguez, señaló: “Tenemos que dejar de lamentarnos porque el diagnóstico está hecho: este es un problema serio, que parte precozmente en la infancia, e incluso si uno mirara a las embarazadas se daría cuenta de que parte antes incluso de que los niños y niñas nazcan. Entendiendo que este es un problema grave y que tiene consecuencias graves, creo que el paso inmediato es qué estamos haciendo y qué cosas nuevas tenemos que hacer para enfrentarlo”.

¿Cómo recoge usted estas cifras sistematizadas en el informe de Elige Vivir Sano?

Estos datos nos recuerdan algo que ya sabíamos: que el sobrepeso y la obesidad son un problema grave en Chile hoy. Podríamos decir que este es el problema más importante en salud pública en el país, como también en muchas partes del mundo. La gracia que tiene el haber juntado estos datos es que nos muestran en un solo documento, que los niños están afectados desde su más tierna infancia, y que estas cifras tienden a empeorar en la medida en que los niños crecen. Aquí voy a dejar entre paréntesis las cifras de los niños y niñas en educación media, particularmente en primero medio, porque esa es una etapa en que se pegan un estirón de crecimiento, y, por lo tanto, es posible que la prevalencia disminuya, pero es sólo transitorio a propósito del crecimiento en talla. Si uno mira después lo que pasa en los jóvenes y adultos, no es que haya una tendencia a que se frene la obesidad, sino al revés, el problema se va instalando más fuertemente.

Según los números un 11,7 por ciento de niños y niñas menores de seis años sufre obesidad, y los peores números se presentan en la zona sur del país, del Maule hacia el sur, ¿cómo se explica esa distribución geográfica del problema?
Eso tiene que ver con las causas de la obesidad, que están vinculadas fuertemente al acceso y disponibilidad de alimentos saludables. En las zonas más australes, como Punta Arenas y Coyahique, tienen mucha más obesidad que en el resto del país, porque son lugares en que los alimentos como frutas y verduras, están menos disponibles. Tenemos también el otro factor, que tiene que ver con la actividad física, y dado que esos son lugares con un clima mucho más frío, llama a mantenerse más sedentarios.

Otro tema que llama la atención de estas cifras es que un 46 por ciento de los menores entre 0 y 5 años que entre 2010 y 2017 estaban en su peso normal, pasaron a tener sobrepeso u obesidad en 2017, cuando tenían entre 7 y 12 años. ¿Qué factores pueden explicar este cambio?

Lo que sabemos es que la obesidad parte súper precozmente en la infancia. Uno esperaría que niños menores de 6 años no tuvieran obesidad, y sobre el 10 por ciento de los niños menores de 6 años tienen obesidad, si a eso uno le suma el sobrepeso supera el 30 por ciento. En esas edades precoces se generan hábitos alimentarios, y si a esa edad los niños están expuestos a un entorno alimentario poco saludable, donde están expuestos a un exceso de publicidad, a la oferta de alimentos poco saludables de muy fácil acceso, evidentemente eso se va acumulando en el tiempo y se empieza a manifestar especialmente en las edades en que el niño ya sale del hogar y toma decisiones propias. Se acumula el problema, el mal hábito se instala y los entornos a los que va el niño cuando empieza a crecer, son entornos poco saludables.

Entre los factores asociados a la obesidad infantil destaca el elevado consumo de jugos envasados, en polvo y bebidas gaseosas, señalándose que el 55,3 por ciento de menores entre 2 y 12 años los ingiere a diario. Además, se evidencia que los quintiles más bajos presentan mayor consumo. En este sentido, ¿podría ser hoy el momento de reforzar la medida de subir los impuestos a este tipo de bebidas, como ya se comenzado a hacer?

Claro, Chile es uno de los países con mayor consumo en el mundo de snack y bebidas azucaradas per capita. Eso ya lo sabemos desde que se hizo la Encuesta Nacional de Consumo alimentario en el 2010. A propósito de eso y de las cifras crecientes de obesidad, en 2014 la reforma tributaria aumentó en 5 por ciento el impuesto a los jugos y bebidas, a todos líquidos azucarados en nuestro país, alcanzando un impuesto de 18 por ciento A su vez, se disminuyó algo a las que tenían poco contenido de azúcar, con lo que la diferencia entre unas y otras quedaron en 8 por ciento. Lo que pasa es que ese impuesto es menor a lo que han recomendado organismos internacionales como la OMS, que es un aumento de 20 por ciento para las bebidas azucaradas. Sin embargo, así y todo, los estudios que se han hecho hasta ahora han demostrado que ha tenido un impacto en la disminución del consumo de esos productos. De hecho, la industria ha reformulado esos alimentos, bajando el contenido de azúcar para no estar afectos a este impuesto. Tenemos ahí una deuda, sí. Se sabe que mientras más alto es el valor del impuesto más impacto tiene en disminuir el consumo. Además de que son un tipo de producto que tiene un reemplazante de fácil acceso y de alta disponibilidad, que es el agua. Y si aumentara más el impuesto, probablemente el impacto sería mucho mayor.

¿Cómo afecta la obesidad a la salud y la calidad de vida de los niños?

La obesidad y el exceso de peso en general afectan en un montón de aspectos la salud de los niños. Primero de orden sicológico: estos niños están probablemente más expuestos a bullying. Además, tienen más riesgo de diabetes, por algunos estados previos a la diabetes, como la prediabetes o la intolerancia a los hidratos de carbono. Son niños que precozmente pueden tener pequeñas alzas de presión, no siendo necesariamente hipertensos, pero tienen una presión que en promedio es más alta que los niños no obesos. pueden tener también precozmente un aumento del colesterol en sangre, especialmente del colesterol más dañino, que llamamos LDL; y son niños que están francamente más predispuestos a seguir siendo obesos, a ser más obesos en la edad adulta y a tener presencia de estas y otras patologías como el cáncer cuando sean adultos jóvenes.

También el informe da cuenta que el sobrepeso y la obesidad se presentan mayoritariamente en menores de familias de los quintiles más bajos; y si lo llevamos a lugar de residencia, los mayores índices se registran en niños y niñas de sectores rurales, ¿tendrían que pensarse entonces políticas públicas focalizadas con especial énfasis en dichos segmentos?

Claro. Sin duda, los resultados de obesidad tanto en adultos como en niños demuestran que éstos se concentran en las poblaciones más vulnerables desde el punto de vista socioeconómico y también educacional. Esto significa que las políticas públicas debieran tender a emparejar la cancha. Por ejemplo, la disponibilidad de alimentos saludables es claramente menor en los lugares más vulnerables. Entonces, debería estimularse con una discriminación positiva hacia los lugares más vulnerables, la presencia de ferias libres, con horarios vespertinos o nocturnos para que la gente que trabaja fuera del hogar tenga acceso a este tipo de productos. Debería regularse mejor la Ley 20.606, que no solo incluye el etiquetado de los alimentos, sino también que las escuelas no vendan alimentos que no sean saludables y que la publicidad no esté dirigida a niños en caso de ese tipo de productos. La política pública en general debería potenciar que los grupos más vulnerables estuvieran también expuestos a entornos alimentarios más saludables. Por ejemplo, las escuelas debieran contar con más horas de actividad física, con talleres extraprogramáticos y horarios de libre disposición que fomenten la actividad física. Además, se debe disponer de plazas activas, seguras, bien iluminadas, idealmente con un monitor que esté guiando la práctica, con máquinas para que la gente pueda practicar deporte fuera de su horario laboral. Todo eso redunda en una mejor salud alimentaria y nutricional.

En los últimos años se han establecido políticas públicas para enfrentar este tema, y hay algunas de ellas puntualmente dirigidas a la población infantil, ¿estas cifras dan cuenta de una falla en esas políticas públicas? O tal vez, ¿las medidas no han sido suficientes?

No creo que haya fallado, creo que hay que esperar un tiempo. Cuando uno quiere cambiar la prevalencia de obesidad de una población, eso no es rápido. Estamos hablando de una población de 17 millones de personas que tienen que cambiar su estilo de vida, y, por lo tanto, no son cambios que uno esperaría que fueran rápidos. Ahora, de aquí en adelante tenemos que vigilar los cambios y también profundizar las políticas. Por ejemplo, en el caso de los impuestos, probablemente hay que aumentar el impuesto a las bebidas azucaradas, y eventualmente, agregar impuesto a otros alimentos que son altos en nutrientes críticos como azúcar, grasas saturadas, sodio, y energía. Por otro lado, hay que fiscalizar las políticas que ya existen, porque si no se fiscalizan la gente tiende a relajarse, y no se cumplen cabalmente las políticas públicas. Tenemos que fortalecer aquellas políticas que han demostrado costo efectividad y eventualmente abandonar algunas que han fracasado y para eso se requiere evaluación, estar muy al día con la evidencia y mirar en forma crítica y constructiva las políticas que se han hecho. Esto no solo se trata sólo de la publicidad y venta de alimentos no saludables, sino también de cómo estamos haciendo educación en las escuelas, en los currículos escolares, y cómo las familias se comprometen también con esta tarea ayudados por el Estado.

Considerando el contexto actual de crisis social y las cifras que en este ámbito nuevamente indican una situación desigualdad, ¿es esta una oportunidad también para incluir la alimentación en la discusión constitucional?

Sí, creemos que una nueva constitución debería incluir el derecho a la alimentación como una forma de que el Estado garantice una alimentación adecuada para toda la población. Desde la Facultad de Medicina estamos participando del Grupo Transdisciplinario de Obesidad de Poblaciones, que incluye a varias facultades de la Universidad de Chile. Hemos estado trabajando en el tema del derecho a la alimentación y nos estamos incorporando a un Observatorio de la FAO sobre esta materia. Lo que queremos es hacer una propuesta para incluir este derecho en la nueva constitución.