Estudiantes y académicos de postgrado de la Facultad de Medicina de la U.de Chile:

Pilares de la atención pública de salud durante el estallido social

Pilares de la atención pública de salud durante el estallido social
Los estudiantes de los programas de especialidades mantuvieron sus actividades clínicas durante todo el estallido social
Los estudiantes de los programas de especialidades mantuvieron sus actividades clínicas durante todo el estallido social
Dra. Karin Kleinsteuber, directora de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina.
Dra. Karin Kleinsteuber, directora de la Escuela de Postgrado de la Facultad de Medicina.

Así, efectuaron atenciones, procedimientos y apoyaron la atención de pacientes hospitalizados y ambulatorios con especial consideración a  las horas de atención solicitadas por los usuarios con mucha antelación. Además, brindaron contención y apoyo a la comunidad en materia de salud y salud mental, pese a las  dificultades de desplazamiento y suspensión de actividades académicas y, en algunos casos,  clínicas. “Fue la labor de nuestros docentes y médicos en formación de especialistas la que dio el soporte para que no se interrumpieran las actividades críticas de hospitales y consultorios”, dijo la directora. 

Ese sólido compromiso, añade, no sólo habla de la “tremenda vocación de quienes eligen a la Universidad de Chile para obtener su título de especialista, sino que también es una muestra de la voluntad formadora que tenemos desde la creación de la Escuela de Postgrado, en 1954, fecha desde la cual han egresado 16.547 especialistas que se han desempeñado a lo largo de todo el territorio nacional, de los cuales casi 4.500 se titularon en la última década”.

Estas cifras, que dan cuenta que la Universidad de Chile es la institución que ha formado más especialistas en la historia del país, ofrece en la actualidad el 41% del total de cupos para formación de especialistas de la nación, no sólo responden a las necesidades sanitarias manifestadas por los servicios de salud de las diferentes regiones, sino que lo hacen cumpliendo los más altos estándares de calidad. “Es así como recientemente se ratificó la acreditación de los programas de formación de especialistas en Endocrinología Pediátrica, que la obtuvo por 10 años; en Endocrinología de Adultos, Medicina Interna, Ginecología y Obstetricia y Cirugía de Cabeza y Cuello, que lo hicieron por siete años, y Psiquiatría Infantil, que lo hizo por cinco años; todos ellos estaban en proceso de acreditación al momento de la promulgación de la nueva ley de educación superior en mayo de 2018, con lo que llegamos a 29 programas acreditados de un total de 67”, informa la doctora Kleinsteuber.

Cambios en los procesos de acreditación de programas de especialidades médicas

Este cambio normativo, explica, ha introducido grandes modificaciones en los procesos de acreditación que se habían desarrollado en la última década al alero de la agencia acreditadora sin fines de lucro APICE, con criterios y estándares de calidad propios de la formación de especialistas. “Desde la entrada en vigencia de esta ley, la Comisión Nacional de Acreditación, CNA –sin haberse modificado los criterios para esta certificación por parte de las especialidades médicas, vigentes desde el año 2014-,  impuso requerimientos formales  propios de grados académicos como magíster y doctorado, enlenteciéndose  y reduciéndose  significativamente los procesos de acreditación de especialidades médicas a nivel nacional, realizados antes de manera satisfactoria, lo que pone de manifiesto la necesidad de conocer  y reconocer las particularidades de la enseñanza de la medicina y sus especialidades”.

A ello agrega que “como  Facultad de Medicina hemos hecho ver esta situación en distintas instancias, entre ellas en sesiones de Asofamech el 2019 con asistencia de autoridades del Ministerio de Salud, a quienes se expuso la necesidad de análisis de los procedimientos y nuevas exigencias de los procesos de acreditación de programas de formación de especialistas; hicimos notar que es complejo para cualquiera de las universidades chilenas incrementar significativamente su capacidad formadora si  sus programas de formación serán evaluados para ser acreditados con exigencias de grados académicos difícilmente aplicables en medicina y  sin reconocer las particularidades de la enseñanza de una especialidad médica, en la cual las oportunidades de aprendizaje y la tutoría docente  experta son claves”. Pero, señala, independientemente de esta situación, “seguimos trabajando  con la seriedad y rigurosidad requerida, de manera de asegurar que nuestros programas de formación cumplan con altos estándares de calidad así como que nuestros egresados cuenten con las competencias para abordar adecuadamente los problemas de salud de nuestra población”.  

Ahondando en este ámbito, la doctora Kleinsteuber explica que los cupos anuales en todas las especialidades son definidos en conjunto por la Escuela de Postgrado y los respectivos comités académicos, considerando cautelar que se cumplan los requerimientos de horas docentes por estudiante –que parte en un mínimo de 11 horas docentes por semana por estudiante en programa de formación-, así como garantizar  las oportunidades de aprendizaje necesarias para la adquisición de competencias, lo que para algunas disciplinas implica asegurar la exposición a un número definido de patologías,  cirugías o procedimientos  para cada estudiante durante el periodo de formación. “Estos estándares de calidad no son arbitrarios, sino que están definidos en cada disciplina por entidades externas, científicas nacionales e internacionales, y son objeto de revisión de acuerdo al avance en el área. Por ejemplo, en el caso de algunas especialidades como Radioterapia Oncológica  se establece que el estudiante debe participar en la planificación y tratamiento radiooncológico de  un número definido de pacientes anuales, implantes intersticiales, implantes intracavitarios, radiocirugías de lesiones cerebrales y de lesiones extracraneales, entre otros. Aumentar los cupos requiere que podamos ofrecer una formación de calidad, con acceso garantizado a oportunidades educativas, lo que no es algo menor”.

Sólida respuesta al desafío del cáncer

A la necesidad creciente de especialistas en el servicio público se suman los desafíos derivados de lo que será la Ley del Cáncer, que se encuentra en fase de primer trámite en el Senado. Al respecto, la directora de la Escuela de Postgrado informa que en las especialidades relacionadas -como son Radioterapia Oncológica, Oncología Médica, Hematología Adultos, Hematooncología Pediátrica, Cirugía de Cabeza y Cuello, Cirugía Digestiva, Cirugía Coloproctológica, Cirugía de Tórax,  Ginecología Oncológica y  Mastología, “programa único en Chile recientemente creado por nuestra Facultad”-  “el esfuerzo  por incrementar nuestra capacidad formadora ha sido aún mayor, logrando duplicar los  cupos en estas disciplinas en la última década, período en que titulamos 215 nuevos especialistas en estas disciplinas relacionadas a cáncer. Todos los cupos para formación en especialidades -entre ellas las oncológicas- se ofrecen  al Ministerio de Salud, y sólo cuando ellos quedan desiertos o no son financiados en esta modalidad, se ofrecen para autofinanciamiento. Y pasa que desgraciadamente quedan cupos vacantes, debido por ejemplo a cambios en los mecanismos de postulación con relación a los servicios de salud y el propio ministerio, por lo que en el concurso de fines del 2019 quedaron ocho cupos  sin llenar, en su mayoría de la especialidad derivada de Oncología Médica. Para eso debimos implementar un segundo concurso, con esos y otros cupos de especialidades derivadas, lo que nos ha significado un esfuerzo adicional si queremos lograr que ingresen el 1° de abril próximo”.

(Para más detalle ver la nota: “Los desafíos que plantea la futura Ley del Cáncer”)

En ese sentido, ahonda la directora, “la Universidad de Chile en particular y todas las universidades del país en general,  hemos formado especialistas reconocidos mundialmente por su calidad; por tanto, no parece razonable  limitar nuestro potencial formador por normativas o procedimientos que parecen  desconocer las especificidades de la educación médica.  Y, por otro lado, presumir que la importación masiva de médicos extranjeros pudiera  resolver falta de especialistas,  es algo que debe considerarse con precaución, por cuanto aquellos especialistas están en la práctica siendo sometidos a requerimientos diferentes; por ejemplo, en ocasiones sin  evaluaciones prácticas que permitan  verificar las competencias necesarias para el ejercicio de una especialidad. Ello  podría exponer a nuestra población a una atención de salud en que no se garantiza la calidad y que, por el contrario, introduce nuevos elementos de inequidad”.

“En ese contexto,  parece razonable que los servicios de salud y el Minsal  puedan coordinarse de mejor manera  para dirigir los esfuerzos y  financiar la formación de más especialistas, especialmente en las disciplinas en falencia como las relacionadas a cáncer,  más aún existiendo capacidad formadora vacante de las universidades chilenas”, finaliza la doctora Kleinsteuber.