Declaración del Senado Universitario

Salud mental de la comunidad universitaria en tiempos de pandemia

Salud mental de la comunidad universitaria en tiempos de pandemia
En el contexto de la pandemia por COVID-19, la salud mental se convierte en un foco sustantivo de acción universitaria.
En el contexto de la pandemia por COVID-19, la salud mental se convierte en un foco sustantivo de acción universitaria.

La presencia del Coronavirus en Chile y la enfermedad COVID-19 incrementa sostenidamente el número de contagiados/as, enfermos/as y fallecidos/as. Ello está impactando a toda la sociedad, desconociéndose –aún– los alcances para la salud pública, la economía, la seguridad social, los fondos de pensiones y la convivencia, entre muchas otras materias. En un horizonte que muta constantemente, la comunidad universitaria se está viendo seriamente afectada, con repercusiones en diferentes ámbitos, lo que nos obliga a estar particularmente alerta.

Sin duda, parte de los efectos directos que esta pandemia tiene –y tendrá– sobre nuestras vidas se experimentan tanto a nivel físico como psicológico y requieren para su abordaje de criterios, medidas y estrategias precisas para tiempos de crisis. En ese sentido, es necesario fortalecer las confianzas a través de una comunicación clara y abierta que favorezca un clima de seguridad y bienestar subjetivo. Como comunidad estamos juntos afrontando estos tiempos difíciles. La emergencia sanitaria viene a agravar, aún más, un ambiente que se vio fuertemente afectado tras el "estallido social" de octubre y los hechos violentos acaecidos a propósito de ello.

Este complejo escenario evidencia desigualdades que debemos reconocer e incluir como parte de las estrategias para responder a nuestra comunidad y su impacto en el resto de la sociedad. Cuestiones asociadas a la incertidumbre, el teletrabajo, las labores domésticas, escolares y otras que –en paralelo al trabajo y estudio– sobrecargan demasiado nuestra cotidianidad para desarrollar una vida universitaria normal.

Por ello, es importante asumir las directrices de la autoridad superior y aplicarlas con criterios claros para todos los/as involucrados/as, sean estudiantes o trabajadores/as. Lo anterior, no solo en lo referido a los aspectos técnicos –como son las medidas adoptadas para dar continuidad al quehacer de la Universidad a nivel de pre, postgrado y actividades académicas y administrativas en general– sino que, principalmente, a aquellos aspectos éticos, profesionales y humanos que la crisis actual impone.

En el contexto de esta pandemia, la salud mental se convierte en un foco sustantivo de acción universitaria, donde deben confluir esfuerzos que permitan apoyar a la comunidad con el fin de disminuir o superar efectos transversales como el miedo, la angustia, la inseguridad o el malestar físico y psicológico. Es importante tener en consideración que se trata de reacciones y sensaciones normales en tiempos de crisis o emergencia, que se deben afrontar trabajando en líneas de acción concretas y específicas que apunten a disminuir la incertidumbre y arbitrariedad en la aplicación de criterios.

En esta línea, el Departamento de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó una lista de recomendaciones para cuidar el bienestar mental de las personas durante el brote del COVID-19, que van desde el fortalecimiento –aunque sea virtual– de las relaciones con los seres queridos; ejercicios diarios para estimular el sistema músculo esquelético; mantener las rutinas establecidas (o su adaptación en casa); hasta la organización del tiempo para revisar noticias y discutir con otros, en función de sus experiencias y temores, acerca de la contingencia.

Como Senado Universitario estamos coordinando esfuerzos para revisar y actualizar normativas y protocolos relativos a la salud mental (de manera de hacerlos coherentes con la situación actual); levantar información desde las unidades académicas respecto a situaciones específicas; e identificar los recursos disponibles para apoyar en las áreas que impacten en la calidad de vida universitaria de forma que puedan ponerse a disposición de toda la comunidad.

Es momento de fortalecer nuestros factores protectores, individuales y comunitarios, y disminuir los que aumentan los riesgos psicosociales. Es importante que nos escuchemos, tanto a nosotros como a quienes nos rodean. ¿Cómo estamos? ¿Cómo estoy? ¿Cómo está el otro? Solo así podremos proteger y cuidar la salud mental y afectiva que también se está enfermando. Son tiempos de utilizar las mejores herramientas con las que contamos como seres humanos: apoyo, cooperación, solidaridad, empatía y resiliencia.