Columna de opinión publicada por el Consejo Regional Metropolitano del Colegio de Periodistas

María Olivia Mönckeberg y la venta de terrenos e instalaciones de TVN

María Olivia Mönckeberg y la venta de terrenos e instalaciones de TVN

En lo personal, los recuerdos se van a los orígenes, cuando en el gobierno de Eduardo Frei Montalva a fines de los años 60, fueron impulsores de la iniciativa los ministros de Educación Juan Gómez Millas y Máximo Pacheco Gómez. Mi padre Hernán Mönckeberg Barros, arquitecto, presidía en ese entonces la Sociedad Constructora de Establecimientos Educacionales, que construyó el primer edificio de Bellavista 0990. Escuché, por lo tanto, del proyecto desde sus inicios y vi cómo se levantaba lo que sería el Canal, como parte de la gran reforma educacional.

Más tarde, están en mi memoria aquellos años a fines de los 80 cuando desde el Colegio y otras instancias los periodistas impulsamos  la pelea para que TVN no se privatizara. A fines de esa década, antes de que Augusto Pinochet dejara el gobierno estuvo a punto de suceder eso. Pero logramos salvar el proyecto creado como una necesidad estratégica con el objetivo de ser canal de información, educación y cultura para todo el país.

Después de la dictadura, TVN logró ser un medio amplio y plural. Como indican sus trabajadores, permitió “reflejar a Chile en toda su diversidad, contribuir a fortalecer su identidad nacional, y conectar a los chilenos”. Eso se generó con un modelo de televisión pública que la obligó a autofinanciarse e incluso pudo aumentar su patrimonio, ampliar sus instalaciones y avanzar en desarrollo tecnológico.   

Bellavista 0990 es un edificio emblemático, como señalan en su declaración los tres sindicatos de TVN, que “representa el desarrollo y auge de la televisión pública”. Y agregan: “Fue construido con recursos propios, generados a partir del aporte de sus trabajadores que ayudaron a recuperar la credibilidad del canal después de la dictadura, y a levantar una programación atractiva para los chilenos”.

El proyecto del actual edificio Corporativo que se inició el año 2000 y fue inaugurado en etapas en 2002 y 2005 fue liderado por el Premio Nacional de Arquitectura Víctor Gubbins y diseñado de acuerdo a los estándares internacionales para la televisión pública.

En los últimos años, TVN ha debido afrontar una dura competencia –sin apoyo del Estado que es su verdadero dueño- con todos los demás canales que han caído en manos de poderosos grupos económicos. Esa realidad –sumada a desaciertos en la gestión del canal – ha desembocado en  la compleja situación económica que se ha traducido, entre otras cosas, en olas de despidos y reducciones de áreas.

Lo que ha ocurrido en materia de gestión amerita ser investigado. Pero lo que parece inaudito es que el directorio actual designado por el Presidente de la República con apoyo del Senado -pero que no representa a toda la sociedad- decida por sí y ante sí vender las valiosas instalaciones diseñadas y construidas especialmente para la televisión pública como si fueran un bien más del mercado inmobiliario.

Creo que ha llegado el momento, aunque sea desde nuestros confinamientos, de  levantar nuestra voz y generar un movimiento en pro de una televisión pública de verdad que aglutine voluntades sociales, culturales y políticas para garantizar que Televisión Nacional cumpla con sus objetivos fundacionales y esté al nivel de los países desarrollados.

Y como periodistas, a pesar de las dificultades para ejercer nuestra profesión, veo fundamental contribuir a esclarecer y detener estas operaciones que se están efectuando a espaldas de la ciudadanía, como en tiempos de dictadura, al amparo del obligado encierro.

Hoy más que nunca hemos visto lo vital que es la televisión como medio de comunicación para la sociedad. Por lo mismo, es indignante que este directorio encabezado por la ex alta ejecutiva del grupo Saieh Ana Holuigui, nombrada por el presidente Sebastián Piñera, pretenda vender esa propiedad que fue diseñada especialmente con los estándares de televisión pública a nivel internacional y tiene innegable valor material, simbólico y patrimonial.  

Pienso que ha llegado el momento de sacar fuerzas de flaqueza en medio de esta negra situación que estamos viviendo por la pandemia y lograr avanzar en la conquista de la televisión pública como quisiéramos tenerla, y como otros países la han logrado.  Y atajar estas operaciones soterradas que está haciendo el directorio del Canal.

Comparto las palabras del Colegio, porque para nosotros la necesidad y el sueño de la televisión pública está muy vigente. Con el duro horizonte que vemos por delante como país, es hoy urgente y necesario fortalecerla. Es tiempo de garantizar que exista televisión pública de verdad, precisamente por la debacle que presentan los medios en Chile. Y –como ha quedado demostrado por el CNTV y otras encuestas- la televisión es el principal medio por el cual se informan las personas en el país, contra los vaticinios que auguraban su muerte. Y esto se ha hecho evidente con el Estallido Social y ahora con la Pandemia.

Garantizar la existencia y desarrollo de TVN, con un proyecto que la revitalice,  es parte del derecho a la comunicación y a la información de quienes integramos nuestra sociedad. Y esos son principios que esperamos incluir en forma destacada en la nueva Constitución, precisamente porque los hechos nos muestran que es urgente e imprescindible hacerlo, cuando la falta de pluralismo y la baja calidad es la tónica en los medios de comunicación controlados por unos pocos grupos de poder.