Senadora universitaria Verónica Figueroa Huencho:

"El Senado Universitario debe crecer a la altura de la discusión de los tiempos actuales"

Entrevista a la Senadora Verónica Figueroa Huencho
Verónica Figueroa Huencho es la primera mujer que asume la vicepresidencia del Senado.
Verónica Figueroa Huencho es la primera mujer que asume la vicepresidencia del Senado.

A partir del 6 de septiembre, la Mesa directiva del Senado Universitario cuenta con nuevos miembros. La instancia, a cargo de asumir la conducción del órgano normativo por el plazo de un año, quedó compuesta –además del Rector, quien la preside– por Verónica Figueroa Huencho en el cargo de vicepresidenta y Luis Alberto Raggi Saini, como Senador Secretario. Como colaboradores resultaron electos Patricio Bustamante Veas (académico), Gloria Tralma González (funcionaria) y Rocío Medina Ulloa (estudiante).

Este año, la elección estuvo marcada por un hito histórico: por primera vez, desde su creación en 2006, una mujer asume la vicepresidencia del órgano superior. Y no sólo eso. Se trata, además, de una mujer mapuche. Proveniente de una familia trabajadora, Figueroa es la segunda de seis hermanos. Su padre es obrero metalúrgico y su madre dueña de casa.

Profesora asociada del Instituto de Asuntos Públicos, es administradora pública de la Universidad de Chile (2001); Ph.D. in Management Sciences (ESADE-Universidad Ramón Lull - 2007) y Postdoctorada del Center for Latin American Studies de la Universidad de Stanford (2013). Posee una vasta experiencia en el área académica, especializándose, sobre todo, en la incorporación de los pueblos indígenas al ámbito público y la formulación e implementación de políticas públicas indígenas en contextos de diversidad.

Entre enero y mayo de este año, se desempeñó como profesora visitante del David Rockefeller Center for Latin American Studies (DRCLAS) de la Universidad de Harvard, entidad orientada a crear conocimiento sobre las culturas, economías, historias, ambiente y asuntos del pasado y presente de América Latina. De entre los 24 becarios/as a la fecha, la senadora Figueroa es una de las siete mujeres que han conseguido este reconocimiento.

Con el afán de liderar una mesa convocante e inclusiva, se propuso, desde el primer momento, marcar un estilo propio. ¿Sus principios orientadores? Diálogo, comunidad, pluralismo/diversidad y respeto.

¿Cómo afronta la tarea de encabezar el órgano normativo y estratégico de la Universidad de Chile?

Con mucha emoción. La Universidad de Chile ha sido pionera en muchos ámbitos pero, por cierto, estamos al debe en lo referido al rol de la mujer dentro de la institucionalidad y la toma de decisiones. Todavía nos cuesta acceder a los espacios de poder, no por un tema de capacidades o de méritos, sino porque la estructura hace que dicho avance sea complejo. Por otra parte, está mi identidad en tanto mapuche. Ahí se abre una interseccionalidad muy interesante, pues el Senado es un espacio visible, una instancia de debate, de reflexión que debe crecer a la altura de la discusión de los tiempos actuales. Asimismo, es muy decidor que esta elección se haya dado ad portas de un proceso constituyente. La Universidad de Chile tiene mucho que decir y aportar, pues por primera vez se están definiendo instancias de participación que contemplan a los pueblos indígenas. Ello me permite anticipar el sello que debiésemos impulsar como Mesa. Un sello pluralista, un sello de diversidad, un sello de respeto a la triestamentalidad pero, sobre todo, un sello de favorecer a una Universidad cada día más representativa de la diversidad de la sociedad a la que se debe.

¿Cuáles son sus principales temas en la agenda para este período?

La pandemia ha relevado diversas desigualdades e inequidades que aún persisten en la Universidad de Chile y que no sólo tienen una expresión financiera en el presupuesto sino que, sobre todo, se manifiestan en la debilidad del rol del Estado respecto a su responsabilidad con la educación pública. Sin duda, tendremos que estar atentos a lo que pase con la gratuidad y la fijación de los aranceles diferenciales. También está el tema de la Ley de universidades estatales, que establece plazos y responsabilidades para definir la participación del Estado en un sentido de corresponsabilidad sin que ello afecte la autonomía universitaria. Y, asimismo, el avance hacia la implementación del derecho a voto de estudiantes y funcionarios en los Consejos de Facultad e Institutos de Rectoría. Por otro lado, hay varias políticas por concretar (Investigación, creación e innovación; Salud mental; Carrera funcionaria, entre otras) y muchas otras que debemos monitorear, como la de Pueblos Indígenas, Inclusión y discapacidad y de Extensión y vinculación con el medio.

¿Cómo cree que ha respondido y se ha posicionado el Senado Universitario al interior de la comunidad universitaria, sobre todo en este contexto de estallido social y pandemia?

La Universidad se caracteriza por ser una instancia reflexiva, donde "todas las verdades se tocan" y, por tanto, debe discutir permanentemente lo que sucede en su entorno. Pero también, como muchas otras instituciones, a veces es presa de su propia burocracia. Ante el brote de COVID-19, la Universidad ha intentado responder de la mejor manera posible, al igual que el Senado Universitario. Por ejemplo, a partir de la solicitud de un grupo de senadores/as hemos implementado una franja fija en todas las sesiones plenarias bajo el título “modo pandemia”. Allí monitoreamos lo que está sucediendo en el país y, mayormente, en nuestra Universidad. Queríamos ponernos al servicio de la comunidad y determinar cómo podemos colaborar. Asimismo, estamos implementando, junto a la Comisión Superior de Autoevaluación Institucional (CSAI), un ciclo de foros críticos donde estarán convocados los tres estamentos de manera de discutir y reflexionar sobre la Universidad del futuro en este nuevo contexto. Son señales, gestos, acciones concretas que estamos impulsando para mantener una comunidad viva.