Del Decano de la Facultad, profesor Arturo Squella

Palabras de fin de año. 2020, un año marcado por lo imprevisible y los desafíos

2020, año marcado por lo imprevisible y desafíos

2020, un año marcado por lo imprevisible y los desafíos

A la comunidad universitaria de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile,

Probablemente el año que está próximo a finalizar sea el más imprevisible de todos los que hemos vivido, no solo en lo personal, sino que también en lo colectivo. La humanidad se ha visto enfrentada a la pandemia de Covid19, situación que ha cambiado nuestro diario vivir, desde el mes de marzo de 2020 a la fecha. Un año en que lo imprevisible y lo líquido del devenir se ha tomado la agenda y nos ha obligado a modificar nuestras agendas y a planificar el futuro con muchas incertezas. Hemos visto como en un corto tiempo hemos modificado conductas casi ancestrales produciendo desbalances emocionales que han afectado fuertemente nuestro comportamiento.

2020 también ha sido un año lleno de desafíos. ¿Quién diría que estaríamos en estas condiciones cuando empezamos el año?; en aquel tiempo, estábamos visualizando un período marcado por la crisis social del país y la salida política asociada a la construcción de un nuevo pacto social. Aquello, sin perder su trascendental importancia, pasó a un segundo plano debido a una serie de exigencias que los acelerados cambios ambientales nos requirieron en lo personal, colectivo e individual. Este año 2020 ha sido el período de las adaptaciones vertiginosas, donde la capacidad de resiliencia y ajuste que hemos demostrado, probablemente nunca se habría dado en un contexto de “normalidad”.

Como Facultad, a poco avanzar el mes de marzo, nos debimos acomodar de manera vertiginosa. En primer término, se trabajó en un importante desafío de asegurar la conectividad para la docencia telemática de nuestros estudiantes, lo que significó un gran despliegue logístico en distribución de chips de conexión a Internet y dispositivos electrónicos. Además, correspondió la rápida e inmediata adaptación de los programas de todas las asignaturas, para ajustarlos al nuevo contexto, tanto en contenidos, como en metodologías de enseñanza y evaluaciones; esto, significó movilizar capacidades instaladas en didáctica y currículo, así como la debida capacitación en  tecnologías. Conjuntamente, hubo que incorporar softwares, herramientas informáticas y plataformas a nuestro diario vivir, con los soportes y respaldos correspondientes para asegurar su adecuado funcionamiento.

Unido a lo expuesto, nos vimos arrastrados a dar un giro importante a nuestro diario quehacer. Debimos adaptarnos al teletrabajo, ocupando lugares en nuestros hogares donde las familias debieron arreglar y modificar sus rutinas, para permitirnos seguir adelante con nuestros quehaceres, en la medida de que materialmente las capacidades tecnológicas lo permitiesen. Aquello, modificó nuestra forma de desarrollar las actividades laborales diarias en pocos días, entrando a nuestro léxico de golpe palabras como vídeoconferencia, webinar, mutear, meet o Zoom. La rutina de la jornada laboral se alteró por completo, situación que nos hará reflexionar profundamente sobre el futuro de la forma de ejercer nuestras labores diarias.

Lo que se ha relatado, que parece un cambio radical por años planificado, solo tomó algunas semanas y ha sido posible gracias a la disposición de todos. Los tres estamentos de la comunidad universitaria debieron adaptarse a la nueva realidad, y lo hicieron con una profunda decisión, lo que por cierto no estuvo exento de dificultades. La sobre exposición mediática a la que fuimos sometidos durante este año desde nuestros hogares, el rol de las redes sociales y el encierro, afectaron la salud mental de varios integrantes de nuestra comunidad universitaria, mas nuestra forma de adaptarnos nos permitió en la gran mayoría de los casos, salir adelante con fuerza y decisión.

Ante esta difícil e imprevisible nueva realidad, este Decanato ha solicitado privilegiar tres principios orientadores en nuestras acciones: empatía, transparencia y flexibilidad. Con aquellos pilares hemos adaptado los quehaceres universitarios que materialmente pueden ejecutarse a distancia, como también hemos avanzado en prepararnos para un eventual retorno progresivo a las actividades presenciales de forma masiva. Nos hemos intentado comunicar más que nunca, a través de mensajes de la autoridad, foros, conversatorios y reuniones telemáticas; además, intentamos recoger sus percepciones sobre la realidad por medio de encuestas, para nutrirnos de información a la distancia y adoptar la mejor de las decisiones. Simultáneamente, nos hemos preocupado de aquellos integrantes de nuestra comunidad que se encuentran viviendo situaciones personales complejas, apoyándolos mediante campañas solidarias y con contención sicológica a distancia.

En medio de todo el vendaval, y desde marzo de este año, ha sesionado el Comité Covid19 de la Facultad, instancia que ha trabajado incesantemente para gestionar las medidas necesarias que permitan adaptarnos a los cambios que hemos vivido obligadamente; hacer un seguimiento activo de la salud de los integrantes de la comunidad universitaria; adaptar las instalaciones del Campus para un eventual retorno seguro, en consideración a las medidas sanitarias nacionales y universitarias que se entreguen, y ser una instancia de conversación y diálogo para canalizar las consultas e inquietudes de la comunidad. El trabajo de dicho Comité ha permitido que en noviembre de 2020 el Sr. Rector autorizara a la Facultad para realizar algunas actividades presenciales en el organismo universitario, siendo una de las primeras unidades académicas que contó con dicha autorización.

A la hora del reconocimiento por todo el trabajo realizado, es imposible destacar un área sobre otra. Las felicitaciones van a todos los miembros de esta comunidad universitaria, que han trabajado con decisión y constancia durante esta pandemia; desde aquellos que en lo personal han debido adaptarse en sus vidas familiares, armonizando sus funciones con los quehaceres del hogar, a aquellos que han trabajado más allá de sus jornadas laborales y su deber, apoyando a sus pares en funciones que no pueden desarrollar. Todos y cada uno de los directivos, académicos, estudiantes y personal de colaboración de la Facultad merecen un reconocimiento, por la forma de enfrentar este impredecible período, que marcará nuestras vidas personales y de la institución… Sinceros agradecimientos a todos.

Ahora bien, todo lo adverso que puede evaluarse este año, tiene una luz de esperanza al final del camino. En primer término, tenemos claro que hoy más que nunca la sociedad valora la ciencia, sabiendo que precisamente son las disciplinas que cultivamos en la Facultad, asociadas todas a la Química, uno de los principales vehículos directos de solución a la pandemia. Por otra parte, nos damos cuenta de que gracias a la experiencia telemática, las fronteras físicas se diluyen; el e-learning, el b-learning o la docencia híbrida, abren una serie de posibilidades  futuras, que no solo signifiquen telematizar un porcentaje de la enseñanza, sino que también podamos cambiar nuestra didáctica y agregar un alto valor al proceso educativo. Al mismo tiempo, rompemos las barreras anacrónicas de la presencialidad y el control horario con el teletrabajo, así como somos testigos de la eficacia y oportunidad que entregan las reuniones a distancia, que hacen sin duda más eficiente nuestra jornada laboral. En otros ámbitos más burocráticos, el documento y la firma electrónica han sido el mejor ejemplo de que teniendo las herramientas para poder hacer un proceso óptimo, no las habíamos utilizado.

¿Cuánto de todo lo positivo quedará? Esperemos que bastante, dado que se han derribado paradigmas no solo con estudios o teorizaciones, sino que con la práctica. Aquello, implica un cambio cultural que empezamos a la fuerza y obligados por la pandemia, pero que podemos aquilatar y evaluar, para seguir adelante con lo que sea necesario y nos permita cumplir mejor nuestras funciones. Por ejemplo, dar un giro decidido a la “docencia verde”, aquella que reduce al máximo la huella de carbono por viajes, optimiza nuestros tiempos y permite lo presencial en lo indispensable, evitando los desplazamientos en horarios punta y utilizado equilibradamente la tecnología.

El 2021 es un año que se avizora con la esperanza de poder obtener la inmunización de la población nacional y mundial, mas a partir de ahora y con un alto grado de conciencia, nuestras acciones e inacciones estarán marcadas por la posibilidad de una futura pandemia. He ahí una ventana de oportunidades para las disciplinas que cultivamos y nuestros diarios quehaceres, sabiendo que el próximo año quizás sigamos en nuestras mentes con la palabra imprevisible, pero con la experiencia de que se puede convivir con “aquello que no se puede prever”, en la medida que somos comunidad, aprendemos de nuestros errores y nos adaptamos adecuadamente a los cambios que el medioambiente nos impone.

Prof. Dr. ARTURO SQUELLA SERRANO

Decano