Doctor Marcelo Wolff:

“Estamos a punto de que haya muerto por Covid uno de cada mil chilenos”

Estamos a punto de que haya muerto por Covid uno de cada mil chilenos
Doctor Marcelo Wolff.
El doctor Marcelo Wolff cree que la vacunación debiera ser ofrecida universalmente, pero con énfasis en los grupos de mayor riesgo, así como que se deberían instaurar medidas para proteger la inmunidad grupal.

El doctor Wolff está preocupado por la insensibilidad que parece afectarnos como sociedad cuando, a diario, se habla de una cifra cercana a los 50 fallecidos por COVID; “parece que ya nos acostumbramos a este desastre y no nos importa”, señala. Por la actual desconfianza reinante, que cuestiona no sólo ideologías políticas o creencias religiosas, sino que también los beneficios de las recientemente creadas vacunas para generar inmunidad en contra de esta infección. Y por el alcance que pudieran tener estos temores infundados en la comunidad, más allá de los denominados “antivacunas”.

  “Desde siempre ha habido grupos duros en contra de las vacunas, desde que se inventaron. Y más aún desde que un trabajo publicado en 1998 por el gastroenterólogo británico Andrew Wakefield vinculaba la administración de la vacuna triple vírica –que protege del sarampión,  paperas y rubeola- con el autismo. Hoy se sabe que Wakefield no sólo manipuló los datos para forzar la conclusión que buscaba, sino que también confundió a los padres participantes del estudio y falseó información. Y a pesar de que ya no tiene permiso para ejercer como médico, el daño está hecho y muchos siguen creyendo que esa información es verídica. A ellos nadie podrá convencerlos de lo contrario; pero hay muchas personas con recelo a lo nuevo y con ciertas aprensiones debido al desconocimiento a las que debemos llegar para que superen sus temores y se vacunen, cuando esto sea posible”, declara.

Y es que, añade, “hay que contraponer estos resquemores a la urgente necesidad, nunca vista antes, de dar una respuesta para terminar con esta tragedia mundial. Todos los días hay en el mundo 600 mil casos notificados nuevos; quizás cuántos más son los que no se diagnostican. Hay gente que no ha palpado la magnitud de esta devastación, estamos a punto de llegar a la cifra de que haya muerto uno de cada mil chilenos por COVID; eso es lo que pasa en una guerra en la que se va perdiendo o se perdió”.

Para peor, sentencia, la desconfianza incluso llega al ámbito científico, “porque se piensa que la ciencia está rendida a los intereses económicos y que el virus es un invento de los laboratorios farmacéuticos para ganar dinero. Puede ser que ganen esa plata, pero la que han gastado todos los gobiernos en esta epidemia es mil veces mayor; las consecuencias de no vacunar a la población pueden ser mucho peores en esos términos”.

Consenso nacional

Por ello, sugiere que debe plantearse la necesidad de esta vacunación como un consenso nacional en el que estén unidas todas las autoridades del país, en sus distintos ámbitos; “que no es poco, porque el actual ambiente de desconfianza ocurre a todo nivel y en todas las áreas”. Además, el manejo de este proceso debe ser absolutamente trasparente y con probidad –“que nadie se aproveche o tome ventaja para vacunarse, pasando por sobre las medidas que se establezcan”- y, añade, con el apoyo de los medios de comunicación para ofrecer información realista y comprobada. “Por ejemplo, acaba de salir que en Chile ha habido 21 personas que presentaron efectos adversos a la vacuna de Pfizer que se está inoculando al personal de salud. 21 de 10.000 que fueron vacunados, lo que es un porcentaje ínfimo, y esos efectos secundarios no fueron de gravedad. Si uno toma a un grupo cualquiera de 10.000 personas, a varios de ellos les van a pasar cosas, se vacunen o no: se van a enfermar o van a tener un accidente, por ejemplo, porque es normal que a las personas les pasen cosas. Hay que tratar de no fomentar las “fake news”, y en eso se requiere el apoyo de la prensa, en una estrategia muy amplia porque tienen una enorme repercusión”.

- ¿Qué diría a quienes temen que la vacuna modifique su ADN?  

En el caso de la vacuna de Pfizer, la tecnología que usa se basa en un proceso de replicación celular natural, porque lo que entrega es el ARN mensajero que es el que tiene la instrucción de cómo hacer la proteína Spike (espiga), que se toma de la superficie del  SARS-CoV-2. Así, los investigadores aislaron las instrucciones del ARNm del SARS-CoV-2 para producir sus proteínas spike y rodearon ese ARNm en una pequeña burbuja de grasa para protegerla y evitar que se desintegre dentro del cuerpo. Al ingresar, se adhieren a las células humanas y liberan sus “instrucciones” para crear proteínas de coronavirus. Es ahí cuando la célula humana fabrica las mismas proteínas que normalmente se encuentran en la superficie del virus, imitando cómo se ve el SARS-CoV-2 en el exterior. De esta forma, el sistema inmunológico lo reconoce como un invasor y crea sus anticuerpos. Y ese ARNm es una molécula efímera, en cuanto se forma una proteína spike se destruye, por lo tanto no entra al núcleo de la célula, no tiene ninguna capacidad de cambiar el material genético de la célula, y menos aún de cambiar las células embrionarias –es decir, la información que tiene un espermatozoide o un óvulo-, que es lo que podría afectar a las nuevas generaciones. Estamos muy seguros de que no modifica la estructura genética. En cambio, debieran preocuparse porque el hábito de fumar sí hace cambios en el ADN, porque transforma células normales en neoplásicas y viene el cáncer pulmonar.

Por último, el doctor Marcelo Wolff cree que la vacunación debiera ser ofrecida universalmente, pero con énfasis en los grupos de mayor riesgo, así como que se deberían instaurar medidas para proteger la inmunidad grupal, como restringir el acceso laboral o educativo a diversos recintos estatales,  como instituciones de educación, centros de salud, universidades, oficinas públicas, entre otras- “a quienes rechacen sin razón médica la vacunación, de manera de hacerles sentir que no proteger a sus semejantes tiene un costo"

Pandemia no ha afectado especialmente a pacientes VIH

En su calidad de presidente de la Fundación Arriarán, el doctor Marcelo Wolff hizo recientemente la entrega de la Memoria Anual de esta entidad al decano de la Facultad de Medicina, doctor Manuel Kukuljan.

Respecto de este informe, el doctor Wolff destaca que los exitosos resultados obtenidos en términos de tratamiento de pacientes con VIH, se deben a la asociación virtuosa que representa el trabajo mancomunado de los profesionales de un recinto asistencial público como el Hospital San Borja, la labor académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y el apoyo de una ONG como la Fundación Arriarán, que ha permitido no sólo ofrecer atención clínica de calidad a los pacientes, “sino que hacer un trabajo científico de larga duración que ha dado pie a muchas publicaciones científicas y a la formación de más de 40 especialistas que están literalmente en todo el país: Santiago, Punta Arenas, Puerto Montt, Osorno, Talca, Valparaíso, Antofagasta, Chillán, Iquique, Temuco y Arica. Esa es la labor que hacemos como académicos de la universidad, orgullosos de contribuir a formar los equipos tratantes que necesitamos como nación, y que se mantienen en el servicio público”.

En el texto, se destaca que desde su inauguración en 1991 y hasta el 31 de diciembre de 2019 –en marzo próximo cumplen 30 años y el edificio que los acoge “Carmen i Dolores Arriarán” un siglo-, Fundación Arriarán había ingresado a 7.946 pacientes, de los cuales 11% son mujeres, y el número de pacientes activos a fin de ese año fue de 5.002, de los cuales el 98% estaba en terapia antirretroviral altamente exitosa y el 2% restante estaba en fase de evaluación, previa o en proceso de inicio. 

- ¿Qué cambios debieron enfrentar el 2020 debido a la pandemia?

Claramente la pandemia motivó que el grueso del quehacer médico de la fundación se abocara a atender pacientes por COVID, debido a la contingencia y a su especialidad como infectólogos. Pero pudimos constatar que esta enfermedad no ha afectado mucho a la población que vive con VIH; es decir, no han tenido mortalidad superior a la población general. Nosotros establecimos como estrategia el privilegiar que nuestros 5.000 pacientes continuaran recibiendo su terapia, aunque no se pudieran hacer los exámenes y controles habituales. Ahora estamos retomando la atención presencial y constatamos que están tan bien como si se hubieran controlado cada dos meses; nos quedó esa enseñanza, quizás se puede controlar más espaciadamente a los pacientes que están en mejores condiciones, pero lo más importante es que se tomen sus medicamentos.

A ello, añade que “durante el último trimestre hicimos atenciones mediante telemedicina, incluso desde nuestras casas, y aprendimos que es una forma muy adecuada de control, porque buena parte de nuestros pacientes trabaja, y con telemedicina se pueden conectar a su cita médica a la hora de almuerzo desde sus celulares”.