Comer en la virtualidad: El desafío de apoyar una buena alimentación desde los hogares

Comer en virtualidad: El desafío de una buena alimentación en el hogar
Taller de repostería Vegana - PRU
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Gráfica taller de picoteos saludables
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Taller de batidos - PRU
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Gráfica taller repostería vegana
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El 2020 cambió radicalmente la vida de todas y todos. La expectación e incertidumbre con la que oíamos inicialmente del Covid-19 se transformó en cansancio, ansiedad, y agobio ante nuestras rutinas. Y es que la llamada “Fatiga pandémica”, término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para referirse a la reacción de agotamiento frente a una adversidad mantenida y no resuelta, producto de las prolongadas medidas en torno a la pandemia, comenzó a ser parte de nuestras vidas y a manifestarse en los diferentes espacios y relaciones sociales.

En este contexto, el gobierno de Chile impulsó el programa “SaludableMente”, cuyo objetivo es entregar información para mejorar la salud mental y el bienestar psicosocial para los distintos perfiles de personas. Por su parte, al interior de la Casa de Bello se han desarrollado una serie de iniciativas, como el estudio “Vida en Pandemia” y la recientemente lanzada campaña "Conciencia Saludable", que proporciona consejos y crea espacios de encuentro de la comunidad universitaria.

Noam Vilches, de la Secretaría de Bienestar de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), analiza cómo impacta el agobio pandémico en el estamento estudiantil:

“Repercute en el desarrollo académico, el cual, si bien intenta ser atendido por semanas de salud mental o de receso, hay una conexión inevitable con las pantallas, lo que mantiene esa fatiga y cansancio. Ello, porque nuestra rutina gira en torno a la virtualidad”.

Como alternativas para el bienestar, la Dirección de Bienestar y Desarrollo Estudiantil (DIRBDE) de la Universidad pone a disposición una serie de recursos en apoyo de las y los jóvenes, como es el caso de su “Ciclo de Alimentación Saludable: La comida también es autocuidado”.

“Partimos de la base de que todas y todos estamos inmersos en distintas realidades de salud, económicas, alimentarias, etc., pero coincidimos en este estado de cansancio, desánimo, fatiga. De allí que, además de las becas y otros mecanismos de soporte estudiantil, también pongamos al servicio de la comunidad ciertas actividades lúdicas y de bajo costo, como es el caso de los talleres de alimentación saludable creados por el Programa de Residencia Universitaria (PRU)”, advierte Pamela Díaz-Romero, Directora de la DIRBDE.

La iniciativa comenzó el 2020, y estaba dirigida a las y los miembros del PRU. Sin embargo, al poco andar se extendió hacia toda la comunidad universitaria. “Estas actividades surgen porque gracias a la experiencia en las Residencias Universitarias hemos podido conocer acerca de las preferencias, necesidades e inquietudes de nuestros y nuestras estudiantes en torno a la alimentación. Esto nos ha enseñado cómo esta debe adaptarse al ritmo y exigencias no sólo académicas, sino que no debe perder de vista el ámbito nutricional requerido. Creemos que en este contexto de mayor complejidad podemos contribuir en uno de los ámbitos del bienestar subjetivo, desde el espacio que conocemos”, afirma Jennifer Canales, trabajadora social encargada del PRU. “Esperamos que esta iniciativa entregue alternativas variadas de alimentación, accesibles, saludables y nutritivas de acuerdo a las preferencias particulares de nuestras y nuestros estudiantes”, agrega.

A su vez, Andrea Aedo, nutricionista del PRU, confirma cómo el deterioro en la salud mental del estudiantado ha repercutido negativamente en sus hábitos alimenticios, debido a que, ante situaciones de estrés o ansiedad, las glándulas suprarrenales segregan cortisol (conocida como la hormona del estrés), lo que favorece a desarrollar hábitos no saludables.

“El impacto se refleja en el desorden de los horarios de comida y los tipos de alimentos que se escogen, con tendencia al alto consumo en hidratos de carbono simples y grasas saturadas que carecen de nutrientes esenciales. Puede existir también el lado opuesto, en donde disminuya la ingesta de alimentos por inapetencia o por rechazo al hecho de comer”.

Carmen Gloria González, Jefa del Laboratorio de Evaluación Sensorial del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), advierte que “Es bueno tener presente que aún desconocemos cuánto tiempo falta para que se controle la pandemia y los efectos negativos de alimentarse mal y aumentar de peso, aumentan los riesgos de desarrollar distintas enfermedades y también de enfermar de forma más grave en el caso del contagio por COVID 19”. Y agrega: “Una alimentación saludable, que incorpore frutas y verduras, refuerza el sistema inmune y nos protege, a corto plazo, de las enfermedades infecciosas, y en mediano y largo plazo de enfermedades crónicas, especialmente obesidad”.

Rutinas y alimentación: la mantención de la virtualidad en la actualidad

La mantención de las dinámicas del estudio on-line por más de un año ya evidencian consecuencias, señala el Secretario de Bienestar FECH:

“Existe un acostumbramiento, pero no un cambio en las rutinas. Eso hace que tengamos un poco menos de desesperación ante la situación actual, pero que no significa que haya mayor optimismo, sino que la existencia de una desesperanza ante el término de la situación. Si bien en el 2020 se buscaba salir al mundo real, pareciera que hoy se está asumiendo que la situación se va a mantener”.

En cuanto a la alimentación, Andrea Aedo sostiene que la pandemia ha potenciado situaciones que se venían desde antes: “Los hábitos alimentarios de las y los estudiantes son una problemática que se viene arrastrando desde mucho antes de la pandemia, pero que con las cuarentenas se intensificó y dejó al descubierto casos que anteriormente tenían sintomatologías más leves, que eran difíciles de identificar”.

Vilches describe algunas situaciones de la vida cotidiana de la comunidad estudiantil: “No tenemos horas para almorzar, sino que una franja horaria. En la presencialidad esto tenía sentido, porque alcanzamos a conseguir almuerzo y comerlo, sin embargo, en pandemia es distinto, porque debemos cocinar nuestro alimento y si no tenemos el tiempo o la costumbre de hacerlo antes, se vuelve difícil pensar que podamos hacer todo en una hora”.

A su vez, el representante estudiantil señala las diferencias en las dinámicas de cada hogar durante las cuarentenas: “También es una situación injusta, porque se dan casos muy distintos, como estudiantes a los que les preparan el almuerzo, o aquellos que están solos en sus casas y deben cocinarse porque si no, no almuerzan(...). Es un tema interesante de trabajar, y en el cual hay que generar propuestas, como por ejemplo extender esa franja horaria de almuerzo, o algo que nos permita hacernos cargo de las diferencias entre la hora para comer durante la presencialidad y en la virtualidad”.

Con respecto a algunas estrategias concretas ante escenarios como el anteriormente descrito, la profesora González indica que:

“se pueden adelantar preparaciones dejando, por ejemplo, lavadas y bien secas distintas ensaladas y vegetales, cocinar en mayor volumen y congelar varias porciones para otros días, planificar minutas de acuerdo a las posibilidades de cada uno, disminuyendo así el tiempo que utilizamos en pensar qué vamos a preparar y en el que demoramos en comprar lo que se requiere”.

Fortalecimiento alimentario y bienestar integral

Mantener una nutrición balanceada y estable es fundamental para el complejo contexto social y sanitario, más aún en torno a actividades de aprendizaje. Desde el INTA, la profesora González comenta que “ahora más que nunca es importantísimo utilizar bien los recursos que se tengan. Por una parte, evitando la compra de productos que no aportan nada a la nutrición y dar prioridad a los alimentos naturales, buscando las opciones más económicas, (…) y hacer cambios en nuestra cultura de uso de los alimentos a nivel domiciliario, consumiendo a tiempo los alimentos, usar las partes que no siempre se usan -como tallos, hojas, cáscaras-, plantar algunos vegetales en espacios reducidos en los hogares, y disminuir el consumo de carnes y de alimentos procesados”.

En la misma línea, Andrea Aedo, comparte que lo importante es intentar mantener una dieta equilibrada y adecuada que ayude a aumentar la memoria y la capacidad de concentración, haciendo que el rendimiento académico se mantenga de manera óptima. Para ello, entrega una serie de recomendaciones:

  1. En lo posible, ingerir tres comidas al día para que el buen funcionamiento de la actividad cerebral se mantenga constante.
  2. Beber, al menos, ocho vasos de agua al día para fomentar la atención, concentración, capacidad de memorización y disminuir el cansancio, estrés y la ansiedad.
  3. ¿Sin tiempo de cocinar? Idear con anticipación el menú de la semana con preparaciones fáciles y rápidas que incluyan carbohidratos complejos (pastas, arroz, papas, legumbres), proteínas (carnes blancas, huevo, legumbres, semillas, etc.), verduras de todo tipo, tanto en comidas como en ensaladas y frutas, pues son esenciales a la hora de favorecer el proceso de aprendizaje.
  4. Intentar que el momento de comer sea un tiempo de descanso de la actividad laboral o académica, y aprovechar para hacerlo en familia, amigos o en un espacio tranquilo.
  5. Importancia del descanso: Se recomienda tomar un tiempo al término de la jornada académica para realizar actividades dedicadas al ocio y descanso. Intenta dormir 8 horas diarias, ya que cuando no dormimos lo suficiente, los niveles de la hormona grelina (hormona del hambre) aumentan considerablemente, produciendo una mayor sensación de apetito y una bajada de energía.
  6. ¡Ejercicio físico! Organizar el tiempo de tal forma que puedas realizar actividad física por lo menos 30 minutos al día, ya que ayuda a relajarse.
  7. Intenta registrar tus ingestas alimentarias, describiendo el estado anímico en ese momento: esto ayuda a reconocer si el hambre es físico o emocional, y dar pistas sobre los factores desencadenantes.

Opciones accesibles a tu alcance

El representante estudiantil opina que el escenario provocado por la pandemia también ha generado una crisis social que incrementó la desnutrición en la población. Por esto, Vilches señala que es fundamental tener acceso a una buena alimentación, pero también lo es el que se den condiciones para hacerlo:

“Lo primero es contar con el mínimo necesario de nutrientes, vitaminas y con todo lo que debe contener para mantenernos bien físicamente, pero también que dispongamos de los tiempos oportunos para pensar y preparar un almuerzo saludable. Tener instancias institucionales que nos permitan acercarnos a esa alimentación sana”.

Finalmente, y ante esto último, la nutricionista del PRU entrega una serie de opciones alimenticias accesibles a la hora de elaborar un almuerzo, considerando diversidad, bajo costo y fácil preparación:

  • Salsa boloñesa (con carne o con soya) con fideos + ensalada de lechuga/zanahoria + postre de jalea/plátano.
  • Tallarín saltado criollo/vegetariano + ensalada de tomate/pepino + fruta.
  • Fritos coliflor con puré con espinaca + ensalada de betarraga/cilantro + compota de pera
  • Hamburguesa de porotos con arroz primavera + ensalada de tomate/cebolla + tutifruti.
  • Croquetas de garbanzos con arroz árabe + ensalada de lechuga + manzana asada.
  • Budín de coliflor + ensalada de betarraga/zanahoria + arroz con leche (bebida de avena/leche semidescremada/ bebida de almendras, etc.).
  • Charquicán (con carne o soya) con huevo frito o champiñones salteados + ensalada de pepino + jalea con merengue (clara de huevo).
  • Carbonada (con carne o soya) + ensalada de betarraga + leche asada (bebida de avena/leche semidescremada/ bebida de almendras, etc.).
  • Lentejas (porotos, garbanzos, arvejas) guisadas/arroz + ensalada de tomate/lechuga + 1 fruta.

Invitamos a la comunidad universitaria a participar del “Ciclo de Alimentación Saludable: La comida también es autocuidado” de la Dirección de Bienestar y Desarrollo Estudiantil (DIRBDE), a través de las redes sociales Instagram y Facebook.

Además pueden revisar el material informativo elaborado por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) y sus redes sociales Instagram y Facebook, y la campaña "Conciencia Saludable", impartida por esta Vicerrectoría.